Delila
Regresé entre lágrimas junto a Agnes. A aquella mujer le estaré eternamente agradecida por lo que acaba de hacer. No dejaba de pensar en Iris y en lo sola que se debía de sentir en estos momentos.
Algunas noches aprovechaba y dormía con ella, me complacía acurrucarme junto a ella mientras le acariciaba el pelo. Otras noches, me sentaba en el borde de la cama mientras ella yacía a mi lado con esos ojos tan peculiares pero a la vez hermosos, que me miraban interesados. Le cantaba alguna canción o incluso le narraba historias sobre las victorias de su padre. Pero todo aquello quedó atrás, solo me quedará su añoranza.
Volvimos a entrar por la puerta de la cocina. Agnes se preocupó de prepararme algo, pero me negué, solo necesitaba irme a descansar y olvidarme de todo lo ocurrido.-Majestad. La miré envuelta en lágrimas.-Sé que se estará castigando por esto durante toda su vida, pero está viva. No lo olvide. Le ha salvado la vida. Me dejó sobre la mesa un vaso de leche.-Le sentará bien.
-¿Y qué le digo ahora?. Sollocé.-La quiere muerta.
-Déjeme pensar... Comenzó a dar vueltas de un lado a otro.-Veamos, se me ocurre algo.
-Diga algo por Dios, se lo suplico. Elevé la voz, nerviosa y angustiada.
-Si quiere que su marido se crea la muerte de Iris, tiene que enseñarle pruebas. Verá majestad, deberá... hacerse daño, un corte algo limpio para que podamos recoger pruebas sobre su paradero.
Cogí todo el aire que pude.
-Está bien. Me remangué la manga del brazo a la mitad. Anges se acercó a coger un cuchillo. Me tomó el brazo y lo contempló para ver donde hacer la herida, pero debía ser un corte que no llamara mucho la atención.
-Allá voy. Me dijo mirándome a los ojos.
Asentí dando mi consentimiento.
Cerré los ojo en cuanto sentí el frío metal hacer su trabajo sobre mi piel. Hizo una rozadura por encima del antebrazo. Ahogué un pequeño grito. Agnes lo tapó con varios trapos, la sangre no dudo en empañarlo.
-Creo que esto será suficiente. Me fue manchando la cara, el vestido, y las manos de mi propia sangre.-Le coseré la herida, no es muy profunda, intente que no se la vea.
Asentí.
Inmensa en una profunda tristeza me imaginé otra vida mientras sentía como Agnes clavaba la aguja en mi piel. La traspasaba de una forma muy sutil, apenas me dolía. No podía dejar pruebas, si quería que Henry se creyera que Iris estaba muerta tenía que demostrarlo y para ello, debía convencerle de que así era, que mi pequeña y preciosa hija había muerto aquella noche para que no hubiese conflictos. Ahogué un pequeño quejido cuando Agnes terminó de corta el hilo y sellaba aquel secreto que me llevaría a la tumba por siempre.
-Majestad, ¿Se encuentra bien?.
-No es fácil lo que he hecho Agnes. Me tragué el enorme nudo que se formó en mi garganta. Tenía ganas de gritar, de llorar, de romper cosas... pero no podía, tenía que mantener la postura. Pero aún así necesitaba desahogarme.
-Váyase a descansar, mañana será otro día, quizás...
-Todo seguirá igual. La interrumpí.
Sabía lo que quería decir, quizás mañana Henry se levantaría de buen humor y olvidaría aquella conversación que mantuvimos, pero le conozco, llevo muchos años junto a él, desde que comenzó su reinado casi y sé que es el rey justo y a la vez temerario, rencoroso, además de poderoso. Tenía todas las de perder y no iba a dejar que descubriera que Iris estaba aún con vida, la futura reina de todo poniente y residiendo lejos del reino de Canmarl. Me levanté del asiento y me acerqué a ella, la abracé, nunca jamás había tenido un trato tan cercano con los plebeyos del castillo pero Agnes... había en ella algo diferente. Nos ayudó sin obtener nada a cambio y es cosa de agradecer.
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Your Majesty (Volumen I)
AléatoireIris de la casa Canmarl y futura heredera al trono, lucha por la superviviencia contra varios enemigos, el principal, su tío Payton A. de Canmarl, que hará todo lo posible por robarle la corona y convertirse en el rey de todo el lejano Poniente.