Todo es un asco

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Otro día comienza, otra tortura de día

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Otro día comienza, otra tortura de día.

¿Quién carajos invento el día?.

No quería levantarse, mucho menos si su familia estaba allí fuera esperandolo, esta bien que el sea una mala persona y que merecia todo karma que venga en su jodida contra.

Pero vamos... ¡Denle un maldito descanso! ¡Algo de tiempo fuera no esta tan mal, nadie va a morir por darselo!.

Él sabia que era un chico con una actitud complicada, bastante rebelde y desobediente, pero la vida solo se vive una sola vez ¿No?. Además, las reglas existen para romperlas ¿Sino que gracia tiene vivir?.

Él solo quería hacer lo que se le de la gana, no lo que le dijeran, mas bien, obligaban sus padres.

De todos modos decirlo es una cosa y hacerlo es otra.

—Dios mío— Bosteza. —No quiero levantarme... son las malditas cinco de la mañana—. Killua con su humor de los mil demonios tuvo que salir de su cómoda y calentita cama, se arreglo un poco para luego cambiarse su pijama por su ropa "normal".

Él odiaba su ropa "normal", ya que esta era formal e incomoda, por eso él siempre usaba ropa informal y holgada, pero para su desgracia, se la habían quitado.

—Otro día en el infierno, tal vez en la noche me escape de nuevo, es divertido al menos estar en el pueblo—. Killua salió de su habitación.

En cuánto salió se encontró con los guardias, los cuales empezaron a seguirlo.

—"Que molestos son, son como goma de mascar en el zapato, solo que el dulce es más tolerable"—. Pensó el albino, harto de que lo sigan donde sea que el vaya.

Se cruzó en el camino en dirección al comedor, con una mucama que le informó que su padre lo esperaba en la sala del trono.

—Gracias Beatriz, iré ahora mismo ¿Podrías preparar mi desayuno?—. La mucama asintió en respuesta, para luego salir del lugar directo a la cocina.

—"Que será lo que quiere el viejo ahora"—.

El albino apuró su paso hasta llegar a su destino.

—Desde aquí puedo seguir sólo, gracias por su servicio—. Les dió una sonrisa totalmente falsa, pero que fácilmente se confunde con una real, dejando muy en claro que no quería ningún tipo que lo siguiera.

Abrió las grandes y pesadas puertas, para entrar a aquel dichoso salón.

—¿Solicitó mi presencia padre?—. Killua se inclinó y su padre le indicó que tomara asiento.

—Killua, hijo, tu sabes que eh estado tratando hace bastante tiempo tener un pacto comercial con el Reino del Sur ¿Verdad?—. Él mencionado asintió y Silva sonrió un poco, lo cual preocupó un poco al menor. —Bueno al fin lo logre por medio de un trato justo—.

El Príncipe y el Ladrón (Gonkillu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora