Beso

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Los besos tienen muchos significados diferentes para las personas. Pueden significar el inicio de una hermosa relación, el final de una vida o simplemente nada, un simple contacto físico. Besos que se dan con la mirada, que se anhelan desde la primera vista.

Y, la mayoría del tiempo, los besos para el soukoku, eran el inicio del sexo.

Incluso desde la primera vez que, con tan solo dieciocho años y después de intercambiar varias palabras cursis que aún eran difíciles de asimilar, el beso que se dieron, más las otras miles de cosas que hicieron, marcó el inicio de una vida sexual muy activa para ellos. O como cuando en medio de un callejón, a Dazai se le ocurrió la maravillosa idea de molestar al pelirrojo por su estatura y los golpes e insultos terminaron en caricias y besos, teniendo que correr hasta casa pues era incómodo estar con una erección en medio de la calle y, como muchas otras veces, todo ocurrió cuando sus labios rozaron y la electricidad decidió darles toque.

Y estaba bien, claro que sí. Pues ambos lo disfrutaban y ninguno se quejaba. Si al caso Chuuya de vez en cuando, pues siempre le tocaba ser el de abajo, pero no era como si quisiera desesperadamente intentar ser el activo, no.

Y es que para Dazai, era difícil no acercarse hasta el pelirrojo siempre que lo veía tan... siendo él, era imposible no sentirse atraído hacia Nakahara Chuuya.

Mucho menos ahora, donde Dazai observaba desde la meseta de la cocina cómo Chuuya cocinaba la cena, vistiendo una playera blanca remangada que transparentaba demasiado, lo que le permitía ver con facilidad las partes con sudor que emanaba su cuerpo, un pequeño mandil bien ajustado, bóxers que ni si quiera eran visibles, pues dicha playera blanca era del castaño y está demás explicar que le quedaba gigante, y su cabello en una coleta para que sus rojizos rebeldes no molestaran tanto o cayeran en la comida.

Era simplemente irresistible.

Con ganas de dejar de contemplar dicha obra majestuosa y, mejor tocarla, se acercó a pasos seguros hasta el pelirrojo y lo rodeó por atrás con esos larguiruchos brazos.

—¿Qué quieres? —la pregunta con poco tacto que Dazai anticipaba, salió al aire.

—Nada, simplemente quería abrazarte —respondió en un susurro, ocultando su rostro entre el cuello de  Chuuya que paró su cocina al sentir el aire caliente del otro.

—¿Si? —la voz de Chuuya salió un poco menos ruda al sentir los labios del otro sobre su piel y, como costumbre, alzó más la cabeza para que el castaño tuviera más acceso.

—Por supuesto, incluso debería tomarte una foto mientras vistes así —le siguió tentando, subiendo sus labios por todo el cuello, pasando ahora a la mejilla.

Chuuya ya había terminado de cocinar para entonces, así que se le hizo bastante sencillo voltearse por completo hacia Dazai, alzando la mirada y observando cómo esos ojos avellana pasaban a un tono rojizo, sintiendo cómo los suyos propios se oscurecían también y poniéndose de puntas para rodearlo con sus brazos, inclinarlo hacia él y juntar sus labios en un beso que era todo menos tierno y tranquilo.

Estaban acostumbrados a esto. Conocían más que bien al otro, así que descubrir las intenciones de Dazai en ese momento no fue nada difícil para Chuuya, pues sin protestar ni nada, se dejó llevar y ahora se besaban con euforia y pasión. Sus manos, aunque tal vez con un poco de comida pasando a la nuca de Dazai, jugaban con los cabellos castaños mientras su piel se erizaba ante el contacto de los dedos del más alto metiéndose por la gran camisa blanca, explorando su abdomen mientras subía poco a poco, dejando caliente cada zona que tocaba. Y es que parecía que el contacto físico no era suficiente, pues siempre que podían, trataban de acercarse más el uno al otro, que sus cuerpos rozaran y que los suspiros siguieran.

Chuuya juraba que, cada vez que se besaban, era como estar reviviendo esa primera vez en donde se confesaron sus sentimientos y, aunque normalmente un primer beso era lindo, tranquilo y lleno de cariño, el de ellos fue todo lo contrario, justo como el de ahora, en donde los labios se movían en sincronía, como si de un baile ya conocido se tratase, alguna que otra mordida por parte de ambos y la ya típica pelea entre lenguas que tanto Dazai como Chuuya, ya han ganado al menos unas tres veces.

—Se va a enfriar la comida para cuando-

—Por algo tenemos un microondas, chibi —le cortó Dazai rápidamente, intentando recuperar el aire antes de volver a inclinarse hacia el más bajo.

Cenaron unas dos horas después, pero sí que disfrutaron del postre.

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Soukoku. OTP challenge +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora