Capítulo XXV

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Lo oculto y lo prohibido posee una cierta esencia que resulta embriagante, ese punto exacto, en donde el miedo se transforma en deseo desenfrenado y los principales instintos del ser humano salen a relucir, algo que es indebido, pero que sienta tan bien, que estimula al cerebro para luego liberar tu adrenalina, esos momentos en donde sientes como todo tu cuerpo se contrae y los latidos de tu corazón aumentan en medio del frenesí, esa electricidad que recorre cada rincón de tu ser y le inyecta vida a tu alma, todas esas sensaciones inexplicables que sólo se logran percibir cuando das tu último salto de fe para caer al vacío, ese pequeño instante, cuando le das una probadita al lado oscuro y sientes como poco a poco te consumes en la inmensidad de las tinieblas, cuando ya es imposible abandonar y empiezas esa búsqueda por cada vez más y más, cuando la diversión en la noche, compensa un día repleto de responsabilidades. Ese escape perfecto que hace volar a la mente, a un mundo lejano, donde  todos los sentidos se agudizan, y que sólo puedes experimentar  en el abismo de los placeres, el cual, de cierta manera, posee una extraña belleza que todavía no es decifrarda por la mente humana, pero que de igual manera, se encuentra presente en todos,  donde la luz y la oscuridad se encuentran y forman algo mágico, cuando ya no existe un retorno y donde se puede brillar con una intensa nsidad sin presentes y a la vez, encontrarse envuelto en oscuridad absoluta.

En ese punto medio, donde la oscuridad y la luz se fusionan, es el lugar donde se encuentra el cabaret austriaco más famoso de todo Linz, lugar sacado de una fábula antigua, con aspecto elegante y refinado, donde cada detalle era meticulosamente controlado por los descendientes de una familia francesa, que había emigrado una década atrás a la ciudad de las bellas artes. Inspirado principalmente en los cabaret's más famosos de París, el establecimiento no tenía nada que envidiarle a su predecesores, pues había sido pensado y ejecutado para ser igual o incluso mejor que esos míticos lugares de placeres que se encontraban en la boca de todos, pero que a su vez, ninguna persona cuerda era capaz de pronunciar su nombre, en voz alta.

El jardín era un lugar inmenso, ocupaba un edificio de tres pisos enteros, donde cada planta resultaba ser una sección que conformaba la escala de los placeres del ser humano; la primera planta era el lugar de bienvenida, donde te recibían cuando llegabas, el cual poseía  aspecto de un restaurant que funcionaba como la fachada perfecta para esconder los berdadors propósitos del lugar, al subir unas largas escaleras y con previa invitación, se encontraba la segunda planta, donde un bar muy elegante te esperaba, solo si te rodeabas de las personas indicadas, unas cuantas escaleras más y llegabas a la última planta, donde encontrabas el paraíso, la cúspide del todo, justo ahí, de encontraba el cabaret.

Por el aspecto de toda la edificación y sus ostentosas decoraciones, era evidente a simple vista que sólo las  personalidades más importantes de Linz podían acceder al establecimiento, para disfrutar de la música en vivo, comida, bebidas y por último, la compañía de las hermosas jovencitas que allí se podían encontrar. No era un secreto que la exclusividad y privacidad que aportaba ese lugar, era quizás, el recurso más valioso que tenían para ofrecerle a la distinguida clientela que asistía todas las noches, en busca de ese algo prohibido, la dosis de oscuridad que necesitan, esa electricidad que les falta para sentirse vivos.

Y aunque parezca extraño, el jardín era un cabaret totalmente diferente a lo antes conocido, atrapada por los mitos que conformaban la mitología griega, el lugar se adecuaba a aquellos tiempos antiguos, pero con un toque elegante y moderno, donde cuando llegabas, eras sumergido en un mundo diferente, donde ahora no sólo eres alguien importante, sino que eres un expectador de lo que sucede en el jardín y donde también, habitan las diosas, las cuales son representadas por cada una de las jovencitas, que con sus dotes físicos, cautivan a cada hombre que se encuentra en ese lugar libertino.

Una de esas diosas, era Ingrid Eisenberg y  la historia de como una chica con estudios universitarios y diploma como ella acabó en un cabaret, sirviendo tragos y bailando, es desconocida, nadie dentro del cabaret tenía conocimientos de que era una maestra graduada y fuera de ese submundo mundano, ninguna persona conocía su segunda vida como una bailarina exótica. Ingrid habitaba dos mundos diferentes y ella se encontraba justo en el medio, balanceándose sobre la cuerda floja, entre lo correcto e incorrecto. Aunque, su verdadera historia tenía más que ver con el hecho de que cuando llegó a Linz, fue imposible conseguir trabajo para ayudar a sus padres económicamente, los cuales se encontraban atravesando una situación complicada. La renta había expirado y la comida se había acabado, cuando se armo de valor y estaba dispuesta a regresar a su pueblo natal, las puertas del cielo y el infierno se abrieron frente a sus pies. Donde una compañera de su edificio la miró y luego de una charla rápida, la condujo a lo que hoy en día es su perdición y su  salvación, el jardín era un lugar que jamás había visto y aunque sabía algunos detalles del oscuro mundo de los bares y cabaret's, jamás se imagino que su futuro daría un giro radical como lo hizo y fue minutos después cuando llegó, donde conoció al jefe de jefes, el hombre encargado de proporcionar diversion y placer a las personas más importantes de Linz, con un  aspecto arisco y de unos cuarenta años, era el responsable de contratar a todas las mujeres que desfilaban ante los hombres noche tras noche, como trofeos.

Pol era su sobrenombre, ya que su nombre verdadero era todo un misterio, siguiendo con la exclusividad del anonimato, él y su hermana Gina, manejaban con mano de acero el negocio familiar recientemente heredado, el cual había sido remodelado para convertirse en el pequeño edén de los grandes. El concepto temático del nuevo jardín había sido ideado por Gina, luego de asistir a una obra de teatro donde se retrataba la vida e historias de algunos de estos dioses, fue entonces donde todo sentido y estilo del lugar cambiaron radicalmente. Ingrid se pesento unos días después para buscar trabajo y gracias a su porte, no fue difícil para Pol y Gina aceptarla bajo el papel de la diosa griega de la hoguera y el hogar: Hestia.

Y justo ahí se encontraba, delante de varias luces amarillentas, actuando como su personaje, jugando a ser otra persona, disfrutando de las sensaciones que le brindaba el alcohol y los cigarrillos, dejándose llevar por el ritmo de la melodia que tocaban los músicos que se encontraban llevando unos vestidos blancos con togas. Sus mejillas estaban ligeramente rojas por la actividad física que realizaba, sus tacones rojos hacían un pequeño ruido cuando golpeaban el suelo y por breves instantes, ella tenía el mundo bajo sus pies y los corazones de los presentes, en la palma de su mano. Luego, caía de golpe en la realidad, abría los ojos y se percataba de que se encontraba envuelta en un abismo que poco a poco la iba consumiendo noche tras noche, y cada fin de semana libre, iba a su pueblo natal, para contarles a sus padres lo que en el fondo deseaba hacer durante sus días de trabajo, imaginando y relatando la vida que deseaba vivir, más la que no había decidido tener. Y ahora estaba de vuelta, con maquillaje cubriendo la belleza natural de su rostro, con un vestido ceñido y de color brillante, que la hacía brillar como un estrella, con algunos tragos encima y una sonrisa rota pintada en sus labios.

Fue luego que entró la madrugada que su turno concluyó, poco a poco en su espejo se desvanecía la mujer nocturna que le daba vida a un personaje ficticio, para aparecer la versión que ella deseaba ser, una Ingrid calmada, con ropa de color oscuro y cabello recogido, se despidió de sus compañeras y comenzó a caminar por las desoladas calles de Linz, pensando en cómo fue que había acabado en aquella situación que de seguro, para esos momentos, sus padres (donde quieran que estén) se encontraban sumamente decepcionados en la mujer que se había convertido. Pensando en cómo desperdiciaba su vida por culpa del dinero, entró con sigilo al apartamento que compartía con Frederick y Adina. La rubia suspiro cuando entró y su mente comenzó a pensar en el joven de mirada oscura y labios rosados, Frederick era esa clase de hombre trabajador, con lo pies sobre la tierra, que era hogareño y se encargaba de brindarle todo a su familia, era exactamente el prototipo de hombre con el que Ingrid había soñado toda su vida y se encontraba ahí, sentado en una silla del pequeño comedor, con la cara seria y sus brazos cruzados, delante de ella.

—¿Que haces aquí? — preguntó con curiosidad, pero con temor de que pudiera preguntarle lo mismo, cosa que claramente hizo.

—También debería de hacerte esa pregunta. — murmuró con un tono de voz lúgubre.

Ingrid mordió ligeramente la comisura de su labio inferior, estaba en un aprieto y las ideas para una posible mentira, se derrumbaban poco a poco, dejándola al desnudo, con la terrible verdad.

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Nenis, disculpen de antemano la ausencia :( es que he estado enferma y bueno, apenas me estoy recuperando y espero volver a publicar al mismo ritmo de antes :)

La Sombra De Mis Recuerdos / EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora