Horas más tarde, mientras la noche avanzaba inexorablemente hacia el alba, Harry pensó que ____ no había podido saciarse de él. Ni él de ella. ¿Por qué no? Por el límite de tiempo que ella había impuesto. Giró la cabeza para verla dormir. Tenía el cabello alborotado alrededor del rostro. El suave sonido de su respiración. La fresca fragancia que emanaba de su piel iba a turbar la memoria de Harry durante bastante tiempo.
Se sentía demasiado relajado como para preocuparse sobre el hecho de que nunca antes le había ocurrido nada semejante con nadie. Ese vínculo que él tan casualmente había mencionado para atraerla. Había sido... bueno... mucho más de lo que había esperado.
Se apoyó sobre un codo para mirarla bañada por los rayos dorados del amanecer. Ansiaba poder acariciarle el rostro, los labios, el cabello. La deseaba de nuevo. Quería sentirse dentro de ella, experimentar de nuevo su orgasmo... Quería mirar aquellos maravillosos ojos y...
Frunció el ceño. Tal vez no estaba tan relajado como había pensado. Sin embargo, se le pasaría. Por supuesto que se le pasaría. Y ____ se lo había dejado muy claro: una noche. A él le había parecido bien esa propuesta. Más que bien.
Suspiró aliviado. Después de todo, la cordura seguía intacta. Habían compartido unas horas fantásticas, pero había llegado el momento de ir pensando en marcharse de allí.
Con cuidado de no molestarla, Harry se levantó y se marchó hacia el cuarto de baño, comprobó su teléfono móvil para ver el estado de los horarios de los vuelos, se duchó y, después, se marchó a buscar algo para desayunar mientras ella se quedaba dormida.
____ se despertó con el sonido del aire acondicionado y el sonido del agua corriendo en el cuarto de baño. No se movió durante un largo instante, reviviendo la noche anterior, todo lo que Harry y ella habían hecho juntos. Había perdido la cuenta de cuántas veces él le había hecho alcanzar el clímax.
Sin embargo, el lado de la cama que él había ocupado estaba vacío en aquellos momentos. Las sábanas ya casi estaban frías. Sintió una ligera desilusión porque él no la hubiera despertado antes.
En aquel momento, Harry salió del cuarto de baño afeitado y vestido.
-Levántate. La nube de ceniza se ha levantado. Los vuelos van a volver a operar dentro de una hora aproximadamente. Tenemos que darnos prisa.
-¿Qué hora es? -murmuró ella sin moverse. Estaba completamente desnuda bajo las sábanas.
-Las seis y media.
Ella lanzó un gruñido contra la almohada. Todo había terminado. Por un lado, le daba pena. Por otro, se sentía aliviada. La noche anterior, el cuerpo de ____ Dumont parecía haberse visto poseído por una ninfómana. De hecho, en aquellos momentos prácticamente sentía vergüenza de mirarlo a los ojos. Un ligero rubor le cubría todo el cuerpo.
-¿Huelo a café? ¿Café de verdad?
-¿Capuccino o con leche? -le preguntó él mientras levantaba un par de tazas de plástico del escritorio-. No sabía cuál te gustaba, así que he comprado uno de cada.
-Prefiero el café con leche, por favor. ¿Ya has salido?
-Organización, nena -contestó él mientras se sentaba en la cama y le ofrecía una taza de café-. Creo que también necesitas esto.
____ se apoyó sobre un codo y miró el interior de la bolsa que Harry le ofrecía. Se trataba de un par de braguitas color rosa chicle, con un mapa de Australia impreso en la parte delantera. De repente, ella recordó la razón por la que iba a tener que llevar aquellas braguitas durante el resto del día. Se ruborizó.