Los ojos del chamán

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La lluvia cae incesante, el sonido de las miles de gotas chocando contra el coche y la tranquila charla que mantienen Taylor y Martín en los asientos delanteros y sus risas me relajan. Cierro los ojos absorto y por un momento me olvido de a dónde voy y qué voy a hacer.

Automáticamente el bello aroma de Matt y el recuerdo de nuestro primer encuentro asalta mi mente. Se que una sonrisa ocupa su lugar en mi rostro en respuesta a ello. Siento en el alma que ahora mi vida empieza a cobrar sentido y que mi corazón late por una razón, lo siento cálido y solo de pensar en ello un pequeño jadeo de felicidad me ataca. Ha pintado de colores mi aburrida y monótona existencia, le dará calor a mi vida, mi casa se convertirá finalmente en un hogar acogedor.

Después de tantos años de ausencia, al fin siento como una gran pieza del puzzle encaja en su lugar.

Una risa estruendosa por parte de Martín me saca de mi adormecimiento, parpadeo, deshaciéndome de la bruma en mis ojos. Altísimos árboles del esmeralda más bello rodean la carretera, la neblina en sintonía con la lluvia confabulan para dar uno de los cuadros más hechizantes del entorno.

Hace rato que entramos al inmenso territorio de los Wolf, eso me hace darme cuenta de la inmensidad del poder de esta manada. Me pierdo en mis pensamientos hasta que después de unos minutos se va viendo a lo lejos una mansión, haciéndose más grande y majestuosa al ir acercándonos.

Muros de piedra y raíces rodean la inmensa mansión, Eric da nuestros nombres a uno de los betas que custodian la entrada, junto a un asentimiento nos dejan pasar sin quitarnos la mirada de encima.

Puertas caobas acorde a la mansión son abierta de par en par por dos sirvientes, dejando ver incluso desde fuera el majestuoso hall.

Me distraigo cuando un leve olor a azufre característico de los brujos llega a mi sensible nariz, me sorprende que esa raza ande libremente por este territorio. Mentalmente me pregunto si Balder e Ivar habrán olido eso.

-Si, lo hemos notado- Oigo la voz de Ivar.

-No temas, tenemos tus espalda cubierta- Dice Balder.

Formulo un gracias para mis adentros y dirijo mi mirada hacia la entrada del hogar de los Wolf.
De ahí sale María junto a su esposo Iván, mi futura suegra lleva un vestido rojo y su largo cabello castaño recogido elegantemente, mientras que su esposo ha optado por unos pantalones marrones de vestir y una camisa blanca.
El accesorio perfecto y que me hace conocer un poco mejor al señor Wolf es su agria expresión al pasar rápidamente la mirada por mi familia.

¿Será un padre protector con una escopeta a mano? Ahora la expresión agria se plasma en mi rostro. Eso hasta que veo cómo mamá le da un enorme abrazo de oso al amargado señor, el cual, sólo atina a sorprenderse -perdiendo de paso la compostura por el sorpresivo ataque- e intentar devolverle tímidamente el abrazo.

Por estas situaciones agradezco que el filtro de comportamiento de mamá funcione a ratos. Martín, Taylor y yo disimulamos la risa que intenta salir de nuestros labios. Incluso noto una breve sonrisa en el rostro de Eric, rápidamente la disimula aclarándose la garganta y volviendo a su pose normal de guardaespaldas.

La tradición dicta que el último en entrar debo ser yo, junto a Matt.

Los padres de mi bello ángel me saludan con un asentimiento de cabeza y yo hago una leve reverencia en respuesta, todos entran y yo me quedo esperando en el umbral de la puerta. Cierro los ojos e inspiro profundamente intentando relajarme, abro los ojos al instante cuando siento un dulce olor llegar a mi nariz.

-Alfa- la suave, profunda y melodiosa voz de mi ángel me llena el alma y verlo acercarse a mi a pasos tímidos, hace que todo el dolor que cayó en mis hombros desde el día que nos conocimos se esfume como si fuera arena en el viento.

Dichosos todos los ojos que han tenido la oportunidad de observar a esta creación de Venus. Con su vestimenta tradicional blanca y con los detalles plateados Matt realmente parece un ángel. Su cabello castaño con suaves ondulaciones enmarcan un rostro esculpido por la madre luna. En el instante en el que finalmente puedo ver de cerca
sus bellos ojos siento como el aire se estanca en mis pulmones. Rojo, como el más bello y tranquilo atardecer. Sus irises son rojos, ese hipnótico color crea la más bella imagen jamás vista por mis ojos.

-Omega- mi alfa intenta salir y tomar el control por lo que mi voz sale algo ronca. Noto un estremecimiento recorrerle, y lo siento incluso en mi propia piel.

Una mano tiernamente pequeña me es tendida, esperando ser aceptada.

-Bienvenido Diego- dice mi ángel, sin querer hacerlo esperar ni un segundo más tomo la pequeña mano que me es tendida y lo atraigo hacia mi, encerrándolo en un fuerte abrazo. La electricidad que nos atacó la primera vez vuelve a resurgir con más fuerza, esta vez el tatuaje eterno que hay en mi pecho no duele, sólo siento un suave cosquilleo en mi pecho, como si fueran olas del mar en un caluroso día de verano. Eso hasta que escucho a Matt sollozar entre mis brazos, lo aparto intentando ver su rostro, sólo soy capaz de ver una leve sonrisa antes de que entierre de nuevo su rostro en mi pecho, sonrío por la ternura que me causa.

-Mi ángel ¿te duele algo?- el niega aún escondido, mi mano se dirige a su suave cabellera y le proporciono caricias que le sacan suspiros.

-No se si tiene algún sentido, pero a tu lado siento como mi alma sonríe y mi corazón rebosa de felicidad- Dice en voz bajita, una sonrisa aún más grande se apodera de mis labios, hago que se separe un poco de mi y tomo sus mejillas entre las palmas de mis manos, las acaricio con mis dedos pulgares sintiendo la suavidad de estas y limpiando a la vez las pocas lágrimas que surcan sus mejillas.

-Si que tiene sentido, yo estoy ahogándome en los mismos sentimientos, por primera vez siento que mi vida tiene sentido, luz y color gracias a ti- su sonrisa se convierte en un reflejo de la mía. La angelical imagen enfrente mío me provoca besarle la frente, las mejillas, y el pequeño botón que es su nariz, me aparto un poco para verlo fijamente a esos ojos chispeantes.

-Falta uno- dice bajito, lo miro sin entender. Eso hasta que pisa mis zapatos tímidamente para ganar altura, pasa por mi cuello sus brazos y se pone de puntillas hasta alcanzar mis labios, lugar dónde deposita un casto beso. Mis manos van a parar a su estrecha cintura, disfrutando del efímero contacto.
Cuando se separa lo abrazo aún más fuerte por la cintura, no permitiéndole separarse mucho y junto nuestras frentes, inspirando hondo. No hay necesidad de palabras, los dos mantenemos los ojos cerrados y las sonrisas y tímidas risas abandonan nuestros labios siendo está la manera que tienen nuestras almas y corazones de demostrar y exteriorizar el júbilo en el que se encuentran.

Desde hace rato que siento a mi lobo ansioso, feliz, vibra bajo mi piel, mueve la cola de lado a lado, aúlla feliz y mi yo racional sólo puede pensar en el momento en el que se encuentre con el lobo de Matt.

-Alfa, deberíamos entrar, nuestras familias esperan por nosotros- puedo distinguir perfectamente el tono triste de Matt, yo tampoco quiero separarme de él ni compartirlo con nadie más.

-Tienes razón- pero antes de dejarlo ir vuelvo a juntar nuestros labios, los muevo sintiendo la extrema suavidad y dulzor de estos. Matt se aferra a mis hombros a falta de algo a lo que sostenerse, intenta responder, e inmediatamente siento la inexperiencia. Una inexplicable ola de orgullo y felicidad me embarga al saberme su posiblemente primer beso.

-Ahora si- pronuncio al separarme de él. Su expresión desorientada, con las mejillas sonrojadas y los labios tomando un color más fuerte que ese virginal rosado, me hacen replantearme si debo entrar o llevármelo lejos de ahí. Me aclaro la garganta intentando aclarar de paso mis dispersos pensamientos y tomo la mano de Matt entre la mía para dirigirnos al interior del hall.

-¿Alfa, tus amigos también entrarán?- dice en voz baja.

-¿Quién cariño?- miro detrás nuestro y me encuentro con la sorprendida expresión de Ivar y Balder.

-¿El omega puede vernos?- pregunta el rubio.

-¿No debería?- pregunta mi pequeño, su expresión preocupada me alarma por lo que lo acerco a mi y le abrazo reconfortándole. Siento la misma extraña sensación de la última noche, el aire se llena de de una densa energía electrizante, como si fuera magia.

-Tranquilo Matt, son viejos amigos- oigo que dice una voz detrás nuestro.

En el hall principal se encuentra la majestuosa presencia del lobo blanco que me llevó hasta el mestizo dragón.

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