Capítulo IX

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Al llegar a casa tome una ducha de agua caliente, seque mi cabello y con un té de manzanilla me dirigí a mi cuarto a descansar un poco, ya estaba anocheciendo y el día siguiente tenía que madrugar a mi clase matutina de siete.

Me despertó el sonido de la alarma que marcaba el inicio de una nueva semana, ya faltaba poco para terminar este semestre, me organice y camine hasta la parada del autobús.

Al llegar al instituto me dirigí a la cafetería para comprar un café y no morir de frio.

Estaba caminando hacia mi salón cuando escuche la voz de Teresa un poco más delante de donde me encontraba, acelere el paso y la tome del brazo.

- ¡Me asustaste Katrina! - dijo con un rostro más pálido de lo normal.

- ¿así de fea estoy? - dije riendo.

-No, es que estaba pensando en las practicas, y me gustaría aplicar a una pasantía extranjera.

Al terminar el último semestre todos los estudiantes tenían que hacer una práctica de seis meses o un año en alguna empresa que les permitiría ejercer su profesión.

- ¡Eso sería genial! - dije emocionada.

-Sí, solo que tú sabes lo difícil que son ese tipo de postulaciones y no quiero ilusionarme con alguna y que luego no salga- dijo un poco preocupada.

Teresa era una chica muy aplicada, y aunque tenía un espíritu rebelde siempre resaltaba por ser muy buena en lo que hacía, era una gran artista, sin embargo, solía exigirse de más y preocuparse demasiado por sus resultados en el futuro.

-Amiga estoy segura que lo haces excelente, ya sea que decidas aplicar en esta ciudad o fuera de ella, solo mira varias opciones y no te cases con ninguna si no te convence un cien por ciento- dije mientras entrabamos al salón.

-Está bien - dijo con una gran sonrisa- ¿y tú ya pensaste a cuál aplicar?

-Tengo algunas en mente, no he pensado mucho si hacerlas aquí o en otro lugar, pero tengo una lista de algunas empresas que me llaman la atención.

-Que gran idea, creo que también hare una lista- dijo justo cuando entro el profesor y dio inicio a la clase.

Los lunes terminaba clases al medio día así que llegue a casa justo para almorzar y llamar a mi mamá, hace ya un tiempo no hablaba con ella, y no era porque nos la lleváramos mal ni nada de eso, creo que por el contrario nuestra relación era muy buena, solo que últimamente no había tenido mucho tiempo.

- ¡cariño! - contesto mi mamá al otro lado de la línea- no sabes lo feliz que me hace escuchar tu voz.

-A mí también mamá, lo siento por no llamar antes he estado muy ocupada.

-Está bien Katri, ¿Cómo te ha ido? - pregunto realmente interesada.

-Muy bien mamá, este año fui parte de la producción del festival, y realmente estoy muy feliz con el resultado que Marco y yo tuvimos- dije sin pensarlo mucho.

- ¿Marco? ¿algún chico apuesto? – dijo con una sonrisa algo maliciosa.

-Es mi profesor, solo que somos contemporáneos así que llamarlo por su nombre es algo que todos hacen- dije un poco nerviosa.

-no pregunte eso, te pregunte si era apuesto- dijo riendo- pero por los nervios en tu voz creo que ya respondiste.

- ¿cómo está la tía Julia? - pregunte cambiando de tema, no quería hablar de Marco con mi mamá, no era que no confiara en ella, si no que no era un tema oficial así que no quería que indagara con preguntas a las cuales no tenía respuesta.

-Está mejor, aunque justo de eso te quería hablar, ella ya está dejando las medicinas, sin embargo, aún sigue tomando algunos antidepresivos, pero no hemos podido encontrarlos acá, ya sabes es un pueblo pequeño y no es muy frecuente ese tipo de medicamentos, si te mando el nombre, ¿podrías ver si los consigues y enviármelos?

-claro mama envíame la formula médica y hare lo posible por encontrarlos- dije

-Gracias Katri, te mando un gran abrazo, espero verte pronto hija- dijo con una voz un poco melancólica.

-Está bien mamá te amo.

Al terminar, mi celular vibró, era una foto de la formula medica de mi tía, ella era una gran mujer, sin embargo, luego de la muerte de su esposo había pasado por un proceso muy duro de sanación, lo cual era entendible, eran una pareja muy joven, por mucho para vivir, pero lastimosamente el cáncer había ganado la batalla.

Salí a la farmacia central, al entrar vi a un hombre anciano, tenía unas gafas redondas, pecas que parecían provocadas por la exposición al sol y un cabello blanco como la nieve.

- ¿En que la puedo ayudar señorita? - dijo con una voz paternal.

- Me gustaría saber si tienen algunos medicamentos bajo formula media- dije buscando la foto en mi celular.

-claro déjeme revisar- dijo acomodando sus gafas y estirando su mano para alcanzar el celular.

-Muchas gracias- dije mientras el leía con detenimiento la foto del documento.

Dejo mi celular en la vitrina y se dirigió a la parte de atrás para buscar los medicamentos correspondientes, tardo algunos minutos y volvió con dos cajas en su mano derecha.

-Tuvo suerte, estos medicamentos me llegaron el fin de semana- dijo colocando ambas cajas en el mostrador para luego empacarlas en una pequeña bolsa de papel café.

Pagué y me dirigí a la transportadora para enviarle los medicamentos a mi mamá.

Al llegar al lugar, estaba casi vacío, tenía sillas negras y algunas vitrinas de vidrio en las que se ubicaban los trabajadores divididos en dos zonas; envíos nacionales o extranjeros, me acerque a la ventanilla tres donde se encontraba una chica de cabello rubio perfectamente ordenado revisaba un cuaderno con suma atención.

-Buenas tardes, me gustaría enviar un paquete- dije haciendo un ademán en forma de saludo.

-Buenas tardes – respondió la chica levantando su rostro y fijando sus ojos en mi- por favor llene este formulario y deje la bolsa en la casilla número seis- finalizó entregándome un pequeño papel color azul para registrar los productos correspondientes.

En una de las mesas libres apoye la hoja para llenar el formulario, diligencie la dirección, el número de fax, mi número de celular y algunos otros datos que se requerían, en la parte final del formulario, se pedía una pequeña descripción de lo que se iba a enviar, y en caso de ser medicamento era necesario poner el nombre y la cantidad del mismo, así que saque la primera caja roja que conocía muy bien, se trataba de un medicamento para la jaqueca, luego de llenar toda la información saque la otra medicina, la cual me tomo por sorpresa, era la misma caja azul con letras negras que había visto en la casa de Marco. Dejé el paquete con el formulario en la casilla seis y salí del lugar.

Al llegar a la casa tome mi computador y busque la función del Aripiprazol, medicina que no solo le era recetada a mi tía, sino que también utilizaba Marco, la primera página que encontré decía que era un fármaco utilizado como tratamiento del trastorno bipolar, la esquizofrenia, la depresión, entre otras. Al principio no entendí como esto se relacionaba con Marco, pero luego de horas pensando, concluí que tal vez al igual que mi tía Julia, esta medicina era parte del tratamiento recetado por su médico para la depresión, lo cual no era extraño, pues él mismo me había contado lo difícil que había sido superar el repentino abandono de su ex prometida. No le di más vueltas al tema, sin embargo, había algo en toda aquella situación que me seguía inquietando.  

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