Cambio de aires

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Capítulo dedicado a mynniesan

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Durante la semana siguiente me quedé en casa de Gema y David, ya que no les importaba y yo no pensaba volver a casa hasta que las cosas se calmaran y mi padre entrara en razón. Yo hablaba por teléfono todos los días con Erick y mamá para saber como estaban.

Recuerdo el día en el que decidí marcharme de esa casa para que ellos pudiesen tener la normalidad de vuelta.

Habíamos quedado con Sandra y Connor en un parque porque estaban preocupados por mi estado de ánimo. Lucy, Jake, James y Sophie llegarían más tarde, ya que Lu tenía entrenamiento y sus dos hermanos tenían que ir con ella como castigo por algo que habían hecho en casa y Soph tenía que ir a la presentación del último libro de su autora favorita, Laura Gallego.

Yo estaba muy cansada. Durante aquella semana no había podido dormir bien por culpa de las pesadillas y eso me estaba empezando a pasar factura. Muchas noches David venía a dormir conmigo, pare aun así yo me despertaba horas más tarde respirando agitadamente y sudando por culpa de otra pesadilla. Cada noche era una distinta y sin conexión con la anterior.

Suspiré y me miré al espejo, donde las ojeras se notaban debajo de mis ojos y una palidez que yo no poseía estaba presente en mi rostro. Me lavé la cara en un intento de despejarme.

-¿Estás lista, Eva?,- me preguntó David desde el otro lado de la puerta.

-Sí, ya salgo, espera un momento,- respiré hondo para despejarme.

Cuando salí, vi a David vestido con una sudadera blanca, unos vaqueros oscuros y unas zapatillas también blancas. Me miró de arriba a abajo y no pude evitar sentirme incómoda mientras él fruncía el ceño.

-¿No crees que vas un poco desabrigada?,- ahora la que frunció el ceño fui yo-. Lo digo porque fuera hace menos de 15 grados y tú vas solo con una triste blusa.

-No tengo ropa abrigada,- suspiré-, sólo esto.

-Espera un segundo, ya vuelvo.

Se giró y desapareció por el pasillo. No pude evitar sonreír al ver la forma en la que se preocupaba por mí. Aunque yo sentía que no era necesario.

Pensé en todo lo que había ocurrido en los últimos días. David y Gema habían sido muy buenos conmigo. Me habían ayudado a sobrellevar la situación por la que estaba pasando.

Cuando levanté la vista, le vi caminar hacia mí con una sudadera azul marino con unas letras blancas en la parte de delante.

-¿Te gusta?,- me preguntó señalando la sudadera.

-Sí. ¿Por qué lo preguntas?

-Ponte la, a ver si es de tu talla.

Me la puse sobre la blusa y, aunque me quedaba un poco grande, decidí que me la llevaría. Era un bonito gesto de su parte dejarme su ropa para no morir de frío ahí afuera.

-¿Y?,- me preguntó inquisitivo.

-Me queda bien.

-¿Segura?

-Sí,- le contesté con una sonrisa. Me había dado cuenta que le gustaba asegurarse de todo.

-Bueno,- sonrió de medio lado mientras observaba como me quedaba la sudadera, después sonrió más abiertamente-. Ahora vamos, que la pareja de impacientes ya estará esperándonos en el parque,- no pude evitar soltar una risita cuando se refirió de esa forma a Connor y a Sandra, a lo que él también rió.

No todas las sonrisas son verdaderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora