4.[HuaLian] ⟨Guoshi, estás cubierto de sangre⟩

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Fandom: Tian Guan Ci Fu (Novela)
Advertencias: Spoilers (Libro 1)
Etiquetas: POV Hua Cheng, Canon Complaint, Hurt/confort.
Palabras: 1, 181
Sinopsis:
Hua Cheng recuerda, una vez en que se encontró con el Guoshi de Yong An, antes de ser asesinado por el Principe heredero, Lang QianQiu.

•Palabras: 1, 181•Sinopsis: Hua Cheng recuerda, una vez en que se encontró con el Guoshi de Yong An, antes de ser asesinado por el Principe heredero, Lang QianQiu

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Yong An sufrió un golpe de estado, todos dicen que el sacerdote principal tiñó de rojo el banquete dorado. El reino entero se vistió de luto ante la pérdida de sus monarcas, cuyo reinado cualquiera describe como justo.

Hua Cheng sabía sobre las facciones restantes de Xian Le que estaban confabulando desde años atrás para reclamar el trono. El ahora rey fantasma había observado pacientemente, pero no había rastros de que el verdadero príncipe heredero de Xian Le. En cambio, la descendencia indirecta del mandato anterior estaba moviendo sus cartas. Parecía que el sacerdote principal, había confabulado con ellos.

Hua Cheng no estaba interesado en el reino como tal, el sol salía y la luna le seguía, como siempre. No estaba particularmente apegado al lugar donde nació, donde quiso morir y también encontró su motivación para seguir en este mundo. Solo se mantenía informado, al igual que en otros lugares, buscando y esperando, como en los últimos años.

Yong An cayó, y Hua Cheng no quiso intervenir. Sin embargo, ver el ciclo completarse era interesante. Aquellos quienes hundieron Xian Le han caído ante la inconformidad de los rebeldes del reino olvidado.

Quien encabezaba el golpe de estado, era realmente desagradable, Qi Rong, un estúpido sin razón, tratando de tomar venganza de algo que no le corresponde, por una tierra que jamás fue suya, con gente que jamás apoyó. Queriendo un título que nunca mereció.

Hua Cheng solo se dedica a ver, no intervenir. Entonces, cuando en aquel campo, en las lejanas de Yong An, se encuentra con aquella persona, solo la mira.

Tal como dicen sus fuentes, el sacerdote Fang Xin es una persona enigmática, aún con su máscara puesta y sus elegantes vestimentas manchadas de sangre, sigue pareciendo un funcionario celestial a toda regla.

Hua Cheng no tiene una buena relación con los funcionarios celestiales.

—Guoshi, tiene la ropa llena de sangre —, dice él, sentado tranquilamente a un lado del camino, usando una de sus muchas formas, hoy, un joven vistiendo una capa negra.

El sacerdote principal de Yong An ladea su cabeza hacia él, la máscara es dorada y finalmente tallada, completamente pura, de no ser por las gotas carmesí que caen hacia abajo como si de lágrimas se tratase. Sus elegantes túnicas son bordadas con un fino hilo de rojo, y hechas de la celda más encantadora del reino, sin embargo, a sus pies, los bordes están bañados de un hedor sangriento.

Fang Xin no llevaba su espada, una lástima, Hua Cheng quería verla al menos una vez antes de que el sacerdote se hundiera en el abismo por su propio peso.

El fugitivo baja su mirada, como si apenas se hubiera percatado de aquel detalle, como si ni siquiera estuviera consciente de su propia apariencia o sus propios pasos. Por un segundo, Hua Cheng tiene la leve intuición de que este aparente criminal está tan perdido que no parece encontrar satisfacción en su venganza.

Quizá… solo fue usado por la basura de Qi Rong, en contra de sus deseos, de alguna forma.

Solo por unos segundos, Hua Cheng siente lastima por la persona detrás de la máscara.

—No es mía —, su voz es temblorosa, y apenas se distingue del viento, como un leve crujido de las hojas secas rozando el árido suelo.

Hay algo en su voz que le resulta vagamente familiar, pese a aquella niebla de debilidad y brumosidad que la cubren. Pese a ser apenas un suave susurro lejos de sus oídos.

Antes de poder preguntar algo, se escucha el galope de los caballos, todo el mundo está en busca del sacerdote maldito, para así ejecutarlo en nombre de sus reyes.

El sacerdote huye, con pasos ligeros, como si repentinamente recordara que tiene que esconderse.

Hua Cheng tiene un extraño sentimiento. Pero decide volver sin pensar mucho en ello. Después de todo, esta persona morirá pronto.

Tal como predijo, fue cuestión de pocos días en que Fang Xin fue ejecutado con su propia espada, atravesado de un solo golpe de su pecho hasta su espalda. Desgarrando sus órganos con fiereza. El príncipe heredero de Yong An ni siquiera tuvo misericordia de sacar la espada para que se desangrara rápidamente y así morir, sino que dejó la espada ahí, para que sangrara lentamente, encerrándolo en lo que sería su tumba, sellando lo que sería la última luz que vería en su vida. Tan lentamente, como lamentable.

En ese momento, cuando vio cuando la vida de aquella persona terminó, a través de una de sus mariposas, lejos de sentir satisfacción por ver a las personas que arruinaron la vida de Dianxia caer sobre su peso, Hua Cheng se sintió vacío. Se convenció de que fue por el hecho de no preguntarle sobre el origen de la revuelta en su momento. Ningún humano sobreviviría a aquel castigo, y el lugar de su tumba fue olvidado por todos.

(...)

—Gege —, llama Hua Cheng, en medio de sus sueños, despertando con el sonido de su propia voz.

Cuando abre su ojo, siente un peso moverse a su lado sobre la cama, es cálido, es reconfortante.

—¿Mn? San Lang, ¿Estabas teniendo un mal sueño? —escucha la adormilada voz de Dianxia, sintiendo su mejilla apoyándose sobre su hombro.

Hua Cheng voltea su cuerpo cuidadosamente, para acurrucarse mejor con su amado esposo, posando su mano en el cabello de éste, acariciando y contemplando la suavidad entre sus dedos. Dejando expuesto su níveo hombro, donde marcas de dientes y besos se muestran desvergonzados ante él, al igual que su cuello, libre de aquella cadena maldita.

Repentinamente siente ganas de besarlo nuevamente, en un movimiento está sobre su dios y comienza a besar su barbilla, su cuello y hombros. Escucha la suave risa de Xie Lian, al igual que siente sus manos en su espalda, acariciando con la yema de sus dedos y trazando la ruta de su columna con paciencia.

Entonces, Hua Cheng baja sus labios, trazando un cariñoso camino hasta su pecho. Marcando con el tacto de sus dedos cada músculo y costilla, para finalmente analizar su caja torácica. Dónde su blanca piel no muestra cicatrices o daños, subiendo y bajando suavemente con su tranquila respiración. Su oscura mirada queda ahí, y cede ante la necesidad de abrazarlo por la cintura, besando y acariciando con cuidado.

—¿San Lang? —Xie Lian se alza sobre sus codos, para poder ver mejor al otro, ahora recostado sobre él, abrazando su cintura como si fuera un niño —. ¿Está todo bien? ¿Tuviste una pesadilla? —pregunta con aterciopelada voz, acariciando su cabeza con cariño y amabilidad, peinando su cabello delicadamente.

—Gege, desearía poder haberte encontrado antes —. Confiesa con voz ronca, completamente anudada en su garganta.

Xie Lian suspira y levanta la barbilla ajena para poder mirarse a los ojos, sonriendo como sólo él podía hacerlo.

—Me has encontrado, y estás conmigo ahora, así que está bien, San Lang.

El pecho de Hua Cheng se llena completamente, y se levanta para poder besarlo. Besarlo tanto como se puede, acariciarlo y adorarlo, mientras que Xie Lian le devuelve tanto amor como puede dar. Y eso es más de lo que puede pedir.

• No te olvidaré •【MXTX One Shots】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora