Capítulo 7 - Premonición

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Su respiración era pesada, sin importar que tanto corriera no podía escapar. Estaba a oscuras pero aun así era capaz de ver a la perfección.

Ya se estaba cansando y de por sí no se   podía avanzar más, estaba rodeado, aterrado con cero chances de ganar; imágenes a la distancia, figuras que trataban de ayudar mas estaban demasiado lejos. Gritó que se alejaran y su sombra se alargó deformándose como un monstruo, se levantó, abrió su boca con sus enormes colmillos y se devoró al enemigo.

Despertó sudando de esa horrible pesadilla, James respiraba de manera agitada , había tenido malos sueños de batallas pero nunca algo tan aterrador, se sentía tan real pero era algo tan espantoso que decidió pensar que no era nada más que eso, una pesadilla, algo que olvidaría al ir avanzando el día. Dejó de pensar en esto y  cuando miró a su alrededor, noto lo que había hecho, despertó a sus poderes, se calmó  como le había enseñado el amigo de Luke en la escuela (nunca se recordaba de su nombre)  y la habitación presentó sus colores normales, su colección de fotos reposaba sobre su armario metálico con un par de espadas encima de él, cada Obscuro tenía su manera de recordar su vida, conocían a muchos y pocos duraban; las espadas le habían pertenecido a su hermano mayor, murió cuando James era un niño y lo único con lo que se pudo quedar fue con sus espadas.

Se fue a cambiar y al salir había una niña pelirroja parada al frente de su puerta. Se notaba que era una híbrida, de hecho, era una especial, parte sirena; cuando es una especie tan pura la que se liga se nota físicamente, a diferencia de los hombres lobos o vampiros que fueron creados por lo que sería más, una maldición, especies como las sirenas  muestran sus genes en todos sus descendientes.

La pequeña levanto un plato de galletas de limón invitándolo a tomar una. Caminaron hasta la cocina donde habían  aproximadamente unos 24 niños si no más, reunidos alrededor de Analin quien servía el desayuno que Bel preparaba rápidamente. Era un banquete, y lo necesitaban para tener energía suficiente hasta la hora del almuerzo, sin fuerzas no podrían hacer su entrenamiento matutino diario y obligatorio, después, los más viejos les daban clases para que en la tarde estuvieran libres y en la noche volvían a entrenar pero con sus poderes que iban formando.

-    Ahí estas Lilly- dijo Analin a la pequeña al lado de James – no te has bebido tu jugo lleno de vitaminas y proteinas.

-    No me gusta – respondió sin mostrar emocion.

-    Pero...yo la hice – dijo algo sorprendida Analin.

-    Es por eso – no tenia vergüenza ni culpa al responder así.

Se parecía a Bellabel, todos lo decían, eran frías a primera vista , sonreían poco, pero les era fácil hacer amigos de hecho ellas lo eran, se ayudaban con las provisiones de dulces y a proteger los escondites de estos.

James se sentó  junto a ellos y comenzaron a devorar todo lo que había, su cuerpo había extrañado ese tipo de comidas, las saludables, lo único que comía en el apartamento era de microondas o lo que pedía del restaurante chino de la esquina; Analin extrañamente estaba comiendo más de lo habitual, era una de las entrenadoras, nadie se lo hubiera esperado, tenia 24 y se veía delicada con sus largos cabellos hasta la cintura y sus peculiares ojos yendo casi a un color blanco, a algunos les espantaba, y ella amaba eso, si los niños le temían entrenarían más fuerte, debían hacerlo para sobrevivir.

Aunque un Obscuro podía vivir hasta los 200 años a lo que más llegaban era a los 65, luciendo de 30 permanentemente, morían más de los que se quería admitir, por eso la mayoría se casaba a los 17, si uno de los dos caía en combate el otro tomaba su oscuridad poseyendo sus recuerdos y se hacia  el doble de fuerte, pero, era más para poder decir  que seguían peleando juntos, era una tradición muy  respetada. Algo que extrañaba a algunos era John, su aspecto, si, tenía 100 años, debía lucir de 30 pero se veía viejo, muchos ignoraban esto y decían que las cicatrices de guerra debieron de haberlo dejado así, ¿cicatrices? El cuerpo de un Obscuro era tan poderoso que era imposible dejar una marca permanente, sin importar si era puro o híbrido pero aparentemente a nadie le importaba, no le prestaban atención a esto, al él estar tan poco, solo unos cuantos le daban mente y aun así no se atrevían a preguntar.

Los niños siguieron a Analin al gran salón, James los seguía hasta que escucho “hermano”, pocas veces en la vida Bel  lo había llamado así  a no ser que se tratara de algo serio.

-    No todos nuestros recuerdos son agradables, así que no los presiones, será demasiado para tu mente.

-    ¿Quién dice que los estoy presionando? – preguntó sin voltearse.

-    Tus marcas – ella le respondió al oído dándole un pequeño escalofrío – ya vete.

James se fue, recordaba el camino, por lo menos. 

Un reino oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora