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𝗗 𝗬 𝗕 𝗔 𝗟 𝗔

De Ligt puede estar ahí y por eso iré.

Abro mi maleta y saco el primer bañador que encuentro, me lo pongo. Lavo mi cara y saco mi celular para decirle a Cristiano que lo veo en la playa.
Después de escribirlo salgo del baño y veo a Louisa.

Debajo de la delgada tela blanca que decora su cuerpo, alcanzó a ver un bikini de colores.
Quizás no tenga los estereotipos de belleza que se le dan a un cuerpo, no tiene unas caderas estrechas, ni una cintura de miniatura, pero su delgada anatomía se ve perfecta en ese traje.

-¿Nos vamos?- dice y devuelvo mi mirada a sus ojos.

Asiento y camino a la salida con mi celular en la mano. Louisa al contrario de lo ligero que voy, lleva una bolsa de playa. Mujeres.

Salimos de la habitación y damos una vuelta por todo el hotel hasta llegar a la zona de la playa.

Puedo ver a lo lejos a Georgina recostada en un camastro, intenta relajarse, pero sus 4 pequeños saltando de un lado a otro se lo impiden, aún más lejos veo como Cristiano camina hacia ella, con un cóctel en cada mano.

-Te ves divina- le dice Georgina a Louisa en cuanto llegamos a su lado.

Ella le responde con una sonrisa de boca cerrada y se sienta en el camastro paralelo al de Georgina.

-¿Porque no entramos al mar?, la marea está baja- me dice Cristiano y le digo que si, aceptando su invitación.

-Mi amor, espera-.interrumpe Georgina- Antes las fotos- dice y se pone de pie.

Toma su celular y me lo da con la cámara puesta.

Cristiano se coloca frente al mar, pasa su brazo por la cintura de Georgina, mientras su otro brazo lo utiliza para abrazar a sus pequeños.

-Sonrían- les digo y presiono el botón para tomar la primera foto.

Les tomo varias para que puedan elegir cuál se ve mejor.
Después de la sesión, Georgina camina hacia mi, le entregó su celular y me da las gracias.

-Tu turno Dybala- estoy acostumbrado a que esta mujer nunca se quede callada, menos en momentos como estos- Vamos Louisa, de prisa.

Louisa me mira como queriendo mi permiso. Con mi mano le hago una seña para que se acerque.

Me poso lo más cerca que puedo del mar y espero a que venga Louisa.

-Quítate esto- le dice Georgina y le ayuda a sacarse el pareo.

Con el brazo derecho trata de cubrirse, ahora que está solo en traje de baño, la vista es inmejorable.
Camina hacia donde estoy y se coloca a mi lado.

-Más cerca- grita Ronaldo.

Da un paso acercándose a mi.
Sin pensarlo pensar en su reacción, pongo mi mano en su espalda baja.
Siento como su piel se eriza ante mi toque.
Deslizó un poco mi mano dejándola en su cintura.

-Louisa-dice Georgina y abre los ojos como diciéndole algo.

Lentamente, siento la mano de Louisa recargarse en mi abdomen.
Su palma está contra mi estómago.

-Ahora si, sonrían- dice Georgina y toma la foto.

Nos separamos después de varias fotografías.
Después de fotografiar exageradamente a Louisa al lado de Georgina, Cristiano por fin pudo entrar conmigo al mar.
Mientras Georgina y Louisa descansaban en los camastros.
O lo intentaban, los 4 pequeños se las ingeniaban para llamar la atención.

(...)

-No sera la primera vez que dormimos juntos.

-Pero si la última- me mira fijamente- y escúchame bien Dybala, hoy duermes en la cama porque jugaras un partido, mañana olvídate.

Su actitud me causa gracia.

-Ya veremos.

Rueda los ojos y se va al baño con la pijama en mano.

Uso el tiempo que se va para cambiar mi ropa y revisar las notificaciones de mi celular.

Louisa sale luego de unos minutos, con la pijama puesta.

-¿Tienes sueño?- balbucea mientras se lava los dientes.

-No mucho, ¿tu?

-Tampoco- sonríe.-debería de estar muerta después de un día tan largo, pero aún tengo energías.

-Que tal si me cuentas algo tuyo- dejó mi celular en la mesilla al lado de mi cama y la miro. Al final acepta.

-Tengo 19, casi 20- se sienta en la orilla de la cama- estudió economía y vivo en un pequeño apartamento en México.

-¿Tus padres?- su rostro incómodo me dice que algo no está bien con ellos- oh, lo siento, si no quieres hablar no hay problema.

Respira- No, no, tranquilo- sonríe- mi madre se embarazó de un hombre casado, el cual nunca se hizo cargo de mi, solo le daba dinero para que  no le contara a la esposa.
Crecí sola con mi madre, ella solo me mandaba a la escuela para emborracharse a solas- ríe con sarcasmo- en cuanto entre a la preparatoria me fui de casa, desde ese entonces mis gastos se pagan con la beca de la escuela, y a veces tengo que buscar trabajos pequeños para a completar la despensa- termina.

Cuando termina de contarme,  no puedo moverme por la sorpresa.-Yo... no se que decir.

-No digas nada, Dybala.

Me sonríe y se mete entre las cobijas. Apaga la lámpara de la mesilla y se da la vuelta quedando de espaldas.

Cuanto me gustaría rescatarte, princesa.

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Transmigración / Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora