Capitulo 1

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Joaquín Bondoni, ese es mi nombre. Tengo dieciocho años y vivo en Seattle junto con mi madre Miranda Bondoni. Me considero un chico estudioso, responsable, cariñoso, algunas veces un poco loco, o eso es lo que mi madre me dice siempre, algo tímido pero cuando entro en confianza todo es diferente. Me gustan las fiestas, pero no salgo tan seguido a ellas, solo cuando tengo ánimos de ir. Digamos que no tengo amigos, los considero solo "compañeros" por así decirlo. Lo sé, todo yo es un extraño. No pertenezco a una familia adinerada y con muchos lujos, mi madre y yo trabajamos en el mismo Starbucks, digamos que somos de una situación económica muy normal. Nos damos nuestros gustos, pero a la vez no tanto.
Mi padre falleció cuando yo tenía diez años de edad. Estaba muy chico cuando él se fue, es la razón por la que no entendía la situación por la que pasaba mi madre. Y extrañaba a papá, a pesar de que los pocos recuerdos que tengo con él se estuvieran borrando de mi mente. Después de su muerte, mi mamá comenzó a tener problemas en el trabajo, digamos que no duraba un mes en alguno, así que yo desde los trece años comencé a trabajar en cosas chiquitas, vendía galletas o iba a bazares a vender la ropa que ya no me quedaba. No era mucho, pero yo sé que con algo podía ayudarle a mi madre. No tengo hermanos, aunque mi madre deseaba volver a tener hijos, ella se niega ahora. Yo siempre le he dicho que puede volverse a enamorar, ella es joven, literalmente me tuvo a los dieciocho años. Pero bueno, tal vez empiece mi operación "Buscando novio para mamá", no me gusta verla solo obsesionada por hacer trabajo. Pasando a otros temas, recibí una beca en el gran internado, Seattle Memorial una de las mejores en Seattle. La principal razón por la que quise entrar es para darle una mejor vida a mi madre, aunque para eso me tarde bastante, me tomo un año poder entrar a esta escuela. Otra de las razones es que gracias a este internado podría tener una oportunidad en alguna Universidad de mis sueños. Seattle Memorial, por lo que investigue no es un internado común y corriente. No existe el uniforme, no tienes que pedir permiso a tus padres para salir de este, puedes dormir en casa o ahí mismo. ¿Y saben porque es así? Sencillo, ahí mismo estudian los hijos de "personas importantes" me refiero a empresarios, abogados, artistas musicales, actores, cirujanos exitosos etc. Un internado lleno de chicos y chicas millonarios.
- ¿En qué piensas? – mi madre logro sacarme de mis pensamientos. Nos encontrábamos en la cafetería donde trabajamos. Ya era algo tarde y seguíamos acomodando todo.
- En la escuela – sonreí – no puedo creer que haya al fin podido obtener una beca en Seattle Memorial.
- No sé por qué te sorprende hijo, sé que este es tu sueño desde hace tiempo. Aparte eres muy inteligente. – reí.
- Gracias mamá – la abrace- siempre he sido sincero contigo y no debo negarte que me siento intimidado. No es que me avergüence ser tu hijo, porque estoy más que orgulloso de ti – mi madre sonrió – estaré en una escuela donde seguramente sean las peores personas conmigo.
- Hijo no debes de preocuparte por eso, tú vas a la escuela a estudiar y a dar lo mejor de ti. No a que te importen los comentarios de otras personas.
- Lo sé mamá, si es necesario sacare mi lado rudo.
– Tú no tienes un lado rudo, ni siquiera podrías patear a un cachorrito – reímos.
- Tienes razón.
- Por cierto, ya tramité todos los papeles para que comiences en el segundo año. Estoy segura que el director te aceptara. 
- ¡Sí! Ojalá que sí, no quiero comenzar otra vez primer año. – así como lo leyeron, ya que no pude entrar el año pasado a Seattle Memorial, tuve que cursar primer año en otra escuela.
- Ya puedes irte, yo terminare aquí y después te alcanzo en casa. – termine de acomodar las tazas.
- Este bien, te veo en un rato.
Deje mi mandil en su lugar, tome mi mochila y salí de la cafetería. Eran las siete de la noche, el camino a casa era algo largo, pero no me molestaba irme caminando. Es más, adoro caminar y mirar todo lo que hay a mi alrededor. Dos cuadras antes de llegar a casa me encontré a Sofia, una chica de mi escuela. No somos muy amigos, pero nos llevamos muy bien. Esta se encontraba en una dulcería, ya que es demasiada adicta. Sin pensarlo entre para sorprenderla.
- ¿Qué haces? – susurre en su oído. Ella dio un brinco del susto.
- Eres un tarado – reí – me asustaste.
- Lo siento mucho ¿Qué andas haciendo?
- Vine a comprar un libro Joaquín – su sarcasmo era impresionante.
- Ya, ya perdón – reí.
- Tienes que admitir que fue una pregunta tonta. Por cierto ¿Ya te llego respuesta en Seattle Memorial? - caminamos hasta la caja para pagar.
- Si – sonreí- me aceptaron – ella abrió los ojos sorprendida – Voy a comenzar este lunes las clases y créeme que estoy un poco aterrado. – Después de pagar lo que llevaría, salimos del local.
- ¡Eso es increíble! Digo, no es increíble que empieces este lunes y que  nosotros sigamos de vacaciones, ya que nosotros entramos recien dentro de dos semanas – le enseñe mi lengua, ella y yo vamos a la misma escuela, ahora estaremos separados. - pero sé que te ira de maravilla en ese internado. ¿Empezaras desde primer año?
- No, o bueno, no lo sé, mi madre solicito que pudieran meterme en segundo año, tendré noticias cuando vaya.
- Con tus cualificaciones sin duda te aceptarán - reí - no debes sentirte intimidado por chicos y chicas que...
- Que son millonarios, probablemente egocéntricos, se burlaran de mi por ser becado ¿Ya sabes no? Lo típico en las películas.
- Y tú deberías de dejar de ver ese tipo de películas. Yo solo iba a decir que no debes sentirte intimidado por lo millonarios que son.
- Ah eso – reí- no, créeme que no. Seguimos caminando y platicando. Sofia y yo vivíamos en la misma calle. Como les dije no puedo decirles que es mi amiga o mejor amiga porque solo algunas veces nos ponemos al corriente con nuestras vidas. Una vez llegando a mi casa, me despedí de Sofia y entre para hacer un poco de limpieza entre otras cosas más. Sé que a lo mejor mi mamá este muy agotada, le preparé su cena y a pesar de que dieron las nueve de la noche, ella aún no llegaba. Me rendí y fui a mi habitación a dormir. Mañana iba a poder ir al centro comercial a comprar un poco de ropa nueva y cosas que necesitaría para el internado.
Que comience esta aventura.

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