Cap 8

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Lía:

Habíamos salido de aquella casa, estaba todo muy oscuro, pero él me transmitía la dosis perfecta de seguridad.

Me llevaba de la mano, iba por delante de mí. Siempre me agarraba de la misma manera y el frío de sus dedos hacía que una corriente de nervios subiera por todo mi brazo. El amarre de su mano junto a la mía era tan fuerte como los eslabones de una cadena, por más que quisiera una fuerza interna no me dejaba soltarlo.

—¿Hacia dónde me llevas?—pregunté viendo que tomábamos un camino demasiado oscuro.

—No me hagas preguntas sin sentido. ¿O es que acaso no te gustan las sorpresas?— él se giró y la intensa luna iluminó su blanco rostro. El pelo y los ojos le brillaban.

—Sí, me gustan las sorpresas, pero viniendo de ti...

—¿Te da miedo lo que pueda hacer un psicópata-acosador en la oscuridad de la noche?

—¿Vale la pena arriesgarme?—pregunté curiosa.

—Vale la pena— y de nuevo sus labios se curvaron regalándome esa típica sonrisa.

No parábamos de caminar y ya me estaba agotando. Marko notó mi cansancio, sin avisarme me subió sobre su espalda, pese a que su cuerpo era bastante delgado tenía una fuerza impresionante.

Al principio quise poner resistencia pero él no cedía y si seguía oponiéndome nos caeríamos.

El seguía caminando y la luz de la luna, la oscura calle y el viento me hacían sentir que mi alma estaba en paz. El calor de su cuerpo abrigaba al mío del aire de la noche.

Él sacó su móvil y puso una canción de Imagine Dragons que me gustaba mucho y al parecer a él también, "Demons".

Me entregó el celular y comenzó cantando la canción en un tono bajo pero fue subiendo su voz poco a poco.

—Canta conmigo—me dijo con una voz agitada.

Sin pensarlo dos veces comencé a cantar y el empezó a correr.

"When you feel my heat
Look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide
Don't get too close
It's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide"

La música, nosotros cantando, él corriendo conmigo encima, nuestros cuerpos agitados, absolutamente todo me llenaba de adrenalina. Por un momento desaparecieron de mi mente todas las preocupaciones que solían dar vueltas en mi conciencia una y otra vez.

Mientras más corría más apresuraba su paso. De pronto sentí en el aire un poco de salinidad que me anunciaba que estábamos cerca de alguna playa o costa.

Cuando llegamos la vista era hermosa. La luz de la luna llena se reflejaba sobre las olas que habían en el mar.

Él me condujo hasta una gran roca en la que chocaban las olas salpicando gotas de agua.

Nos sentamos y nuestros pies se mojaban.

La vista me encantaba. Siempre había querido ir a un lugar como ese de noche.

—¿Valió la pena? ¿O no?— me preguntó con una sonrisa de suficiencia.

—Me encanta— le dije como respuesta sonriéndole. No tenía la menor duda de que mis ojos me estaban brillando.

Al principio se hizo entre nosotros un silencio que no era para nada incómodo. No sabía que vista era mejor, la de las olas del mar o la del reflejo de la luna sobre él.

—¿Qué hacías en la habitación de Micaela?—rompí el silencio.

—Buscando pistas—me guiñó un ojo, su voz y un leve encogimiento de hombros me demostraban cierto desinterés.

Mientras te persigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora