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𝗟 𝗢 𝗨 𝗜 𝗦 𝗔

Despierto con mi cabeza descansando en una suave almohada.

Mis ojos tienen una preciosa vista al amplio jardín, pero cuando giro se encuentran con una mejor. Paulo está despeinado, envuelto en cobijas, boca abajo y con un rostro que grita cansancio.

Y lo entiendo totalmente, yo no podría correr ni 10 minutos tras un balón, probablemente me desmayaría o algo similar.

Pero ni su tierna postura hace que me olvide de lo qué pasó anoche, aunque yo termine viéndome peor.
Estaba hablando con su novia y eso era algo que debía grabar en mi cabeza.

Tiene novia.

Cuando termino de repetir esas importantes dos palabras, aprovecho para levantarme e ir a la ducha.

Limpio todo mi cuerpo y disfruto del agua caliente, para luego salir y envolverme en una toalla, analizando un pequeño detalle.
No traje ropa. Pienso detenidamente si debería pasearme por la casa en toalla, o ir con Paulo a pedirle ayuda.

Un ruido interrumpe mi reflexión, alguien toca la puerta.

-¿Quien es?- preguntó un poco confundida.

-Georgina, te traje ropa- dice.

Exhalo. Creo que Dios todavía se acuerda de mi y me mando a Gina como una gran ayuda.
Abro un poco la puerta y la veo, me da varias prendas dobladas.

-Aquí fuera te dejo unos zapatos- me dice y se aleja, cerrando la puerta.

Me pongo lo que me trajo, el short a cuadros, junto a una blusa blanca, con hombreras y de manga larga.

Volteo al espejo y me veo bastante bien, además por el clima ligeramente frío me queda perfecto.

Salgo del baño y me confunde ver que Paulo ya no está durmiendo en su cama.
Decido no prestarle atención y voy a mi cama, en ella hay una pequeña canasta, con un cepillo de dientes, un peine, una crema y un pequeño bote de perfume. Sonrió. Que lindo detalle el de Georgina.

Tomo el peine y lo paso por mi cabello para desenredarlo. El mismo tiempo camino a la entrada del cuarto, donde están los tenis que acompañan mi vestuario.

Dejo a un lado el peine y me agacho para ponerme los tenis.
Escucho la puerta abrirse y luego a Dybala entrando.

Sin camisa, con el cabello mojado, y solo una toalla cubriendo la parte inferior del cuerpo.
Aprovecho su poca ropa y lo miro todo. Sin importarme qué tan evidente sea.

-Hola- me dice pasando a un lado mío.

-Hola.

-Cristiano me dijo que en 10 minutos servirán el desayuno, ¿vienes?.

-Si.

Asiente y tras tomar su maleta, se mete al baño.
Me quedo sola en el cuarto. Hasta que el silencio se ve interrumpido por el típico sonido de una notificación, viene del teléfono de Paulo.

No puedo controlar mi curiosidad y ese es un gran defecto mío, sigilosamente me acerco al celular.

Volteo a ver la puerta del baño para asegurarme que nadie me ve.
Me pongo en cuclillas frente a la mesita de noche donde descansa el celular.
Le doy dos toques a la pantalla y se enciende.

Ronaldo                                            
¿Vendrá tú princesa?

Es el mensaje que acaba de recibir, yo que pensaba que era de Oriana.
Curiosa, deslizo mi dedo por la pantalla y aparecen todas las notificaciones pendientes. Pero es una la que llama mi atención.

Transmigración / Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora