Unos voluminosos copos de nieve caían incansablemente por todos los rincones del pequeño pueblo. Así como dijo Uri, los días de Sol radiante habían durado a malas penas 96 horas. De nuevo volvimos a la vida tan vacía y soporífera a la que estábamos acostumbrados aquí, añadiendo el pequeño gran matiz del aislamiento previsto para la próxima semana.
Hoy era sábado y mi estómago rugía y rugía, así que bajé a comer algo. Me asomé por la ventana de la cocina y no había dejado de nevar desde ayer, cerca de un palmo de nieve yacía acumulado en las calles. Preparé mi desayuno y fui a sentarme en el sofá del salón, donde encontré a mi padre viendo las noticias.
—¿Sólo estás despierto tú?
—¡Shhh! Escucha la tele, que mira lo que están diciendo.
Le subí el volumen y se ve como un periodista está entrevistando a un político en la capital del país: «hemos detectado que el éxodo se producirá durante este mes y parte de diciembre, ya que los parásitos se están reproduciendo mucho más rápido de lo que esperábamos y tienden a sobrevivir mejor en los lugares donde hay más contaminación». Cambian de toma y aparece hablando una de las científicas más importantes del mundo actual: «No sabemos qué tipo de parásito es, tenemos muestras que estamos investigando en el laboratorio, hemos observado que muta demasiado rápido y cuanto antes se evacúen las zonas más contaminadas más posibilidades hay de sobrevivir y salvar a más personas. La peculiaridad de este parásito es que no es muy grande pero ataca en grupo, por lo que un adulto puede morir en cuestión de una hora ya que tiene un veneno altamente tóxico para nuestro sistema. Ya estamos fumigando masivamente algunas zonas pero creemos que en las zonas de más contaminación se hace más fuerte». Después dijeron que estaban haciendo controles de sanidad separando, tristemente, a las personas infectadas por alguna mordedura de las sanas. Todas las ciudades afectadas serían aisladas muy pronto, siguiendo el protocolo mundial en caso de parásitos potencialmente peligrosos. A pesar de la superficialidad informativa, bastaba para que la alarma social estallase. Si esto es lo que nos han contado, imaginad lo que estará pasando en realidad. En cuestión de pocos días Petricor y otros pueblos cercanos se plagarán de gente de las ciudades próximas. La situación se pondría bastante fea. Al escuchar todo esto pensé en mis abuelos. Nunca he hablado de ellos, viven en la provincia de la región, que es una ciudad grande, y solo nos vemos un par de veces al año con suerte, en Vacaciones de Invierno, Primavera o Verano. Son los padres de mi madre, los de mi padre murieron antes de que yo naciera. En cuanto mi madre se entere de esta noticia los llamará y supongo que se quedarán en casa hasta que la situación se arregle. Mi padre apagó la tele y se llevó ambas manos a la cara muy apesadumbrado mientras apoyaba los codos en las rodillas. Yo, con el bol de cereales en la mano, me senté a su lado.
—Papá, tranquilo. Todo va a ir bien.
—No hija... no tienes ni idea de lo que esto supone para las empresas y las fábricas nosotros trabajamos de la mano de las empresas que hay en las ciudades, y cuando estas vayan a pique, nos va a afectar muchísimo... —le miré preocupada—. Yo tengo que mantener una familia, y pagar mil cosas al mismo tiempo. Acuérdate de estas palabras, Génesis: todo esto va a generar una crisis, y va a ser de las peores.
Realmente estábamos jodidos, tanto mi familia como todas las que dependen de las fábricas centrales que mueven la economía del país. Las familias que viviesen de pequeños comercios minoristas podrían continuar con su vida normal dentro de lo que cabe, pues por lo que he oído no tienen previsto que las actividades económicas y sociales del pueblo se frenen. Aquí podremos salir a la calle con total normalidad y seguir con nuestras vidas, aunque no se podrá salir ni entrar del pueblo después del éxodo. No era la primera vez que el país debía lidiar con un parásito de reproducción rápida, hace unas cuantas décadas tuvimos el caso del LINAMO-21, que causó la muerte de unas 30.000 personas en todo el país. Pero este nuevo parásito no se trataba de un simple bichito que podías aplastar con el pie. Estamos hablando de que posiblemente sobreviva a las avanzadas máquinas de fumigación y cada vez se haga más fuerte, teniendo una mortalidad del 94% dependiendo de cuantos bichos te muerdan.
No dije más nada y subí a vestirme. Mis hermanos se acababan de despertar y estaban locos con salir a jugar con la nieve. Desde mi habitación escuché la pequeña conversación que tuvieron con mi padre:
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GÉNESIS © Ya a la venta
Mystery / ThrillerEn una sociedad distópica e inestable, dos adolescentes que pasan su tiempo libre investigando, descubrirán el origen de lo que atormenta el pequeño pueblo en el que viven. Los habitantes de Petricor seguían estancados en viejas leyendas y mitos pa...