Sanando viejas heridas

409 57 6
                                    

Catra

—Catra estoy enamorada de ti —dice Adora de la nada.

Pensé que después de un beso como ese mi corazón no se podía acelerar más, pero parece que me equivoqué. La confesión de Adora me toma por sorpresa y aunque planeaba ser un poco más sutil para confesarle mis sentimientos sé que ya nada de eso importa.

—Yo también estoy enamorada de ti Adora —digo sin darle más vueltas al asunto.

Entonces ella se acerca y me envuelve en sus brazos. Cómo extrañaba sentirla tan cerca de mí.

—Espera —digo. Entonces ella se separa y veo la preocupación en su rostro— Si tienes sentimientos por mí ¿Por qué te alejaste durante esta semana?

Ella tiene una sonrisa nerviosa.

—¿Qué tal si seguimos hablando en otro lado? —propone ella.

Entonces recuerdo la promesa que les hice a mis padres de ya no salir sin antes avisar.

—Claro, llamaré para avisar te veo afuera —digo y salgo para llamar a Scorpia por teléfono.

—Hola gatita —dice ella en broma cuando me contesta.

—Jaja —rio con sarcasmo.

—¿Cómo te fue con Adora?¿Lograste hablar con ella? —pregunta con curiosidad.

—Si sobre eso... —empiezo a decir—. Bueno parece que el orden del factor no altera el producto porque primero la besé y entonces ella confesó que está enamorada de mí y yo le dije que el sentimiento es mutuo, ahora quiere ir a otro lado para seguir hablando.

Tenía muchas ganas de contárselo a Scorpia, ya que le había dicho sobre cómo Adora me había estado evadiendo y que eso empezaba a molestarme y preocuparme.

—Me alegra saber que aunque no haya salido como lo planteaste por fin confesaste tus sentimientos y fueron correspondidos. No te preocupes yo les aviso a papá y mamá que volverás en un rato —dice ella con alegría—. Diviértete con la rubia cantarina.

—Gracias Scor —digo feliz.

—Para eso son las hermanas —dice y luego cuelga.

Cuando Adora sale de los vestidores vamos a un restaurante de hamburguesas. Nos dirigimos al mostrador a hacer nuestro orden y Adora paga, luego nos sentamos en una mesa, una enfrente de la otra, a esperar nuestro pedido.

—La próxima vez pago yo eh —prometo.

—Ni lo sueñes —dice ella y luego mira hacia sus manos que descansan sobre la mesa—. Te debo más que una hamburguesa por comportarme como una idiota.

Parece triste y yo no quiero verla así, por eso decido tomar sus manos entre las mías.

—Bueno, sin duda no fue la mejor actitud que pudiste tomar —digo intentado que no suene como un reclamo— ¿Ya me dirás porque te comportaste así?

—Sucede que cuando te bese digamos...no estaba en mis cinco sentidos —dice alzando la vista algo nerviosa.

¡¿Adora estaba borracha cuando me besó?! Eso sí que no me la esperaba.

—Y fue entonces que mi cuerpo hizo lo que mi mente desea de verdad —dice ahora mirándome a los ojos—, besarte.

Siento como me sonrojo así que alejo la vista de ella.

—Pero por mucho que quería hacerlo en cuanto me di cuenta de lo que había sucedido me arrepentí —dice.

Esta chica sigue confundiéndome tanto como antes ¿Entonces quería besarme o no?

—Porque pensé que quería una amistad contigo y que ese beso la arruinaría —continúo—, pero luego me di cuenta de que no quiero una amistad contigo.

No sé qué pensar ante esto.

—Después de todo lo que hemos pasado —dice y yo sabía muy bien a qué se refería— y lo mucho que te he extrañado no creo poder tener solo una amistad contigo.

Todo este tiempo yo la había dejado hablar y la había escuchado atentamente. Parecía que ella no tenía ningún rencor o resentimiento pasado, pero yo sí y si quería tener cualquier tipo de relación con Adora debía sincerarme.

—Entiendo lo que dices porque yo me siento igual, pero aún hay cosas que no entiendo —digo tranquilamente— ¿Si tanto me extrañabas porque me ignoraste aquel día en la cafetería?

—No sabía que eras tú —dice y luego señala a sus ojos refiriéndose a mis pupilentes.

Sé que Adora no es la persona más lista del mundo, pero me parece un poco absurdo que no me haya reconocido solo por traer pupilentes. Suelto un suspiro y tomo de mi mochila el estuche de estos para quitármelos.

—Así está mejor —dice Adora con una sonrisa—. Te ves mucho más linda sin ellos.

Ambas nos sonrojamos, parece que esto se volverá habitual, aunque en esta ocasión ninguna hace nada por esconderlo.

Después de eso llega nuestra comida así que comemos entre bromas y risas, recordando algunas anécdotas de nuestra niñez que aunque no fue perfecta tuvo sus cosas buenas. Después de eso ella me propone acompañarme a mi casa y yo acepto.

—Aquel día que te vi en los vestidores, el día de las pruebas —dice ella con lentitud, como si cuidara cada palabra que sale de su boca—, note que todavía tienes esa marca en la espalda.

Se a que marca se refiere, pero no quería que los malos recuerdos arruinaran está bonita tarde que habíamos pasado así que le resto importancia al asunto.

—Sí, bueno Adora, las cicatrices son permanentes.

Empiezo a caminar un poco más rápido, ella también acelera el paso y me toma del brazo, así que me detengo.

—Lo que Shadow Weaver te hizo, lo que nos hizo, fue realmente horrible —dice ella y cuando la volteo a ver hay lágrimas en sus ojos.

Tomo aire y con ello valor.

—Lo sé Adora —digo y la atraigo hacia mí en un abrazo.

Ella llora sobre mi hombro. Yo también quiero llorar porque los recuerdos vienen a mi mente, pero sé que debo ser fuerte por las dos.

—Tanto maltrato físico y psicológico, éramos solo unas niñas —dice separándose un poco de mi para poder mirarme a los ojos— Tú sobre todo. Ella tenía algo contra ti.

Siempre pensé eso, pero aunque así fuera ¿Qué caso tiene? Yo no podía hacer nada cambiarlo. Los años después de que Adora se fue fueron aún más horribles, porque no tenía a nadie que me consolara cuando Shadow Weaver abusaba de su autoridad. Siempre culpe a Adora por irse, pero ahora me doy cuenta de que eso no dependía de ella. Así que prefiero no decirle nada sobre esto, ella está suficientemente afectada por esos 8 años de maltrato.

—Sin duda fue algo horrible que no le desearía a nadie —digo intentando parecer tranquila aunque no lo esté—, pero ya está en el pasado. Hemos crecido y ahora tenemos verdaderas familias que nos quieren.

Ella deja de llorar y yo seco sus lágrimas con delicadeza. De pronto se me ocurre algo que sé que la dejara más calmada.

—Vamos a hacer una promesa —digo con una sonrisa.

Puedo ver en su rostro que eso la anima.

—Como cuando éramos niñas —dice y se le escapa una sonrisa.

—Exacto, prometamos solo recordar los buenos momentos que pasamos en ese terrible lugar —digo y alzo la mano en forma de juramento —Lo prometo.

—Lo prometo —dice Adora imitando mi gesto.

Claramente ya está más tranquila. Entonces toma mi mano y entrelaza nuestros dedos para seguir caminando.

Cuando estoy en casa, me vuelven las ganas de llorar de hace rato. Sin duda lo vivido en mi casa de acogida dejó pedazos rotos y feos recuerdos en mí, pero quiero dejar todo eso atrás y ser feliz en mi nueva vida. Así que decido hacer algo al respecto. Llamo a toda mi familia y les digo que quiero hablar con ellos. Cuando estamos reunidos me propongo a contarles sobre lo que viví antes de llegar aquí.

Imposible [SPOP AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora