Los guerreros

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A un par de horas de irme siento como la magnitud de lo que voy a hacer se me echa encima. Se avecina algo enorme, lo presiento, aún así mi lobo permanece tranquilo pero atento a cualquier pequeño cambio aunque sea en el aire.

Inevitablemente se siente como la calma antes de la tormenta.

Aún sumido en mis pensamientos me doy un último vistazo en el espejo de cuerpo entero. Para la ocasión llevo la misma camisa de seda blanca que debe llevar mi omega, con la única diferencia de que la mía lleva detalles bordados en dorado y la suya en plateado. Pantalón negro de vestir y zapatos de un lustroso color negro son lo que acompañan la tradicional prenda. El único accesorio que me permito llevar son los dos collares de protección de Myong.

El cielo lleno de oscuros nubarrones hace que la luz de la tarde sea ahogada, gracias a la temprana oscuridad puedo ver el tenue brillo de las dos medidas lunas tatuadas en mi pecho. Esa tenue luz y saber que mi alma está enlazada a la de Matt me llena de un bello sentimiento, como si yo y mi lobo hubiéramos encontrado nuestro hogar después de tanto tiempo.

-Te protegeré Matt, aunque deba sacrificar mi vida para poder lograrlo, lo haré.- Cierro los ojos y pronuncio esas palabras cómo una promesa.

El frío provocado por el clima y mis nervios desparece y una inusual calidez se apodera de mí, siento el aire a mi alrededor chispear, semejante al torrente mágico que sentí al conocer a Dao. Abro los ojos y me percato de la presencia de dos seres devolviéndome la mirada desde el espejo, cada uno a un lado mío.

A simple vista parecen guerreros, vestidos con túnicas y pantalones de color gris y botas negras, accesorios plateados conforman una armadura, espadas cuelgan de sus cintos. Sus rostros tranquilos e impasibles sin mostrar ninguna emoción.

El de mi derecha tiene el cabello castaño largo hasta los hombros y los ojos del color de la miel. Y el de la izquierda tiene el pelo rubio perfectamente cortado al igual que su barba y la mirada acerada de un azul hielo.

-Soy Balder- Dice el castaño. -Y este es Ivar- Me informa mientras hace un gesto con la cabeza en dirección al rubio.

-Diego Andrade- Me obligo a recordar mis modales a pesar de la extraña situación.

-Estamos aquí para servirte cómo tus guardianes y guerreros, te protegeremos a ti y a tú pareja de cualquier peligro- Está vez el que habla es el rubio, Ivar.

-¿Así que vosotros sois los espíritus de los que me habló Myong?- Me giro y les hablo de frente. Los dos asienten con la cabeza en respuesta.

-Si sentimos magia oscura a tú alrededor te lo haremos saber y te protegeremos- Balder lleva dos dedos a su sien, en cuestión de minutos entiendo que me lo comunicará mentalmente, detalle que me deja en shock momentáneamente.

-Al ser espíritus no debes preocuparte de que nos puedan ver, Las fuerzas oscuras y demás seres no pueden detectar nuestra presencia.-

-¿Como vais a proteger mi omega?- pregunto lo que más me importa.

-En el momento en el que te encuentre con él, uno de nosotros de quedará para protegerlo- Me responde Balder.

-Cualquier orden que tú o el omega profeséis será ejecutada- Termina de decir el rubio. Inspiró y los observó brevemente es los dos.

-Os agradezco la ayuda que me brindáis, estoy en deuda con vosotros- Hago una leve reverencia para demostrarles mi respeto y ellos me la devuelven para acto seguido esfumarse -literalmente- de mi vista.

Distingo entre el fuerte aroma de la lluvia el aroma de mi familia, el de Eric (guardaespaldas y hombre de confianza de mi padre) y el de Taylor. Tomo mi billetera, móvil y llaves y me dirijo a la entrada de mi casa. Ahí veo la camioneta Jeep de Taylor y el Audi de mis padres.

Taylor sale de su auto vistiendo un impecable traje negro, casi con el mismo estilo lo acompaña mi hermano, pero este no lleva saco sino una cazadora muy propia de su estilo rebelde acompañada de unos botines de piel marrón oscuro.

Del asiento del conductor del Audi sale Eric Lee, un sobrio traje gris claro es lo que viste el coreano, me dedica un asentimiento de cabeza a modo de saludo que yo respondo de la misma manera, abre la puerta trasera del coche de la que sale mamá con un bello vestido turquesa que abraza su esbelta figura, mientras que del otro lado Martín le abre la puerta a mi padre.

Inconscientemente me pregunto si en caso de peligro Balder e Ivar protegerán a mi familia y a Taylor.

Si están en peligro y ordenas de los protejamos así será.

Me quedo descolocado unos segundos al escuchar la voz de Balder en mi cabeza. Me recompongo y les agradezco mentalmente mientras choco los puños con Taylor y mi hermano. El alfa policía me observa extrañado por mi expresión de segundos atrás, pero centro mi atención en mi padre rápidamente para huir de un posible interrogatorio.

-Hijo, estoy tan feliz por ti- Leo Andrade me da un firme apretón de manos para después atraerme a él y abrazarme regalándome unas palmadas en la espalda. A pesar de los años este hombre jamas pierde el estilo y la elegancia, su traje azul rey, el pelo rubio echado atrás en un perfecto peinado, el rolex, los zapatos negros lustrosos y esa chispa vivaracha en su mirada confabulan en la imagen del hombre que creó un imperio desde cero.

-Gracias padre- Digo riendo mientras le devuelvo el abrazo.

-Ya quítate, no acapares tanto a nuestro hijo- Fijo la vista atrás, a la bella sonrisa de Casandra, mi madre. Está, tan impaciente como siempre, nos separa y salta sobre mí, abrazándome mientras repite lo feliz que está por el enlazamiento.




Nota de la autora:

En el siguiente capítulo finalmente se reencuentran nuestros protagonistas.
Esto va lento ya que quiero que se vaya conociendo a los demás personajes y algunos detalles.

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