Capítulo V

627 56 14
                                    

Mientras Adina invertía todo su tiempo para sacar adelante las ilusiones y sueños de su hermano Frederick para convertirse en una profesional, también intentaba de todas las maneras posibles posibles que Joseph Firgretmann aprendiera sobre ecuaciones, pero había algo dentro de él que lo impedía, principalmente se trataba de toda la oposición que demostraba con cada sesión de tutorias que le estaba brindando la muchacha, con una posición tan renuente y reacia a la oportunidad de aprender, lograba sacar a Adina de sus casillas. La primera razón y la de mayor peso que le impedía a Joseph aprender, radicaba en el hecho de que su tutora, era nada más y nada menos que una mujer, y la segunda era que ella era menor que él, por tan solo un año, pero se sentía igualmente humillado por el hecho de que una mujer menor que él, estuviera sentada a su lado en el mueble de su hogar intentando enseñarle algo que parecía tan sencillo para ella, pero que para él, era un tema imposible.

—Aquí lo único que tienes que hacer es restar y eso es todo, así terminaría el ejercicio. — Adina suspiro dejando el lápiz encima del cuaderno.

Aquello parecía una pérdida muy importante de su tiempo, Joseph Firgretmann era un caso difícil, por no decir que imposible, parecía que nada de lo que ella decía o hacía entraba en su cabeza y por varios instantes Adina se preguntó qué tanto tendría el muchacho en su cerebro que no era capaz de concentrarse en absolutamente nada.

—No entiendo. — murmuró, bautizando esa palabra como una de sus favoritas cuando estaba con Adina, ella respiró ondo, intentando llenarse de la paciencia que poco a poco se le escapaba.

—Así nunca llegaremos a nada. — comentó poniéndose de pie y colocando ambas manos en su cadera.

Joseph la miró y alzó una ceja.

—Es mejor que te rindas. — dijo tirando con algo de fuerza el lápiz que tenía en sus manos. — Así no perderemos el tiempo ninguno de los dos.

Adina lo miró y se cruzó de brazos, enfadada.

—No puede ser que al primer fracaso ya quieras renunciar. — argumentó frunciendo el ceño. — ¿tan débil eres?

—¿Que quieres que haga si no puedo? — objetó, levantándose del suelo con el ego y orgullo herido.

—No soy de las personas que renuncia fácilmente Joseph. — mencionó. — y si yo puedo, tu puedes. — dijo muy convencida de sí misma. —Tengo una idea ¿Cual es tu lugar favorito? — preguntó.

El menor de los Firgretmann se sorprendió e incluso se extrañó por la pregunta de la muchacha, pero logró responderle casi de  inmediato.

—Me gusta mucho el patio trasero. — contestó con simpleza.

Adina asintió y le mencionó que tenían que trasladarse hasta el jardín trasero, tumbaron una manta y ambos se sentaron con los cuadernos en sus manos.

—Mira Joseph. — la muchacha llamó la atención del menor. — Tienes que dejar de lado todos tus prejuicios y abrir tu mente.

El chico frunció el ceño, sin entender a lo que se refería su compañera.

—No te hagas el desentendido. — ella lo miró seriamente. — Sé lo que piensas de estás tutorias, llevamos tiempo en ello y no hemos avanzado porque ni siquiera te das la oportunidad, estás tan cegado por el hecho de que una mujer quiera enseñarte, que no prestas atención a lo que es verdaderamente importante.

Si antes el joven se encontraba sorprendido, ahora mismo no tenía absolutamente nada que decir, era como si Adina estuviese dentro de su cabeza y conociera exactamente lo que pensaba, aunque le costaba admitir, no podía seguir negando el hecho de que ella tenía la razón.

"Te escuché hablando con tus amigos sobre lo que significaba para ti tener que soportar a una sabelotodo como yo. — murmuró continuando con su discurso. — y créeme que yo tampoco quería hacer ésto, porque además de que sabía que sería todo un reto, no quería verme involucrada con un busca pleitos como tú.

" Dime Joseph ¿no estás cansado de que te encasillen como un rebelde sin causa del cual no se puede esperar algo positivo? — preguntó.

Joseph Firgretmann miró a la muchacha, sus palabras habían tocado en un lugar muy profundo de él, se sentía tan extraño, jamás había tenido una conversación así con nadie, su padre lo único que hacía era llenar su mente de regaños, su madre prefería mantenerse al margen y apoyar a su marido y Adler, su hermano estaba ocupado en sus asuntos como para importarle un poco el comportamiento de su hermano, a los ojos del menor de los Firgretmann, Adina había sido la primera y única persona que le preguntaba lo que él pensaba o sentía.

—Odio mi vida. — respondió a secas con la mirada baja.

La muchacha lo miró y por unos instantes sintió compasión, pero luego ese sentimiento fue remplazado rápidamente por el enojo ¿Como podía decir el eso? Tenía una vida estable, un hogar hermoso y prácticamente su vida estaba asegurada desde el momento en el que nació, ella al contrario, tenía su mundo completamente alrevés, se preocupaba por su hermano como si fuese ella la madre, pues  sí algo le ocurría a Frederick, ella no sabría que hacer, porque él era lo único que le quedaba en el mundo. Ya que no podía pensar lo mismo de su progenitora, la cual parecía ser un mueble más del apartamento que un ser humano.

—Demuéstrale a todos de lo que estás hecho Joseph. — Adina en un impulso tomó las manos del muchacho, quien no pudo evitar sentirse nervioso ante el contacto con la jovencita. — Yo sé que tu puedes, sino desde hace tiempo hubiera renunciado. — carcajeo unos segundos. — pero, tienes que comprometerte.

Joseph asintió, tomó las manos de la muchacha y las agitó unos segundos. Quizás era esa las palabras que él debía escuchar, algo que jamás había oído, pero que su mente y corazón pedían a gritos, sólo quería resaltar, pero lo había hecho siempre de la forma incorrecta. El menor observó un par de minutos a su compañera y por primera vez notó lo guapa que era, sus amigos habían comentado que a Adina era toda un muchacha hermosa, pero que su dificultad para hacer amigos y socializar, la convertían en todo un bicho raro, pero hermoso. Joseph en aquella tarde le dio la razón a sus amigos y si algo comenzó a sentir ese día el menor de los hermanos Firgretmann, fue atracción por su compañera de tutorias.

Editado - 10 sep 2021

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora