Hɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴄᴏʀᴛᴀs ᴅᴇ Rᴇsɪᴅᴇɴᴛ Eᴠɪʟ

𝙹𝙸𝙻𝙻, 𝚆𝙴𝚂𝙺𝙴𝚁 𝚈 𝚃Ú (𝙿-𝟷𝟾)

Cumpliendo con los pedidos de a poco, lento pero seguro 😭.

Este lo hizo Bucky255, 🔥🔥. Ella quería la esencia de Wesker aquí y Wesker no es de muchas palabras, sino de acciones.

Aquí vamos 😏❤️🔥

Invitada especial: Jill Valentine.

----------------------------📼------------------------

La primavera de 1998 estuvo colmada de malas sorpresas. Sucedieron muchas cosas en este pueblo antes de que la mansión estallara en astillas por los aires. Y de entre todos esos infortunios y recuerdos, el que más me ha perturbado es de Albert Wesker. 

Lo extraño, igual que las flores extrañan al sol en invierno, como si una parte mía muriera marchitándose en su ausencia.

Decir que su muerte fue una gran pérdida sería desconocer su enorme maldad. Sé que soy la única que no celebra su partida. ¿Cómo reprochar que lo detesten? Él nunca fue un ángel benevolente y no creo que aspirara a serlo. Aunque, tengo que decir que muchas veces, estando aferrada a su espalda, me he sentido como si volara en las alas de un ser celestial. En tal caso, él sería más bien uno de esos querubines caídos, el más perfecto, el más vanidoso, el más cruel... y al que solo yo he amado.

No olvido la primera vez que toqué su piel con mis ingenuas manos. Luego de revolotear por meses cerca suyo, de rogar incansablemente que me mirara, una noche en la que hacíamos turnos de vigilancia innecesarios, lo sorprendí en los brazos de Jill Valentine.

Estabamos por experimentar una aventura en la que entre los deseos y la búsqueda por satisfacerlos, no hay moral que se interponga. Sería mi perdición y la de él.

Abrí la puerta sin tocar, como si no hubiera ya escuchado los jadeos indisimulados que se oían desde el final del pasillo. Los vi sobre el escritorio de ella. Muchos de los elementos que sobre este descansaban inútiles a diario se encontraban en el suelo, y lo que reposaba ahora sobre su superficie era la piel de la mujer, la de sus glúteos.

Él la sujetaba con fuerza por la cintura con una mano, moviéndola de arriba a abajo, en tanto con la otra apretaba uno de sus senos. Estaba de pie y embistiendo entre sus piernas abiertas. Todavía llevaba su uniforme de capitán de la cintura para arriba, la camisa azul, el chaleco; el resto del uniforme caía al rededor de sus tobillos. 

Me quedé en la puerta petrificada. Mi entrepierna se puso tibia incluso antes de que mi cerebro terminara de procesar la escena. Y como si la imagen ante mis ojos no fuera lo suficientemente impresionante para quitarme el sueño por meses, de pronto él se apartó. Salió de Jill y giró a verme. 

Un suspiro de pánico escapó de mí pecho al ver su gran miembro húmedo, apuntando en mi dirección, como si tuviera vida propia, como si fuera capaz de elegir por sí mismo a la siguiente. Lo miré a los ojos y su mirada de hielo hizo que mi corazón latiera como el tambor de una fiesta callejera. 

—Únete o lárgate... —me dijo con tono de mando.

Dudé por un instante.

—¡Albert, ¿qué demonios?! —le reclamó Jill por la oferta que acababa de hacerme.

—Silencio... Dijiste que querías un trío, ¿no? —le recordó.   

—No me refería a otra mujer —contestó ella fastidiada. 

—Pues debiste aclararlo antes. Ahora cállate. ¿Y bien? —me preguntó después.

Tragué saliva, toda la que me quedaba. Necesitaba remediar mi sequedad...