Capítulo 15: Nada Está Oculto en mi Perímetro

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"YO LO SUPE ANTES"
Capítulo 15: Nada Está Oculto En Mi Perímetro
Por: Limna Soto

— ¡La comida estuvo deliciosa! — dijo Candy suspirando y, a decir verdad, se le veía más que satisfecha.

— Ja, ja, ja, noté que te gustó... ¿o es que en la mansión de los Ardlay no te dieron de comer todo el fin de semana? — bromeó Albert.

— ¡Oye! ¡No te burles de mi! Lo cierto es que con tanta pena en esa casa ni nos acordábamos de comer. — Mencionó Candy, palmeando el sofá como una invitación al joven para que se sentara a su lado.

— Discúlpame, linda. Me imagino que así fue... Pero ya estás aquí, y no dejaré que la pena ni nada te malpase. ¡Te extrañé muchísimo, princesa! — le dijo mientras jugaba con uno de los rizos de ella.

— Y yo a ti...  — y se acurrucó bajo el brazo de él. — Albert, siento una pena muy muy honda en mi corazón. La guerra, la muerte, o debería decir la vida, son muy crueles. La pérdida de Stair y Anthony, son golpes que han dejado vacíos enormes. Si hubieras visto cómo se puso Patty... hubo un momento en que se salió de sus cabales y tomó un cuchillo diciendo que deseaba reunirse con Stair. Entonces yo... — empezó a llorar acongojadamente — yo la abofeteé. Me dolió mucho hacer eso con mi amiga, pero en verdad nos espantamos demasiado con su actitud. Al final reaccionó y pudo seguir desahogándose. ¡Oh, Albert! No puedo deshacerme de esa horrible sensación de no haberme despedido a conciencia de él aquella fría mañana en que yo iba a Nueva York. ¡Estaba tan ensimismada! Y ahora en su funeral ni presente estuve, y de hecho nadie lo despidió porque ni sus restos estaban. La verdad es que quiero pensar que la sepultura de Stair está en el maravilloso cielo que tanto buscó explorar. — Sin dejar de llorar, buscó aferrarse al torso del chico, quien besaba su cabeza, y dejó asomarse una tímida lágrima también.

— Sí, Candy. Estoy de acuerdo contigo. Y si gustas, un día de estos iremos al parque, buscaremos un árbol muy alto para, desde tan arriba como podamos, despedirnos del buen Stair... fue un muy valiente chico, y el cielo fue su límite.

— ¿De verdad, Albert? Me encanta la idea... ¡gracias! — y le dio un efusivo beso — Oye, ¿y cómo te fue en el trabajo estos días? — le preguntó.

— Bien, bien... como de costumbre. De hecho, este viernes pasado estuvo ahí el Director, y nos dijo que lo más seguro era que algunos de nosotros iríamos de intercambio a un Zoo de Washington D.C a recibir capacitación. No aseguró quien sería, pero siendo el caso de que los demás chicos tienen familia... quizá esté pensando en importunarme a mi. — Candy se sobresaltó, y hasta yo me quedé desconcertado. ¿Qué estaba tramando esta vez el chico? — Tranquila, linda, es solo una posibilidad. Nada en concreto aún.

— Eso supones tú; pero de todas formas deberías recordarle que estás en tratamiento por tu amnesia. Porque aún no te recuperas del todo, ¿cierto?  Entonces sigues siendo mi paciente, y no, yo no te he dado de alta como para un viaje tan largo. — Dijo ella en un tono muy serio y profesional.

— ¡Wow! ¡Cómo me cuida mi enfermera consentida!

— ¡Por supuesto! Llevamos casi 3 años en "tratamiento", y no voy a arriesgarme a que todo eso sea en vano. ¿Me prometes que no te ofrecerás para ir, y que pondrás resistencia si te asignan? ¿Si? Por favor ...  — le decía con ojos y voz suplicante, de esas que las mujeres suelen hacer para conseguir lo que quieren y a esa que los chicos no pueden negarse. ¡Va! Tan dejados ellos...

— ¡Ja, ja, ja, está bien mi rubia hermosa! No me pondré como voluntario. — Dicho esto, se levantó del sofá para dirigirse a cerrar la ventana. Los vientos de otoño ya empezaban a sentirse invernales.

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