Día 8

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—No seas rencoroso- se quejo Merida.

—Es mi venganza, princesa.

Hiccup sonrió de lado provocando que Merida rodara los ojos. Él estaba en una postura derecha, como la de un soldado y ella se aferraba a su cuello tratando de dar un beso a su vengativo novio, el problema era que ni de puntitas lo alcanzaba, estúpido Hiccup.

Cuando tenían la edad de quince y dieciséis años Merida era más alta que Hiccup por unos cuantos centímetros, centímetros que eran escasos pero el pequeño y delgado cuerpo de Hiccup en esos entonces sí lo hacían ver muy pequeño y su amiga pelirroja se aprovechaba de la situación contando chistes tan malos con los que solo ella se reía.

—Te imaginas que venga un policía y te diga: ¡Alto!

—Que pena que no podamos ser GRANDES amigos.

—Anda, por allá esta Blanca Nieves.

—Si los estudios te hacen grande que estudie Hiccup.

—Elena.

—¿Por qué "Elena"?

—No, no, no, Dios, no preguntes.

—¡El Enano! JAJAJAJA.

—Agáchate y dímelo en la cara.

—¡Que se pare! ¡que se pare! Oh Thor, ya estas de pie.

—Tienes razón, nunca estaré a tu altura.

Incluso cuando estos dos descubrieron que estaban enamorados y decidieron iniciar un relación, Merida no se detuvo con sus chistes.

—Eres mi mundo.

—Sé que es otro de tus-

—Bueno, medio mundo porque estas enano.

Y bueno, a pesar de que Merida era pésima comediante la amaba y amaba su risa escandalosa. Pero después de una larga relación juntos, la escuela era lo que los separaría, Hiccup quería seguir con sus estudios en el extranjero pero el querer tener a su novia a su lado era lo que le hacia no irse y claro que Merida dijo que era un idiota y tenía que largarse a cumplir su sueño, no importa si era a millones de kilómetros de ella, Merida le seguiría amando.

Después de tres años de video llamadas, llamadas normales, fotos, mensajes a larga distancia ellos estaban juntos de nuevo. Merida fue por el al aeropuerto y podía jurar que era irreconocible a comparación con el Hiccup de quince años, y sí, ella ya le había visto por video llamada pero no era lo mismo que en vivo, y ahora el estaba ahí, tan- Dios, no lo sabe pero lo da gusto verlo y no duda en correr a abrazarlo.

Pasa una semana y ahora están en una cita discutiendo sobre el pasado y Merida solo quería besarlo.

—Eran bromas inofensivas.

—Pues esto también lo es.

—¡No, esto es cruel!

Merida estaba intentaba jalarlo hacia ella pero era inútil, ni estar de puntitas le ayudaba.

—Genial, tu creciste hacía arriba y yo solo hacia los lados- Merida dio un pisotón, frustrada, porque sí, lo único que hizo bien todos esos años fue engordar.

—Bueno, también lo de allá atrás te creció muy bien- le guiño.

—¡Por Thor! Deberías negarlo, no decir que mi trasero esta gordo.

—Pero a mi me gusta.

Y se inicio una pequeña discusión de que Hiccup debería agacharse para poder besarlo, de si Merida estaba gorda o no y que la venganza de Hiccup.

—Dejare que me hagas chistes de mi estatura si me dejas besarte.

—La verdad, disfruto más esto- empezó a reír.

—¿Te tengo que estar rogando como siempre?

—¿Hablas de como cuando me hacías enojar con tus chistes?

Merida volvió a rodar los ojos, de no ser que sabía que era su culpa no haría todo esto.

Merida llevo una de sus manos a su cachete, acariciando con el pulgar, esperando que bajara la guardia.

—Muy bien, quizá si era un poco mala-

—¿Un poco?

—Pero eras lindo cuando te enojabas y ver como la ropa siempre te quedaba grande era adorable, amaba eso- Hiccup se relajo y Merida aprovecho para ir bajando su cabeza poco a poquito —aunque ahora no me gustas menos, eres condenadamente, uhm ¿sensual?

Hiccup negó con la cabeza.

—Lo dejaste claro cuando fuiste por mi al aeropuerto, no puedo creer que no te diera vergüenza decir todo eso en voz alta- se avergonzó de solo recordarlo.

—No es mi culpa que la pubertad haya hecho buen su trabajo.

Hiccup sonrió totalmente divertido y aún más avergonzado, su novia eres todo un caso y no se cansaría de decir que la amaba mucho, incluso ama la manera en la que cree que lo a distraído para poder darle un beso, Hiccup se deja, claro que de deja, sería un tonto si no lo hiciera, él también la extraño, mucho, había veces que en las noches se ponía a ver las fotos que tenían de recuerdo juntos para motivarse y recordar que pronto estarían juntos, ahora estaban ahí, los dos, abrazados, besándose, un Hiccup agachado con una Merida colgando de su cuello, este empezaba a ser su momento favorito.

Mericcup Month 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora