Epilogo

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Tres meses más tarde...


La playa estaba perfecta. La arena olía maravillosamente con el aroma fresco de la lluvia recién caída. Estaba cubierta de pétalos y adornada con antorchas que rodeaban al íntimo círculo de amigos que se habían reunido allí para la ceremonia.

Lo único que faltaba era la novia.

El ansioso novio iba vestido de blanco, tal y como se le había requerido y por el mismo motivo, descalzo.

Harry contuvo el aliento cuando el sonido de los banjos y ukeleles anunció la llegada de la novia.

Allí estaba. Su heroína. Su ____. Durante un instante, los ojos se le llenaron de lágrimas porque su vida, su amor, su mundo, se acercaba a él con unos ojos del color de la bruma del mar y una radiante sonrisa en los labios.

Iba ataviada con un de las creaciones de Suzette y parecía una princesa con un vestido blanco que le llegaba hasta los pies desnudos. Se había entrelazado flores en el cabello y dos pesadas guirnaldas de idénticas flores le colgaban del cuello.

-Hola -susurró ella con una sonrisa. Entonces, se quitó una de las guirnaldas y se la colocó a él alrededor del cuello.

-Bienvenidos todos, amigos -dijo el pastor, sonriendo-. Estamos aquí en esta gloriosa tarde tropical para hacer oficial la unión de estas dos personas...


-Aquí estamos -dijo ____ más tarde, mientras bailaban en la improvisada pista de baile.

-Sí, aquí estamos -susurró él mientras se inclinaba sobre ella para darle un beso en los labios-. ¿Acaso pensaste alguna vez que no sería así?

-En alguna ocasión...

-Ni hablar. Yo fui tuyo desde el primer momento que te vi, cuando estabas delante de mí en la fila de facturación de Tullamarine. Y mi instinto nunca me falla.

-Te he echado de menos. Jamás pensé que una semana pudiera durar tanto tiempo.

-Tienes razón... -musitó él mientras le acariciaba la espalda con las manos.

____ había permanecido en Adelaida una semana más que Harry para asegurarse una transición sin problemas en Viejo y Nuevo, el único lugar que ofrecía lencería y antigüedades mientras el cliente se tomaba una copa de vino o un café.

Decidió que jamás volverían a separarse. Ya era oficial.

-¿Está todo bajo control en tu negocio?

-Ella va a ser una gerente estupenda -dijo ella mientras saludaba con la mano a Suzette y a Tenika-. He hablado esta mañana con ella. Ya ha vendido tres juegos de lencería y una cómoda.

-Vaya... -murmuró él pasionadamente contra la oreja de ____-. Hablando de lencería, ¿crees que esta fiesta puede seguir sin nosotros? Me muero de ganas por ver qué sorpresas tienes guardadas esta noche para mí.

-Y yo también me muero de ganas por ver las que tú tienes para mí -replicó ella con una sonrisa.

Le encantaba el modo tan sensual en el que se provocaban el uno al otro. La manera en la que cada uno era capaz de sacar lo mejor del otro. Entonces, ____ le tomó de la mano y comenzó a tirar de él hacia la casa.

-Vamos. Te lo enseñaré.

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