Cenaron en el balcón, iluminados por la suave luz de las velas. El pescado estaba delicioso y la compañía resultaba perfecta. ____ echó un poco de azúcar en su café mientras pensaba que, muy pronto, los trópicos parecerían ser un lugar muy lejano y remoto.
-Te encanta este lugar, ¿verdad? -le preguntó.
-Me encanta la libertad y el estilo de vida. Puedo dejar las ventanas abiertas, ir y venir como me plazca, dormir cuando quiero o trabajar toda la noche. Aquí nadie me molesta.
-¿Te gusta la soledad?
-Por supuesto -respondió. Su rostro se tensó ligeramente y una mirada extraña se reflejó en las profundidades de sus ojos.
-¿No quieres que alguien especial comparta la vida contigo?
-Pensé que eso te lo había dejado muy claro -le espetó él. Se levantó de la silla y se dirigió a la barandilla.
____ permaneció sentada, pero lo siguió con la mirada.
-¿Nunca?
-Ya hemos hablado de eso...
Ella notó el tono de advertencia, pero no pudo dejarlo estar.
-Es muy triste -susurró-. ¿Acaso tu vida familiar era tan...?
-Ya basta -le dijo Harry mientras se volvía para mirarla. Tenía la mirada oscura, impenetrable.
-No. Tú sabes cosas de mi vida personal. ¿Por qué te pones tan a la defensiva? ¿Por qué...?
-Solo estábamos mi madre y yo, ¿de acuerdo? Cuando se molestaba en regresar a casa -respondió. Pareció quedarse atónito, como si no hubiera tenido la intención de contarle nada.
-Vaya... -susurró ella, sin saber cómo responder-. ¿Estaba trabajando...?
-Sí. Trabajaba. Trabajaba muy duro -dijo, casi entre dientes-. Luego se lo gastaba jugando al póquer y Dios sabe en qué más, olvidándose de que tenía un hijo que la estaba esperando en casa.
-Eso debió de haber sido muy difícil.
Harry se encogió de hombros y entonces suspiró. ____ tenía razón. Él se había esforzado mucho por mantener el pasado donde pertenecía, pero sus defensas se estaban derrumbando.
Con ____, se había encontrado compartiendo cosas que jamás le había contado a nadie.
-Aprendí a salir adelante. Incluso cuando ella estaba viva, yo ya iba por libre. Supongo que, al menos, podríamos decir que me enseñó a ser independiente.
-¿Estabas viviendo en casa cuando ella murió? -preguntó ella, con la esperanza de que él no dejara de sincerarse.
-Técnicamente, sí, pero más bien era al revés. Era ella la que vivía conmigo. Tuve mucho éxito con mis juegos de ordenadores cuando aún era un adolescente. El dinero dejó de ser el problema.
Los ojos de ____ se llenaron de tristeza.
-Pobrecito... ¿Estuvo enferma durante mucho tiempo?
Harry la miró fijamente hasta que se dio cuenta de que ella no lo había comprendido.
-Guárdate tu compasión. Ella no estuvo enferma ni un solo día de su vida. Salió del pub un día y se puso delante de un autobús. Estaba demasiado ocupada contando sus ganancias, o más bien sus pérdidas, para prestar atención a la carretera.
-Oh, lo siento -susurró ella muy sorprendida.
-No hay por qué. No puedo decir que la echara de menos porque nunca la veía. Desde que puedo recordar, la rutina de su vida no cambió nunca. Se iba a primera hora de la mañana y regresaba a medianoche.
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