|• 8 •|

31 7 4
                                    

Pieza faltante.


En millones de pensamientos, ninguno encontraba la razón para seguir. Ninguna razonable.


Hasta que llegaste tú, te convertiste en la razón, la única.


Eres tú.


Con tus comentarios y respuestas sarcásticas. Con tus bromas extrañas. Con tu forma de ver la vida; con esas ideas locas y tu única manera de ser tan auténtica.


No sé cómo hacer que te quedes, no puedo evitar que te vayas..., no puedo evitar nada, mucho menos la grieta en el alma.


¿Sigues ahí? ¿Me escuchas?: ¿Acaso tengo la culpa?


Estaré sola de nuevo..., fingiendo que las sombras no existen y que no me persiguen.


Queriendo estar sola, en silencio. Sin la luz de la ventana, sin la suave brisa de la noche.


Cuando su mano toque mi hombro, por fin podré soltar todo lo contenido. Gritar a ella que estoy cansada de agarrar y soltar; pero no me escucha...


No puedo evadir los sentimientos que se amontonan en el pecho, suben por la garganta, haciendo un nudo silencioso y dañino. ¿Evitar llorar? Parece fácil.


Un día más sobreviviendo a mí misma, o lo que quedó después de ti. Un día más sin que el arcoíris no tenga colores.


Extraño la manera en la que me hacías creer que podía ser lo que yo quisiera..., entonces quiero ser quien te haga reír cuando estés triste o cuando estés feliz. Quien te acompañe en los malos días y en los buenos. Pero... no puedo.


¿Cómo ayudar a alguien roto cuando tú también lo estás?


En la profundidad de un mismo, en lo que crees que no sirve, se encuentra la pieza faltante de alguien más. Y por alguna razón, tú eres la mía.


Musitar suaves escritos para un solo lector.


Te tendré algún día a mí lado y dedicaré cada una de mis palabras. El tiempo se hará lento...


El reflejo en el espejo, todavía roto, intenta sonreír sintiendo un vacío interior. El que poco a poco iba sanado las heridas, término por destrozarse por completo... una vez más, volví a recoger los pedazos.


Sanando lo que volverá a quebrarse hasta que no quede nada.


Cometí errores y tropecé muchas veces, tantas, que la chispa que había en mí se apagó.


Perdí todo. Perdí la emoción para expresarme.


Susurrando cosas al viento, cosas que nadie escucha, lo que se siente.


Pensando «sin ti estoy bien...», pero estoy mintiendo. No lo estoy.


Le pregunté al silencio si aún sabias quien era yo o lo que solía ser...


Una persona con un caos propio intentado ayudar a otra.


Fantástico.


Intentando entre tropiezos ser lo que deseo, tratando unir lo que alguna vez dejé que rompieran.


Porque el mundo puede estar en llamas, pero seguiré fría a su lado.


Pero... para eso estamos ¿no? Para tropezar, levantarnos y seguir caminando.


Y lo que falta por vivir...

Susurros del vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora