Capítulo 18: Con Nuestros Interiores Renovados

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"YO LO SUPE ANTES"
Capítulo 18: Con Nuestros Interiores Renovados
Por: Limna Soto

"La vida sigue su curso", "el tiempo no perdona"... frases tan trilladas; pero tan veraces. Y aunque también es cierto que la cotidianeidad y la monotonía no suelen ser agradables, en circunstancias como las que Candy estaba pasando, fue justamente eso, la rutina, lo que hizo que todo pasara más rápido de lo que imaginó.

Para cuando se dio cuenta, empezó a vislumbrarse la primavera. Los vientos invernales cesaron y el sol era, felizmente, cada vez más indiscreto. Digo, a mi me da lo mismo la temperatura, pero a ustedes si les influye mucho. Me doy cuenta, por ejemplo, que los días fríos suelen pasarlos en casa, resguardados, a gusto, buscando y generando calorcito en familia... y eso ponía a mi inquilina muy melancólica. Por otro lado, ya que el ambiente es menos gélido, entonces salen de casa, invaden calles y parques y disfrutan de manera amena de los exteriores y los paisajes... la distracción es mayor y no precisan de encerramiento. Y creo que eso es lo que Candy necesita para ya no ponerse tan triste por la ausencia de Albert.

La chica hacía cuando podía por ocuparse en su profesión. Daba algunas vueltas en la zona para ver si alguien tenía noticias sobre Albert, según el retrato que les había dado y que aún estaba exhibiéndose en ciertos lugares. Una parte de ella estaba segura de que el rubio estaba bien, y se consolaba con eso; pero otra aún se inquietaba porque no entendía esa desaparición así de pronto.

Un martes que el Doctor Martin decidió no abrir la clínica, a media mañana alguien llegó a mi umbral y tocó. Se trataba del buen Archie. Desgraciadamente, Candy recién se había metido a la ducha. No alcanzó a escuchar y, como consecuencia, no salió. Nuestro siempre elegante amigo, rápido escribió unas líneas para Candy y se fue... Minutos después, la rubia salió del baño, y rápido de un vistazo vio ese papel en el suelo.

— ¿Un recado? ¡Es de Archie! ¡Qué mala coincidencia! Viene a verme justo cuando me entretuve en la ducha. ¡Y con las ganas que tengo de verlo! Veamos qué me dice...

Querida Candy:
Tengo mucha prisa, por eso te dejo esta nota debajo de la puerta.
Han llegado a mis oídos rumores algo inquietantes. Ten cuidado con Neal Lagan.
Ha sido una persona propensa al misterio desde niño, así que será mejor que ni lo subestimes. Esta vez creo que va en serio.
Neal no se rinde, así que no bajes la guardia.
Estamos haciendo todo lo posible por encontrar a Albert. Intenta no preocuparte demasiado, ¿quieres?
Un saludo apresurado,
                                              Archie

— ¿Rumores sobre Neal? ¿Que tenga cuidado con él, sin bajar la guardia, porque esta vez va en serio? ¡De qué me hablas, Archie! En definitiva un día de estos tendré que ir a verte, y a las chicas también para que me pongan bien al tanto, y ¡porque los extraño mucho! Tan amable conmigo, y como siempre, preocupándose por mi. Y dice que han estado buscando a Albert... Más pronto que tarde toda nuestra búsqueda tendrá fruto. ¡Estoy convencida de ello!

Se dispuso a hacer una limpieza aquí dentro, así rapidito, y después comió algo ligero.

— Qué placer era compartir estos momentos contigo, Albert. Preparar juntos la comida, sentarnos a la mesa, y ya luego más tarde tomar el té, o merendar unos bocadillos, o leer un libro, o todo junto, y entonces,  no hacía falta nada más. Pero ahora... Ahora todo aquí es tan hueco, tan vacío. Este lugar en verdad me está quedando muy grande, y esta soledad me está pesando demasiado. No hay indicios de tu presencia por ningún lado, excepto por todo aquello que adquirimos pensando en nuestra vida juntos. Las tazas, las pijamas, la litera, las cortinas... ja, ja, ja — Rió de pronto —. ¡Cómo olvidar ese día que fuimos todo el camino hablando sobre el color que elegiríamos, y no obstante, como siempre todo terminó siendo preferencia mía! "Todo lo que te guste para nuestro hogar, me gusta a mi también", me dijiste. Pero jamás imaginé que finalmente la decoración sería mi única compañía. — Hablaba mientras delineaba la taza con su dedo índice... — Este departamento es demasiado amplio y triste para vivir sola. Ahora que lo pienso, nunca me había sentido así, y de hecho, ¡no tengo porqué seguir padeciendo esto! — Se levantó de la silla y fue hacia la ventana. Ya los atardeceres eran más largos, pues la claridad del día estaba presente por más tiempo. Candy entonces vio en el exterior y sonrió viendo en la calle a unos niños jugar. — ¡Ya es primavera! Los niños del Hogar deben estar muy emocionados disfrutando de los capullos y los paisajes enverdeciendo cada vez más. Sus risas contagiosas, sus travesuras, las pláticas con la Señorita Pony y la Hermana María... ¡eso es! Extraño mi origen. ¡Quiero volver al Hogar de Pony y eso haré ya mismo! Soy una enfermera titulada y exiliada de los hospitales de Chicago, así que perfectamente puedo buscar un lugar allá y trabajar. ¡No se diga más! A preparar todo para mañana mismo despedirme de la casera, quien se pondrá muy contenta de seguro...— Dijo una muy esperanzada Candy.

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