Las miradas sé posaban en la silueta de la azabache, sentía como el sudor recorría su frente, manteniendo ambas manos en un puño sobre la mesa, sentía que en cualquier momento dejaría de respirar, empezando a temblar de manera involuntaria.
Alzo la mirada, afrontando los ojos de su madre que no dejaban de enfocarla, tragó saliva para poder reunir el valor de hablar.
— Puedo explicarlo — Pronunció nerviosa, tratando de excusar lo sucedido.
— Me gustaría escuchar tu explicación— Hablo firme mientras arqueaba su ceja derecha.
— No sé contar — Estalló en llanto dejando caer su cabeza sobre la mesa, moviendo sin intención el juego de mesa que se desarrollaba delante suyo.
— ¿¡Cómo no vas a saber!? — Alzó su tono de voz ante la respuesta de su hija.
El padre y la hija mayor simplemente observaban la escena con diversión, puesto que agradecían no estar en los zapatos de la azabache.
Pero, ¿Cómo habíamos llegado a este punto? Para poder darnos una mejor idea, retorceremos unos minutos.
Los juegos de mesa son una forma divertida de pasar el tiempo en familia, convivencia sana....
O almenos eso dicen en la televisión, la realidad era distinta, la madre de ambas jóvenes se caracterizaba por ser competidora, mientras que la azabache por ser un tanto despistada, pero sorpresivamente la suerte siempre estaba de su lado, por otra parte estaba la primera hija del matrimonio, siendo extremadamente buena en la estrategia y por último el padre de ambas chicas, era tranquilo y pacífico, pero al igual que la anterior mencionada, era el maestro de la estrategia.— ¡Solo no sé! — Se quejó mientras cerraba con fuerza ambos ojos, debía de cobrarle a su progenitora el hecho de caer en una de sus propiedades, pero era más fácil pensarlo que hacerlo.
— ¿¡Entonces como puedes moverle a esas cosas!? — Frunció su entrecejo recargándose en su asiento.
— ¡Esas cosas no necesitan un dado! — Alzó ambas manos al aire, para poder simplemente quedarse en silencio.
— Cariño, debes de pagarle a T/n — Hablo con tranquilidad, interfiriendo en la discusión de ambas.
— No la defiendas solo por ser tu niñita — Amenazó de inmediato, logrando que la joven suspirara.
— Son las reglas — Seguía tranquilo, a pesar de la amenaza de su esposa.
— Está en la cárcel, no le daré mi dinero a una criminal — Se defendió ante la situación de su hija.
— Yo también te amo — Comentó sarcástica mientras se reincorporaba en la mesa.
— Cariño sabes que es solo un juego y — Trato de interferir en una posible discusión pero aquello no fue posible.
Su frase quedó incompleta ante la mirada de la mayor de su hija, lo que se aproximaba era evidente para todos, la azabache apretó con fuerza sus labios, preparándose de manera mental, aunque no fuera de ayuda.
— Deberías ser cómo Kiy-chan, ella no necesita de los demás para ganar — Suspiro, quedando en silencio, hasta ser interrumpido por la alarma de la menor.
— Pero que rápido avanza el tiempo cuando nos divertimos — Se levantó de su asiento con una sonrisa, estirándose para poder apagar la alarma y levantarse.
— T/n, no quise — Comento casi de inmediato al observar la mirada de su esposo.
— No te preocupes má, hasta mañana, descansen — Interrumpió para poder despedirse y dirigirse a su habitación.
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Motivos para sonreír (Kei Tsukishima y tú)
FanficUna sombra nace cuando sale el sol,una sombra nace cuando no hay anheló por salir de ese lugar, la falta de confianza. Las palabras pueden marcar a la persona tan profundo que olvidan que tienen una luz propia, pero ese no es el final, existe aquel...