Transcurrieron un par de días y el Caso Sima parecía estar congelado. O se habían quedado sin gente dispuesta a adentrarse en el bosque o estaban intentando llevar la situación con más calma, o las dos cosas a la vez. No podía estar perdiendo el tiempo justo ahora que tenía la oportunidad, pero para ocuparme de eso primero tenía que encontrar a Nilus.
Cogí la fotografía y la volví a observar. Esto no se puede hacer a lo loco, y menos con el protocolo de alarma vigente.
«Tú siempre has sido el cerebro del grupo para todas estas cosas». Mis amigos confiaban en mí. Por encima de todo este embrollo, tengo que ayudarles. El primer paso no era para nada sencillo: tenía que espiar a Nefret. Les dije a mis abuelos que iba a casa de un compañero a hacer las tareas de las vacaciones —el supuesto compañero sería Fabián—, pero mis abuelos no se fiaban así que además de hacer hincapié en la hora de llegada (las ocho), me pidieron que compartiera la ubicación de mi móvil con ellos. Lo hice y como no les llegué a decir dónde vive él realmente, fui a la casa del barrio Celestina y dejé el móvil en la repisa de la ventana, escondido dentro de una de las macetas. Ya tenía vía libre, y entonces me dirigí hacia la casa de Nefret, en Villa Calma.
Hacía mucho frío, y los meteorólogos habían emitido un comunicado en el que se especificaba que se aproximaría un ciclón estos días. Pero no sabíamos si era verídico.
Me oculté tras un árbol y observé el entorno. La vivienda estaba sin movimiento y con las cortinas tapando cualquier pequeña información que se pudiera sacar. Esperé largos minutos y nadie salía o entraba a la casa. Decidí dar un paseo por la zona por si acaso, pero tampoco vi nada que pudiera aportar información. Aburrida, volví a la Zona Este, cabizbaja. No quería volver aún a mi barrio. Se me estaba pasando por la cabeza la idea de ver a Fabián, aunque no fuera lo más correcto en estos momentos, además de haberle dejado bien claro que solo nos íbamos a ver para hacer las tareas del instituto. Pero esta vez mis ganas fueron más potentes que el orgullo. Me apetecía ir allí y lo haría.
Llegué al claro donde está la casa del árbol pero ciertamente me daba vergüenza subir así sin más. Cogí una pequeña piedra y la lancé hacia su puerta. Lancé varias más. No contestaba nadie.
Vaya, parece que hoy no es mi día de suerte. Resoplé y me giré. Di unos cuantos pasos y escuché una voz:
—¿G?
—¡Fabián! —grité girándome de golpe.
—¿Qué haces aquí?
—¿Qué coño haces sin ropa con el frío que hace? —dije prácticamente gritando, alarmada.
—¿Cómo te crees que me baño si no? —le miré de arriba a abajo. Su cuerpo apenas llevaba unos ligeros calzoncillos negros, y tenía el pelo húmedo. Portaba un tronco apoyado sobre su hombro con un cubo en uno de los extremos.
—Dios mío... ¿Quieres venir a casa?
—Estoy acostumbrado, G.
—Pero quizá hace mucho que no te tomas un chocolate caliente, o un café... Mis abuelos saben hacerlos caseros, seguro que te gustarían.
—No hace falta. Aún no me has dicho qué haces aquí —su actitud era tirante, como cada vez que nos encontramos.
—Bueno... estaba aburrida.
—Con el protocolo de alarma no deberías salir.
—Ya lo sé —deja el cubo en el suelo y se aprecia un fino cordel que sobresale de su mano derecha.
—Espera, voy a subir a ponerme algo de ropa —dice, de forma neutral.
Ahora he podido observar con más detenimiento su cuerpo, ya que le tenía en frente durante la conversación. Lleva tatuajes no muy grandes de tinta negra por todo el brazo derecho, y algunos sueltos por el torso y el tronco. En las piernas también me he percatado de alguno. No sabía que le molaban tanto. Al bajar, se había puesto una sudadera de un azul muy oscuro, y pantalones negros. Y sus Vans demacradas. Se acercó a donde yo estaba y siguió a lo suyo con su cubo y su cordel. Yo me senté enfrente curiosa por lo que hacía. Del cubo extrajo unas conchas de moluscos y caracoles vacías, que seguramente había sacado del lago. Sacó una herramienta del bolsillo de su pantalón y comenzó a hacerles agujeros y a pasarlas por el cordel marrón.
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GÉNESIS © Ya a la venta
Mystère / ThrillerEn una sociedad distópica e inestable, dos adolescentes que pasan su tiempo libre investigando, descubrirán el origen de lo que atormenta el pequeño pueblo en el que viven. Los habitantes de Petricor seguían estancados en viejas leyendas y mitos pa...