Capítulo 8
Un fin de semana de terror
POV Draco
Ser padre primerizo es como vivir dentro de una película de terror; hay muñecos inquietantes por toda la casa, oyes ruidos extraños y no puedes dormir tranquilo, porque sabes que en cualquier momento te van a dar un susto. Y no sólo pasas miedo en casa ¿eh? En el coche también vas en tensión. Estás todo el rato mirando hacia atrás, para ver si los niños siguen ahí. ¿Pero cómo se van a escapar? ¡Si van más atados que Hannibal Lecter!
Ojo, que no todo es color de rosas en el campo de la paternidad y la maternidad. Es más, hay días en que predominan otros aromas menos agradables. Así que hay que estar atentos y tomar nota. Por lo que pueda pasar.
Lo primero es lo primero. No podemos confiarnos. Las cacas de bebés siempre parecen un tema simpático. Para echarse unas risas. Hasta que te conviertes en padre. Y oye, uno tiene miedo a ese olor nauseabundo que has catado de alguna caca de un primo pequeño o te ha contado algún familiar cercano, pero luego nace tu bebé y resulta que su caca es especial. No huele. O si huele, el aroma es más que soportable. Yo me frotaba las manos. A veces eran aparatosas y te ensuciaban hasta la pared de la habitación, pero se llevaba. Todo es más llevadero cuando el olfato no sufre en demasía.
En ese preciso instante me preguntaba si; ¿Había colaborado en la creación de los bebés perfectos? ¿Eran mis niños una evolución sin precedentes de la humanidad, en lo que a aromas intestinales se refiere? ¿Podía un bebé cagar sin amargar el desayuno a sus padres? ¿Era ese bebé alguno de los míos?
Todo parece bonito hasta que un día empiezas a introducir en la vida de tus bebés la alimentación complementaria y, como por arte de magia, sus entrañables cacas se convierten en plastas de una consistencia que ni el cemento. Y para rematar la faena, con un aroma a mil demonios. “¡Te comiste un cadáver!
Llegados a este punto, en el que ya he abierto los ojos a la realidad, no me queda más que aprender una serie de consejos de casi las expertas en la materia.
Digamos que es una guía a mi estilo para sobrevivir a cacas radioactivas de bebés. A esas deposiciones que te tiñen la piel de verde y convierten a tus tripas en una montaña rusa que alcanza una velocidad que no conocieron tus intestinos ni en tus noches de borrachera.
1. Si sabes que tu bebé se ha hecho caca (y te juro que lo sabrás), antes de empezar con el proceso hay que tener a la mano un pañal de recambio y un paquete de toallitas húmedas. Y muchas
2. Reza a Merlín, para que al bajarle el pantalón no te encuentres con un estropicio de dimensiones bíblicas. Hay algo peor que el olor. Y ese algo es que la caca de tu bebé se haya derramado por la espalda y las pantorrillas. La escena es para grabarla. Pero no voy a entrar en detalles.
3.1. Si tu rezo ha surtido efecto, dale las gracias. Arrodíllate ante él. Hazle un sacrificio. Ese ente superior se merece lo que quiera.
3.2. Si tu oración ha caído en saco roto y quien te tenía que echar un cable estaba en otras cosas, no desesperes. Que no cunda el pánico. El mal ya está hecho. Levanta al bebé e intenta quitarle el body causando el menor desperfecto posible. No te martirices si hasta el pelo se le llena de mierda. Las cartas venían desde el principio mal dadas. Eso sí, antes de pasar al siguiente paso, limpia con una toallita húmeda las partes más castigadas por la avalancha, generalmente la zona baja de la espalda. Intenta mirar lo menos posible para que no empiecen demasiado pronto las primeras arcadas. Descubrirás que puedes limpiar casi a ciegas.
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Sin Pecado Concebido
FanfictionPrologo: A raíz de un accidente en donde la esposa de Draco; la cual estaba embarazada, y esta queda muy mal herida al borde de la muerte. Con afán de cumplir la última voluntad de la esposa del amor de su vida, Hermione Granger se ha propuesto enc...