Capítulo XXXV

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A pesar de la negativa de Frederick, el pobre no pudo evitar que a las ocho en punto, su hermana saliera de la habitación de Ingrid con un increíble vestido, un peinado y maquillaje perfecto para la ocasión. Ella se veía tan mayor, apenas podías notar a la jovencita de diecinueve años que se escondía detrás de tanta opulencia y sensualidad, parecía ser otra persona y en el fondo, lo era.

Un vestido de rojo carmesí resaltaba su color de piel y más que todo a sus ojos, los cuales parecían dos piedras preciosas ocultas a simple vista de todos, ceñido en los lugares adecuados, lograban invocar ese, efecto elefante y sensual que tanto la caracterizaba cuando trabajaba en el jardín, a pesar de ser un vestido prestado, le sentaba muy bien y tenía el aspecto de ser algo costoso, lo que ella quería aparentar esa noche con toda la producción que tenía encima de ella. Y a pesar de que era plena noche de miércoles, la excusa de un resfriado funcionó para Gina y Pol quienes prefirieron dejarle esa noche libre, antes que llegara a contagiar a alguien.

-Estas en dentro de la boca del lobo. - murmuró con enojo Frederick, quien se encontraba sentado en un viejo sillón con Alaric en sus brazos y un biberon en su mano. -no basta con el hecho de que debas trabajar en un lugar lleno de nazis. - gruñó. - ahora vas a meterse en sus malditas casas.

-¿Que diablos debía hacer? - preguntó Adina, mirándose en el espejo de la pequeña sala mientras se acomodaba su vestido. - ¿rechazar y levantar sospechas? - indicó alzando la mirada, para toparse con el ceño fruncido de su hermano mayor. - debo seguir la corriente, si un maldito nazi quiere que salte, lo haré. - hizo una pequeña pausa para acomodar su tacón.

-Haz lo que quieras. - bufo Frederick, dándole el biberón al bebé.

Adina suspiró, sentándose en el sofá a su lado, Ingrid se encontraba a unos cuantos metros, en la pequeña cocina, fingiendo que lavaba los trastes para dejarle algo de espacio a los hermanos.

-Hiciste lo que debías hacer para salvarnos. - murmuró, colocando su brazo sobre la mejilla de el mayor. - siempre me haz cuidado y protegido hermano, pero ahora es mi turno. - indicó.

Frederick suspiró, lleno de rabia e impotencia. Aunque estaba casi recuperado por completo y que pronto podría volver a trabajar, no podía dejar de pensar en que su pequeña hermana se había lanzado al pantano infestado de cocodrilos, cuando se iba en las noches a trabajar, rezaba por su vida, pedía protección desconsoladamente entre lágrimas, deseando que ningún hombre se aproveché de su bondad para que cada día, llegue sana y salva a casa. La culpa, lo comía por dentro, por sentirse tan débil y vulnerable, él siempre había dado la cara por ella, Frederick era ese hermano protector que daría la vida por su pequeña hermana, pero ahora se sentía tan inútil y sobre todo, muy culpable, no solo por su estado de convalecencia actual, sino por el peligro que corría Adina día tras día al convivir con nazis.

-No quiero que nada malo te pase. - murmuró. - no lo podría soportar.

Adina apoyó su cabeza en el hombro de su hermano, desde que todo el caos había llegado a su vida, ambos intentaron hacer lo mejor, su instinto de sobrevivir se encendió aquel fatídico día en 1939 y desde entonces, jamás se había apagado, cada minuto de su vida era una constante amenaza, las imágenes del ghetto estaban tatuadas en su memoria y por las noches, las pesadillas no los dejaban dormir, cualquier cosa los ponía nerviosos, así no estuvieran en peligro, ellos sentían que su vida podía acabar en cuestión de segundos. Frederick no podía sacarse de su memoria aquella noche cuando por fin fueron libres y los días siguientes a ello, el hambre y el cansancio de sus cuerpos, el llanto de su sobrino que caía en un profundo sueño para luego despertar con hambre nuevamente, sumergidos en el bosque, llenos de sudor, sangre y lodo, con el cuerpo agotado las lágrimas silenciosas de Adina se deslizaban en silencio para evitar más preocupaciones a su hermano, quien notaba el miedo y la tristeza a través de sus ojos.

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora