Las Cartas Que Me Quedé Esperando

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En todo este tiempo que ha pasado, esperaba una carta, algo donde pudieras informarme donde estabas, pude haber ido contigo y tendríamos un encuentro magnífico. No creés? 

Me ilusione con esa idea, tú siempre supiste que me gustaban las cartas a mi punto de vista me parecía algo tan Íntimo y real, una idea romantizada. 

Solías regalarme cartas, las escribías con una finura, una letra tan pulcra y elaborada que me sorprendía. Tu hiciste de las cartas algo diferente algo especial. 

Querida señorita Danvers, hoy es un día especial para usted, es magnífico ver su resplandeciente sonrisa, hace que todo parezca más brillante en mi mundo, podría hablarle de mil temas diferentes pero preferiría hacerlo en persona, si tiene tiempo me gustaría una cita con usted, en el café Antico Caffè Greco, si te preguntas dónde está es en Roma. Si me lo permites me dejarías ser tu acompañante. 

Por favor responde lo más pronto posible a esta carta. 

Att: Lena K. Luthor. 

P. D.  No te preocupes por el viaje, me gustaría conocer Roma contigo. 

Pequeñas cartas, esa fue la primera que recibí, prestabas atención a todo lo que te decía, por más insignificante que fuera, lo tomé como una broma, un juego, pero para ti todo lo que decías no era juego, me llevaste a Roma, a un café antiguo, el que habías mencionado, y me sentía tan incómoda por eso, por que la verdad para mí era, que cualquier café era bueno mientras fuéramos tu y yo, no dejaré de decir que fue el mejor café que pude tomar, su preparación fue ilustre, perfecta y tu italiano fue un deleite, era mi cumpleaños, y no entendía cómo habías hecho tanto, lo primero que pensé fue que era para impresionar. Pero eras simplemente tú y tu peculiar forma de ser. Incluso ahora aún me haces sonreír. 

-No piensas que las cartas son románticas? 

-Pienso más que son antiguas, es más fácil mandar un mensaje. 

-Me gustan las cartas. 

Después de esa plática tan trivial recibí la primera y después de esa muchas más, todas con significado y cosas importantes, me amabas cartas y postales de tus viajes de trabajo, me mandabas cartas de invitaciones para fiestas, citas como te gustaba llamarle, mis cumpleaños e incluso viajes a los que querías llevarme y no siempre aceptaba. 

-Por qué la llamas citas a nuestras reuniones? 

-Porque eso es una cita. Cómo podría ser una reunión simplemente si no hablamos de negocios, pasamos un buen rato Kara, eso hace una cita. 

-Para mí las citas son románticas. 

-Para mí esto es romántico. 

Mi ingenuidad siempre te hería verdad? 

Pero mi idea de romántico en ese entonces implicaba la intimidad sexual, besos, caricias, sexo.  Jamás noté la tensión sexual entre nosotras, eran tiempos felices y a ti no te importaba que no lo viera, lo hacía porque querías. 

Ahora entiendo mi error porque no podía haber nada más romántico que lo que hacías, organizar todo, darme comodidad y seguridad, espontaneidad en los viajes, en tus cartas, en tu actitud conmigo, qué he de decir que más de una vez pensé que eras presumida. Me enamore de tu yo presumido. 

Sin embargo no todas tus cartas eran felices, y buenas, más de una parecía triste y desesperada. 

No sé por qué te escribo, ni siquiera yo lo entiendo, hoy no fue un buen día, no he tenido ningún buen día, se supone que te escriba sobre la maravilla de los paisajes de Escocia, o el bullicio de Londres, pero  han sido días grises, me hace falta ver tu sonrisa, tus gruesas gafas y tu actitud brillante y optimista. 

Es la primera vez que veo Londres gris, el Támesis parece una fosa sin fondo, y el clima húmedo me hace sentir en una caja de la que no puedo escapar, quisiera escapar de la sofocación y desaparecer del mundo donde no puedo respirar ni expandir mis alas. 

Tu logras hacerme respirar, pero es tan egoísta de mi parte tomarte como mi salvación, debería salvarme primero yo y después sin cadenas terribles poder estar contigo. 

Att: Lena. K. Luthor. 

La respuesta que te di fue que te fueras de Londres y volvieras conmigo, donde pudiéramos platicar con tranquilidad, te hable por teléfono lo recuerdo bien, tu carta era angustiante y triste, tu bienestar siempre fue mi prioridad. 

Ahora soy egoísta pidiendote que vuelvas a un lugar donde no eres feliz, pero tampoco recibo carta alguna para poder ir contigo. Perdona mi egoísmo. 

Mi querida Lena, releer estas cartas me hace conocer más tus motivos de partida, pero lo cierto es que yo también me sentía oprimida, deberías saber que tu eras mi salvación, me hiciste feliz, fuerte y segura de mí misma, encontrar tus cartas me ha hecho entender que necesitas sanar primero para poder amar con libertad. 

No me cansaré de esperarte, la espera no es fácil te desgasta, y la angustia te mata, pero no importa el sufrimiento si de ti se trata. 

-Kara? Estas bien? 

-Eso debería preguntarte yo, me llegó tu carta. 

-Oh, perdona eso, no fue nada, ya estoy bien. 

-No te oyes bien. 

-Tal vez porque aquí son las cuatro de la mañana y aún me siento dormida?

-Perdón, no pensé… Es  solo que la carta parecía triste y pensé que si no estas bien, podrías volver, irte de donde no eres feliz. 

-Siempre lo pienso cariño, lo mas seguro es que me vaya. 

-Sí, puedes irte si te hace feliz. 

Debí agregar que me llevaras contigo a donde fueras, entonces tal vez no estaría escribiendo esto, estaría contigo. 

Por favor vuelve a mi Lenn. 

Los Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora