Observando los agujeros de mis viejos zapatos, pienso:
"Qué mal momento es este para ser yo". ¿Qué puedo aprender de quienes me rodean, si sus vidas se limitan a figuras angulosas? Pasan a mi lado sin voltear la mirada, y yo veo, me distraigo. ¿A dónde van? ¿A dónde voy? ¿A dónde me llevan las cosas que no pienso?
A la sombra de los humanos recuerdo el día en que el reloj se rompió, y pasa la vida por el brillo de mis ojos, atraviesa la forma de mi cuerpo, cambia mi nombre. ¿Quién es el autor de la identidad a la que me confinaron? ¿Quién me sentenció humana para vivir entre humanos?
Todos los días despierto sabiendo que estoy en el cuerpo equivocado. En esta casa hay personas que comparten su sangre con una mosca, con un dátil, con una tetera, una loca. Si afirmo pertenecer a la luna, déjenme ser la noche, y si me creo el océano, al menos trátenme como a un pez.
Quiero pretender que la vida es mía para jugar con mis fantasmas y volver contenta a la cama después de un largo día, como si no hubiera algo que perder, sin el temor a perderme, a herirme, al castigo al que todos los humanos temen. Pero temo. Y los labios que no beso y los huesos que no quiebro se quedan aquí dentro, convirtiéndome en la criatura que se encorva sobre sí misma al final del pasillo. Siempre sola, siempre repitiendo este lamento.
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Astronomía en mi habitación
De TodoColección de escritos independientes con los temas de la vida conforme pasa el tiempo.