𝙼𝙰𝚁𝙲𝙰 𝟿𝟷𝟷 (𝙿-𝟷𝟾) 𝙿𝚊𝚛𝚝𝚎 𝟹 🔥

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Me encerré en mi habitación fingiendo dolor de estómago para que no me interrumpieran. Mi hermana pareció preocupada y Magda me ofreció un té, que recibí pero que eché al escusado.

Luego de revisar casi todo mi clóset, me puse el mismo vestido corto que usé la tarde en que perdí mi virginidad, pensando en que quizás no la había perdido tanto realmente si el idiota de mi novio era tan poco hábil en...

En fin...

Me puse ese vestido y solté mi cabello. Lo probé peinado a un lado, al otro, volví a recogerlo, no podía decidirme. Finalmente lo dejé suelto sin más. Miré por la ventana, mi corazón latía rápido por la anticipación de escuchar la sirena. Nada. 

Habían pasado más de 20 minutos y el policía novato aún no llegaba. Comencé a creer que el tal Kevin se había burlado de mí, pero antes de darme por defraudada, quise terminar de arreglarme. Retoqué bien mi maquillaje y busqué mis zapatos más altos y más provocativos, mi madre no sabe que los tengo porque entonces sospecharía de las ocasiones en que pienso ponérmelos. Abroché las pequeñas hebillas a los costados y me puse de pie para verme al espejo, lucía muy sensual, demasiado, de hecho. ¿Exactamente con qué justificación podría asomarme a un auto policial luciendo así? ¿Y si el policía piensa que soy una prostituta? 

Me espanté y perdí el control por el espanto. Me quité el vestido y los tacones y en su lugar me puse unos jeans, camiseta y mis zapatillas de siempre. El plan se me desinfló de pronto, en un solo parpadeo, como cuando sueltas un globo y en un instante pierde todo el aire y cae inútil al suelo. Mi dolor de estómago inventado comenzó a volverse real. 

¿En qué diablos estaba pensando para planear seducir así a un extraño, que, por si fuera poco, es además un policía?

¡Maldición, maldición, maldición!

No tenía más que resignarme, el asunto se arreglaría simplemente con no salir de mi casa. El pobre novato se pasaría vigilando en vano y yo perdería mi oportunidad de hablar con él, pero había perdido todo el valor y solo quería esconderme bajo mis cobijas. Así lo hice.

Seguro el chico volvería a la estación en algún momento, y cuando su compañero le pregunte por el número de teléfono, él solo respondería que no sabía de lo que estaba hablando. No me importa, no creo que ese zorro Kevin tenga las agallas de venir a mi puerta a reclamarme.

Estaba sintiendo ganas de llorar, cuando vi las vueltas de luces azules y rojas entrando por mi ventana. No se oían sirenas, salvo una muy corta cuando él se estacionó, y sí, ¡justo frente a mi casa! Salté de mi cama para comprobar, el policía salió de la patrulla y fue a mi pórtico. Magda salió a hablarle. No escuché bien, pero asumo que le dijo que se quedaría a vigilar un poco. Magda se lo agradeció y con ademanes le señaló que podía llamarla si necesitaba algo. El chico agradeció y regresó a su coche echando una mirada a la calle.

¡Era él! ¡El nuevo! ¡El guapo!

¡Leon...!

Igual de instantánea que mi decepción, regresó mi motivación elevada a la máxima potencia. Até bien mis zapatillas y salí de mi cuarto sin hacer ruido. Fui hasta el dormitorio de mi madre y cuando encontré en su agenda el teléfono de la señorita Park, me di cuenta de que no había llevado nada para escribir y que el bolígrafo que estaba dentro de la agenda no servía. Mi mejor solución en ese momento fue memorizar el número.

Seis, cinco, tres, cuatro, ocho, dos, nueve, noventa y nueve.

Seis, cinco, tres, cuatro, ocho, dos, nueve, noventa y nueve.

Repetía hasta el cansancio y hasta tatuarlo en mi mente. Bajé con cuidado y pasé justo por detrás del sofá en el que estaba Magda, caminando sobre las puntas de mis pies para no alertarla. Ella hablaba por teléfono y no me prestaba atención. Llegué a la cocina y justo cuando estaba por sentirme victoriosa, vi a mi hermana. Sostenía boquiabierta un vaso de leche y me miraba en suspenso. 

Hɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴄᴏʀᴛᴀs ᴅᴇ Rᴇsɪᴅᴇɴᴛ EᴠɪʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora