Mamá

75 7 0
                                    

Caminábamos en silencio de vuelta a casa. Cada una iba sumergido en sus propios pensamientos. Yo pensaba en la historia que me había contado Javier. Había demasiadas cosas que no encajaban. Ahí fue cuando me di cuenta de que faltaba una tercera historia para que las otras dos encajaran.

Cuando estábamos a unas manzanas de mi casa, vi a mi madre salir de un taxi. Me extrañó bastante ya que cuando hablamos esa misma mañana me había dicho que continuaría con la gira.

Me despedí rápidamente de David, prometiéndole que volveríamos a salir. Él parecía realmente feliz en ese momento y me pregunté si se cortaría al llegar a casa.

Entré en mi hogar.

El ambiente era tenso. Eso era raro.

El silencio inundaba la casa. Me extrañé, ya que mi madre y mi hermano solían ser muy cercanos. Pero aquel día mi hermano la estaba ignorando y Vittoria parecía dolida. Le miraba y la tristeza cubría su rostro.

Allí estaba pasando algo, pero nadie me había dicho nada. No sabía que era lo que estaba pasando en mi propia casa.

-¿Te lo ha contado?,- soltó Erick de repente. Me volví hacia él extrañada. ¿Qué me quería decir?

-¿Qué?

-¿No te ha dicho por qué está aquí?,- la voz de mi hermano sonaba furiosa. Estábamos caminando por terreno peligroso. Walking on thin ice.

-No,- tragué saliva-, no lo sé.

-Perfecto,- se volvió hacia nuestra madre-, simplemente perfecto. No sabe porque has vuelto.

-Erick, yo...

-¡No, mamá!,- la interrumpió-. ¡Me prometiste que le dirías que volvías! ¡Me prometiste que le dirías el motivo!,- Erick nunca había gritado a nuestra madre. Él nunca había perdido los estribos.

-Erick,- le llamé. Me miró como si estuviese conteniendo toda la furia en su interior-. Tranquilo. No sé lo que está pasando, pero sea lo que sea necesito calma. ¿De acuerdo?,- él asintió poco convencido.

Escuché a Vittoria suspirar y me volví hacia ella. Parecía que iba a romper a llorar de un momento a otro.

-¿Me lo vas a explicar, mamma?,- le pregunté con voz suave.

-Vamos a sentarnos,- volvió a suspirar-. Esto va a ser largo.

Fuimos a la sala. Nos sentamos Erick y yo en el sofá en el que antes de salir yo de casa él había estado llorando y nuestra madre se sentó enfrente, en un sillón.

Vittoria estaba allí, sentada, mirando al vacío, como si estuviese buscando la forma de decirnos algo de la mayor importancia. Las palabras correctas para que todo sonase mejor a pesar de ser lo peor.

-Bella, necesito que te tomes esto con calma, ¿de acuerdo?,- me limité a asentir. ¿Qué más podía hacer en ese momento?-. Es algo importante para mí y...

-Deja de dar rodeos,- interrumpió Erick. Las lágrimas amenazaban desbordarse de los ojos de aquella mujer a la que la vida había hecho sufrir y aún así le plantaba cara. Ella suspiró pesadamente antes de continuar.

-Estoy embarazada.

Después de aquella confesión empezó a llorar.

Yo estaba en shock. No sabía como reaccionar. Iba a tener un hermano. Las cosas empezaron a encajar en el puzzle que se había ido formando. Eso solo explicaba los mareos, los vómitos y sus desmayos. Aunque según iba asimilando la noticia, me di cuenta de una cosa.

No todas las sonrisas son verdaderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora