Lena. Fuiste Tú Y Siempre Serás Tú

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Siempre leo tus columnas, sean reportes, sean historias o sea tu pensamiento plasmado en tiernas palabras. 

Entiendo todo, tus miedos, tus frustraciones, tu amor, incluso entiendo tus lágrimas que ahora ya no puedo secar. 

Cada lunes me haces conocerte más, todo lo que yo no sabía de ti, porque está claro que no dices mucho de lo que piensas y me parece que eres cruel contigo misma al pensar que es estúpido decir algo ahora, para mí no lo es, me das fuerza, no puedo hablarte, no puedo encontrarte, no puedo contactarte, lo entaderas con el tiempo, cuando todo sea seguro podré volver, pero es difícil ver en la oscuridad y bruma, solo hace falta observar más para comprender. 

Mi familia es en verdad turbia, es problemática y cruel y todo está oculto por una máscara, que cuando descubras la verdad tal vez jamás me vuelvas a hablar. 

Yo fui su máscara por largo tiempo y creo que eso tú lo sabes bien. 

Preguntas lo mismo, debe ser terrible vivir con miedo e incertidumbre, ahora estoy en las frías montañas del Tíbet, alejada del ruido. 

Todos los días pienso en ti, pienso en cómo vivirás, si sigues usando aquel suéter azul, el que hacía resaltar aún más tus ojos, pensé que dejarías de usar tus lentes, pero son una parte importante para ti. 

Yo te veía sin ellos, parecías diferente cuando no los usabas, pensar en ti siempre me hace sonreír, que escribas esas columnas es gratificante, acorta mis días, haciéndolos más llevaderos y ligeros, releo una y otra vez tus palabras, tus historias y tus profundos pensamientos que no solías compartir, pienso que has cambiado y pienso que estás bien. 

Yo al igual que tu veo tu foto por las noches, aquí hay veces que parece no llegar el amanecer, hay días fríos, crudos y tristes, sin embargo cuando el sol toca la montaña, brilla, resplandece como nunca, vale la pena la espera, hace que los problemas parezcan insignificantes. 

Incluso si no escribes siempre tengo noticias tuyas, vale la pena ese pequeño riesgo. 

La estación de tren de la que tanto hablas, solo una vez fui a ella, supongo que fue la vez que me viste, tal vez tú y yo estamos destinadas a siempre encontrarnos. 

Yo no recuerdo haberte visto, pero recuerdo que por instantes fui libre, recuerdo la emoción, estaba huyendo, pensando que me liberaría de la oscuridad que ellos me envolvieron, pensé que sería libre de su maldad y crueldad. Recuerdo que el sol era brillante y había una brisa fresca de invierno, recuerdo un mundo de gente, corriendo, bajando y tomando el tren. 

Había miles de voces mezcladas, y yo entre ellas reía por la libertad, aplaudía mi audacia, gritaba de alegría, no podía ocultar mi sonrisa. Está claro que no fui tan audaz, pero ese día sonreía como nunca en mi vida. 

Yo tengo otros recuerdos tuyos, la primera vez que te vi fue en un café, todos los días a la misma hora pasabas corriendo a comprar café y tres donas una era el mismo sabor de todos los días y dos de diferente. 

Siempre amable, siempre sincera y siempre solitaria. Cuando apareciste en mi oficina yo sabía quien eras, jamás pensé que no querías conocerme, jamás pensé que hablaríamos como lo hacíamos y jamás pensé que me enamoraría de ti. 

-No pensarás enviar esa carta o si? 

-Sí lo pienso, constantemente lo pienso. 

-Sabes lo que causarás si lo haces. 

-Tiene miedo, está triste, y no sabe nada sobre mi. 

-Ellos solo esperan una señal de tu paradero, si se la mandas, se darán cuenta. 

-Mientras escriba sobre mí, no podré hacer nada, jamás lograré contactarla. 

Los Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora