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𝗟 𝗢 𝗨 𝗜 𝗦 𝗔

La luz entro por el ventanal golpeando mi rostro, hice un ligero movimiento intentando evitar que el sol me siguiera molestando, los brazos que rodeaban mi cintura se juntaron aun más, haciéndome quedar completamente pegada al cuerpo ajeno.

Alto.

¿Ventanal?

Mi apartamento apenas tiene dos ventanas viejas que rechinan cada que intento abrirlas.
Bajo la mirada y me concentro en las manos que están al rededor de mi cintura.

Un grito. Doy un grito tan fuerte que hasta mi garganta se cerró.

Inmediatamente sentí como el cuerpo que me abrazaba se apartó de mi, saltando del susto.

Fue ahí cuando pude contemplar su rostro, tenía unos preciosos ojos azules que resaltaban más por la luz del día, el cabello un poco despeinado porque acababa de despertar, un lunar al lado de su nariz, esta tan perfilada y delgada.

Se nuevo me centro en sus ojos, hasta que cambian totalmente su rostro cuando frunce el ceño, ahora luce enojado.

No tiene porque, este tipo se metió en mi propiedad y tiene el descaro de mirarme así.

-Sa.. sal de aquí o llamo a la policía - dije poniéndome de pie.

-¿Quien te crees?, esta es mi casa y por si no sabes tú fuiste la loca que amaneció aquí.

Volteo a ver la habitación y me doy cuenta que tiene razón, este lugar no se parecía en nada a mi apartamento, y lo peor, no se que hago aquí ni como es que llegue.

-¿Donde estamos?- le pregunte.

-En mi casa, duh- me dijo y aun se le notaba molesto.

-¿Tú casa?, casi no me doy cuenta- Vaya que no era muy listo- ¿En que país, continente, estado, cuidad...?

-Shhhhh- ahora me calla-Una a la vez, estás en Europa, Italia para ser más exactos- me respondió y cambia su rostro a uno serio.

-Pero de que estás hablando, yo vivo en Mexico- le dije asustada, esto cada ves se ponía peor.

-Entonces explica cómo llegaste aquí-se detuvo y parecía pensar en algo- Oriana- dijo.

-¿Quien es Oriana?- iba a hablar pero un sonido lo interrumpió, era su celular.

Se quedó mirando el teléfono por unos segundos, para después llevárselo a la oreja con una cara no muy feliz.

-Buen...- la persona al otro lado lo interrumpió gritándole, con el volumen necesario como para que yo escuchara.

Pasaron varios minutos antes que se quedara en silencio y entonces el chico extraño por fin hablo. Puedo identificar perfectamente su acento argentino, adoro ese país.

-Yo iré por ti te lo prometo- siguieron los gritos.

-Prometo estar ahí en menos de un mes- parecía que a la otra persona eso no le pareció mucho, siguió gritando y gritando.

Rodé los ojos y me dediqué a analizar la habitación, era muy amplia, con una cama enorme cubierta por una sabana que iba a juego con las cortinas y la alfombra, me asomé a la puerta que había más cerca, pensaba que era un baño, pero cuando me acerqué me di cuenta que era un closet, y vaya closet.

La pared a mi derecha estaba llena de zapatos de todo tipo, tacones, tenis, botas, literal había de todo.

En frente mío quedaba un espejo gigante.
Por el lado izquierdo tenía una pared seccionada, había cajones y también había prendas colgadas, esta chica tenía unos vestidos preciosos.

Transmigración / Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora