20

1.5K 81 1
                                    


𝗗 𝗬 𝗕 𝗔 𝗟 𝗔

Paulo termina de entrar a la habitación y cierra con una fuerza exagerada la puerta.
Se recarga en ella, y me mira enojado.

-¿Que te pasa, imbécil?- digo arrastrando las palabras a causa del alcohol en mi sistema.

No dice nada, sigue solo mirándome.

-Estaba muy feliz bailando.

-Sabes perfectamente que no querías hacerlo, estás borracha.

-Tu no tienes idea de lo que quiero hacer o no- le grito.

Aun más furioso, se acerca y me toma el brazo.
Aunque esta muy enojado, no usa una fuerza desmedida, al contrario toma mi brazo y lo rodea con suavidad, luego me da la vuelta y ahora soy yo la que está de espaldas a la pared.

-Tu no le quieres bailar así, no a el.

-¿Y a quien si?

Da pasos pequeños, obligandome a retroceder hasta chocar con la puerta, cuando ya no puedo moverme más, acerca su rostro al mío, más específicamente, a mi oído.

-A mí.

Su voz es un susurro. Aunque lo que dice es toda la verdad, no esperaba que tuviera las agallas para decirlo, pero ahora que lo hizo, tengo que aprovechar para sacarle la verdad.

-No- le digo y su rostro se vuelve uno de confusión.- Yo no quiero bailarte, tú quieres que yo te baile a ti- le respondo en el oído y camino para alejarme de el.

-Quieres verme bailar- terminó de decirlo y siento como mi cuerpo comienza a soltarse.
Pongo una de mis manos en mi cuello, mientras la otra recorre la silueta de mis senos, llega a mi abdomen, pasa por mi cintura y regresa por el mismo camino.

-No soportas verme bailarle a otro- nuevo mis caderas sin quitarle la vista de encima.

-Eres tan orgulloso que no vas a aceptar que quieres verme bailar- doy pequeños pasos hasta llegar a el. Sonrió.-Pero voy a hacer que lo digas-.

-Louisa, para.

-No voy a parar- alzo la voz.- hasta que lo digas.

Mi cuerpo está chocando con el suyo, y la pared con nosotros, por lo que aprovecho y muevo aún más mis caderas, contra el.

-Hasta que digas que quieres verme bailar, que me deseas- pego mi pecho al suyo.

Alzó mi mirada y lo veo a los ojos.
Sus ojos con un toque de deseo me animan más.

Pero por más segura que me haga sentir el alcohol, si quiero seguir teniendo tanto valor como ahora, tengo que dejar de mirarlo.

Me doy la vuelta, dejándolo pegado a la pared. Con mucho cuidado, voy pegando mis caderas poco a poco.

De nuevo, su cuerpo y el mío son una sola pieza.

Llevo mis manos hacia atrás buscando las suyas, las encuentro pegadas a la pared, resistiéndose a tocarme.

Las tomo y las llevo a mi cintura, aunque por un momento piensa en quitarlas, terminan aferrándose a mi.

-Louisa... n...no- dice muy bajo.

Giro hacia el lado izquierdo mi cabeza y veo la imagen más placentera que pude haber visto.

Paulo esta con la mirada en el techo. Sus labios están entreabiertos, dejando escapar su pesada respiración poco a poco.

Comienzo a intensificar mis movimientos, ante esto sus manos recorren toda mi espalda y llegan a mis hombros.

Sus dedos pasan por encima de las tiras que sostienen mi top, y aunque pienso que va a desatarlos, no lo hace. Solo acaricia las tiras de un lado a otro.

Transmigración / Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora