Con el pasivo encima

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—Estoy cansado, no quiero.

Las cosas inesperadas de la vida son indeseables. Uno piensa que todo irá de maravilla, perfecto y hermoso para, luego, por culpa de alguien o algo, todo ese plan en tu cabeza termine yéndose al caño.

Si había algo inesperado y raro que casi nunca le ocurría a Nakahara Chuuya, era que Dazai le rechazara tener sexo justo como acababa de hacer. 

—¡¿Cansado de qué?! —le preguntó indignado, aún encima de él en la cama, observándole desde arriba. 

—Hoy tuvimos que perseguir a un usuario, no lo entenderías —respondió el castaño con un mohín en el rostro, susurrando casi lo último sabiendo de sobras que eso solo molestaría más al pelirrojo. 

—¡¿Ah?! ¡Estoy casi seguro que el de lentes hizo todo el trabajo, no me vengas con eso! 

—Te sorprenderías —devolvió con una sonrisa. 

Chuuya le mal miró varios segundos, recordando todas esas veces en las que él sí que llegaba cansado y aún así, satisfacía al desperdicio de vendajes abajo de él. 

—¿Y si hago todo el trabajo? —preguntó cauteloso, observando cómo la expresión de Dazai se iluminaba. 

—¡Entonces con gusto! —respondió casi al instante, dirigiendo sus manos a las caderas del pelirrojo.

Chuuya le alzó una ceja como respuesta, no muy seguro de en qué se acababa de meter, pero, al sentir las manos del otro en sus caderas, empezando a acariciarle por encima de la ropa, amenazando con meterse en cualquier momento debajo de esta, no dudo en inclinarse para empezar con un beso. 

Fue un beso tranquilo puesto que el pelirrojo era el que lo lideraba, moviendo con delicadeza los labios, saboreando, disfrutando, con sincronización con los del castaño que por alguna razón, se sentían más dulces, suaves y adictivos. ¿Será que en serio había trabajado duro y se acercaba el fin del mundo? Si es así, disfrutaría su última noche. 

Cuando se separaron por aire y se observaron a los ojos, Chuuya pudo notar cómo los del castaño parecían irse tornando de un carmesí. Por otro lado, Dazai veía cómo los del pelirrojo parecían dilatarse con el simple hecho de verle, qué lindo. Con una sonrisa cómplice, Chuuya volvió a inclinarse para un segundo beso mucho más intenso que el primero, en donde las emociones dentro de sus cuerpos empezaban a revolotear, deseando más del otro. El pelirrojo con eso claro, empezó a mover sus caderas para adelante, haciendo fricción a propósito con Dazai que suspiró en el beso al sentirlo. 

Era increíble lo rápido que se prendían con solo dos simples besos y un poco de movimiento, pero ey, no se quejaban. Las manos de Dazai dejaron de estar en las caderas del otro, empezando a bajar por los muslos, dando caricias en estos y erizando al pelirrojo quien por suerte no tenía pantalones, solo su ropa interior.

Dazai, al contrario, aún seguía con su playera, pantalón, ropa interior y vendas, aunque estas últimas rara vez desaparecían de su cuerpo, por lo que Chuuya aprovechó estar encima para quitarle la playera con facilidad, solo tuvo que esperara a que Dazai dejara de molestarle sus muslos, alzara los brazos, y listo, fuera prenda. No es que amara el cuerpo del más alto, pero era muy diferente tener a un Dazai con playera, a uno solo con vendas. Porque delgado no estaba, sino que se marcaba un poco los no tan tonificados músculos y, Dios, solo quería quitarle las vendas con los dientes y dejarlo expuesto, pero eso solo lo hacían en ocasiones especiales. 

Mientras tanto, Dazai disfrutaba la mirada de deseo con la que era observado, sonriendo a propósito, lo que provocó que el pelirrojo fuera directo a las vendas del cuello, mordiéndolas y retirándolas con lentitud, escuchando con placer la respiración profunda del castaño que esperaba con anticipación. No tardó en deshacerse de una parte puesto que muy ajustadas no estaban y, con determinación, atacó el cuello del castaño quien seguía en su tarea de jugar con los muslos y piel desnuda del pelirrojo.

Soukoku. OTP challenge +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora