Cap 4

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Lía:

No pude contener la alegría cuando Marko me entregó aquella pulsera que tantos recuerdos contenía.

Me intentó convencer de hacer la tarea en mi casa pero quería mantenerlo alejado de lo que pasaba, de mi realidad, así era preferible.

—Entonces hoy a las 6 de la tarde paso por tu casa para hacer la tarea— le dije a Marko guardando la nota que me había dado con su dirección.

—Sí. Recuerda llevar tu libro de historia que el mío lo dejé en la escuela— me respondió él con esa voz tan bonita y gruesa que anunciaba peligro— ah, y una última cosa, ¿cómo se llama este lugar? Digo, si es que tiene nombre.

—Sí, lo tiene, "Callejón de las dos melodías" o al menos yo siempre lo he llamado así.

—¿Y tú lo descubriste cuando llegaste a la ciudad? ¿Cómo lo descubriste?— seguía preguntando Marko, sus ojos no mostraban nada pero su voz demostraba una obvia curiosidad.

—Conozco este lugar hace mucho, diría que desde que nací, aunque hace mucho tiempo no venía. Aquí fue donde mi madre y mi padre tuvieron sus primeras citas, está lleno de historias.

—¿Y por qué se llama "Callejón de las dos melodías"?— seguía el preguntado con gran curiosidad.

—¿Acaso no paras tú de preguntar?

—¿Algún problema con saber de ti?

No sabía que responderle. Sabes que la pregunta es buena cuando no encuentras una respuesta coherente.

—No— fue lo único que pude decir y por un instante esa voz de seguridad que me caracterizaba quedó desplomada.— Ahora, que sé que me persigues y quieres saber más de mí, ¿no querrás venir conmigo al callejón algunas tardes, para enseñarte un poco del desastre que soy?

—Cada tarde o siempre que quieras, pero con una condición— me dijo y sinceramente no tenía la menor idea de que condición pondría,— que me enseñes a tocar esa melodía en la flauta.

—¿Te gusta?

—Digamos que me hace dejar de pensar, me hace sentir.

—¿Y te gustan los instrumentos?

—Toco el piano, siempre me han encantado los instrumentos— me dijo y al momento ideé una propuesta.

—Yo te enseñaré a tocarla en la flauta y tú a mí en el piano, ¿trato hecho?—pregunté, esperando un sí.

—Trató hecho— confirmó.

Marko Blande:

Ya iba llegando a la casa, con un montón de preguntas que quería hacerle a la chica, Lía, pero tampoco quería sonar tan insistente, apenas acababa de conocerla aunque pensándolo bien, no, ni siquiera la conocía.

Cuando me dijo que sus padres habían tenido citas en aquel callejón, no paraba de pensar que en ese lugar también estaríamos nosotros dos, pero si el amor era eso que veía reflejado en mis padres no me apetecía enamorarme.

¿Sus padres seguirán yendo al "Callejón de las dos melodías"? ¿Por qué habían escogido ese nombre? Y así sucedía siempre que me acercaba a ella, me dejaba con más preguntas que respuestas.

Al llegar a casa mi madre me miró con una expresión preocupada, me quedé esperando a que dijera algo y entonces habló:

—Hijo, como ya tu padre no va a estar en la casa había decidido trabajar horas extras, tendré que llegar al trabajo más temprano, ¿no tienes ningún inconveniente en prepararle el desayuno a tu hermano y llevarlo a su escuela por las mañanas?

Mientras te persigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora