Somewhere In Neverland (Jikook Au)

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Pasó una semana y ya nada era igual, la vida de Jimin empeoró en cuestión de segundos. Ahora tenía menos tiempo para estar en casa o con sus amigos. Había conseguido un trabajo más por las tardes como mesero en un restaurante, apenas dormía y se había alejado de su grupo de amigos. Les decía que no podía salir con ellos con la excusa de que estaba cansado y en lugar de eso se iba a trabajar.

Lo que había sucedido es que como todos los domingos Namjoon, Seokjin y Taehyung habían ido a almorzar con el pelinegro. Todo tranquilo, nada malo podría pasar. Almorzaron, hablaron, rieron y luego se fueron a sus respectivas casas. Jimin se dirigió a su habitación y empezó a tocar la guitarra como cualquier otro día en donde estaba feliz, pero de pronto escuchó el sonido de un vidrio romperse y de algo...o mejor dicho alguien caerse. Bajó las escaleras lo más rápido posible tratando de no pensar en lo peor. Al entrar a la cocina observó a su amada abuela en el suelo y rápidamente se agachó a su costado con la respiración agitada. Intentó moverla suavemente para ver si reaccionaba, pero ella no lo hacía.
Sintió el mundo caerse a pedazos, lágrimas corrían por su rostro y la ansiedad estaba inundando su organismo al no saber qué hacer ni a quién recurrir. No tenía auto, Seokjin se había ido, la familia de Taehyung tampoco tenía auto y su teléfono estaba lejos de su alcance como para llamar a una ambulancia. Fue así como acudió a alguien nunca antes pensado. Salió de la casa y llamó a la puerta de los Lee para pedirles ayuda. Tuvo mucha suerte de que la puerta fuera abierta casi al instante. Un chico de la edad de Jimin se apareció sonriente, pero la expresión de su rostro cambió al ver a su visita.

- Minho, por favor préstame tu auto.- Habló Jimin entre lágrimas. Trataba de mantener la compostura, realmente lo hacía, pero no pudo ocultar la desesperación de sus ojos.

- Jimin ¿Qué pasó? ¿Estás bien?- preguntó el pelinegro.

- M-mi abuela, n-no sé. Por favor, ayúdame, y-yo...- Las palabras no llegaban a sus labios por el temblor que estos emitían.

- Tranquilo, yo te llevo.- Se apuró en responder al observar la preocupación en los ojos de su vecino.

Tan pronto como pudieron, Jimin llevó en sus brazos a su abuela mientras que Minho alistaba el auto para dirigirse a la clínica. El camino fue un martirio a pesar de que estuviesen yendo lo más rápido posible y pasándose varias luces rojas, Jimin no dejaba de imaginarse millones de escenarios y esto lo ponía más vulnerable. Cuando el pelinegro le avisó a Jimin que estaban cerca, este no tardó en llamar a emergencias desde el celular de Minho para que lo esperen en la entrada de la clínica y poder ser atendido con rapidez.

Y así fue. Jimin trataba de no abrumarse con la cantidad de personas que llevaban a su abuela en la camilla, todas diciendo sus índices vitales y proponiendo la sala donde deberían atenderla. Ambos chicos corrían detrás tratando de mantener el paso de los enfermeros y doctores hasta que los detuvieron en el camino, mencionando que tenían que atender a la paciente sola por un momento y luego podrían visitarla.

Jimin se detuvo por inercia, aún incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Minho lo tomó del brazo, ya que de no ser así, el más bajo perdía el equilibrio y caía. Lo guió a la sala de espera para poder estar expectantes del estado de su abuela. Hace mucho Jimin no acudía a la clínica y el olor a alcohol no lo dejaba pensar bien. Se sentó, pero su pierna no dejaba de temblar. Solo rogaba a las mil estrellas que no le estuviera ocurriendo algo malo mientras él no estuviese con ella en la habitación.

- Hey...- Minho tomó el hombro del pelinegro suavemente. No tenía que decir mucho para saber que había un caos en su interior, pero quería ofrecerle confort.- Todo va a estar bien ¿Si? Tu abuela es una mujer muy sana, estoy seguro que saldrá de esta.

Jimin apenas escuchó lo que dijo, pero asintió en su dirección.
- Gracias, Minho. Disculpa que te haya pedido ayuda tan derrepente, seguro tenías cosas que hacer y...