Contra la pared

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—E-espera.

Por supuesto, sus palabras no fueron escuchadas. 

Cuando su kouhai, Nakajima Atsushi le invitó a una fiesta, nunca pensó que terminaría en el cuarto del albino, atrás de la puerta y arrinconado a la pared. 

Chuuya solo quería disfrutar de un buen vino,  conocer un poco más a los nuevos alumnos de la facultad y divertirse. Por supuesto, sus planes fueron arruinados desde el momento en que vio a Dazai Osamu entrar a la misma casa. Porque cualquiera que haya estado en la escuela desde el año pasado, sabe que esos dos tienen algo más que una relación e invitarlos a una fiesta juntos es señal de que terminarán ya sea en el cuarto del anfitrión, o en el baño de invitados. 

Esta vez fue la primera opción. Dazai ni siquiera trató de no ser tan obvio, apenas vio al pelirrojo, se despidió de sus amigos y se lo llevó escaleras arriba donde sabía que la habitación del albino estaba. 

—A-Atsushi se molestará si usamos su cama... —el pelirrojo trataba de pararle antes de que llegaran demasiado lejos. Estaba a tiempo, aún no tocaban la cama. 

—¿Quién dijo que usaremos su cama? —el susurró en su oído hizo que su piel se erizara y se tragara sus palabras. 

Con eso dicho, Dazai siguió comiéndose los labios que ya estaban rojos e hinchados de Chuuya, saboreando el poco alcohol que se sentía en ellos mientras sus manos recorrían todo su cuerpo. La puerta estaba cerrada, pero eso no impedía el paso de sonido tras ella. Pues podría no ser una fiesta tan grande como en otras ocasiones, pero sí había una considerable multitud. ¿A Dazai le importaba ser descubierto? No. ¿A Chuuya? Un poco, sí. 

¿Pero ahora? No era como si lo estuviera pensando mucho y, cuando sintió cómo Dazai trataba de quitarle la playera que tenía, no dudó en alzar ambos brazos para ayudarle y deshacerse de tan molesta prenda que solo sentía que estorbaba y sofocaba. Un suspiró escapó de sus labios al sentir la pared fría haciendo contacto con su espalda, pero no se quejaba, pues a los pocos segundos Dazai volvió a recorrer todo su cuerpo con sus grandes manos. Los besos se fueron intensificando al punto en donde parecía que solo se besaban dos segundos, se separaban para una bocanada corta de aire y de nuevo al ataque. 

Pararon en seco cuando escucharon pasos y voces acercándose. Al menos Chuuya. 

—¿De verdad no lo han visto? Quería agradecerla a Dazai-san por estos meses en los que me ha estado ayudando —la inocente voz del albino resonó en oídos de ambos. 

Dazai por un lado, disfrutaba de la cara asustada que tenía el pelirrojo al escuchar lo cerca que estaba el más joven. El pelirrojo, por otro lado, no quería ser encontrado así, en la habitación de Atsushi y sin playera junto con una momia que le sacaba más de veinte centímetros, ¡toda su admiración se perdería!

—¿Qué ocurre, Chuuya? —un susurro sobre su oído le hicieron despertar de sus pensamientos. Quería empujar al castaño, pero su cuerpo se lo impedía —. ¿No quieres que tu querido kouhai te vea así?

Chuuya apretó dientes cuando los labios del otro bajaron lentamente por su oído hasta su cuello, depositando suaves besos en el camino y disfrutando del temblor en su cuerpo. No, ¿a quién le gusta ser descubierto en pleno acto? A los locos como Dazai, eso estaba claro, pero no a él. 

Una de sus manos aún enguantadas viajó con rapidez a su boca cuando sintió la rodilla de Dazai rozando y haciendo presión en su miembro, evitando soltar un sonoro gemido que seguro los hubiera delatado. Su mirada afilada se posó amenazadora en la de el castaño quien se veía bastante divertido con la situación, no siempre tenía a un pequeño enano acorralado contra la pared. 

Soukoku. OTP challenge +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora