Tal vez yo, tal vez tú©

12.- El día que nos conocimos

Nina estaba confundida. Miró a Alex extrañada tratando de encontrar una respuesta coherente a esa afirmación, pero por más que lo intentaba nada parecía tener sentido. Si de algo estaba segura es que jamás había mencionado el nombre de Anastasia frente a Alex, entonces a qué se refería con que fue ella quien se lo dijo, eso es imposible. De pronto, un pensamiento la hizo dudar "¿Y si en verdad nos conocimos en la infancia?" La mente de Nina funcionaba a gran velocidad, en tan sólo un par de segundos elucubró toda una historia digna de novela que parecía darle sentido a esta confusa situación.

—¡Vaya, entonces sí nos cocimos en la infancia!... aunque probablemente tú eras un bebé —dijo con seguridad.

Alex la miró perplejo, pero después de pensarlo por unos momentos no pudo evitar reír ante las palabras que acababa de escuchar. Aquella actitud sólo aumentó la intriga de Nina.

—Ahora sí que necesito que me cuentes —solicitó con ansiedad.

—Creo que estás sonando...

—¿Soñando querrás decir?

—No, me refiero a tu bolso.

Nina bajó la mirada, efectivamente pudo reconocer su ringtone, estaba tan concentrada en la conversación que no se percató del sonido. Sacó su celular con rapidez, era Robert para comunicarle que el director la estaba esperando.

—¡Qué mal momento! —exclamó—. Tengo que irme, no quiero hacerlo, pero ya sabes, el trabajo... ¡Cómo odio quedarme con esta duda!... y si te pidiera que me esperaras ¿Lo harías? prometo apurarme... No, no tranquilo... Disculpa por pedir algo así, fue poco considerado, un impulso loco. Sé que estás cansado y tienes que irte... además...

—Te esperaré —agregó interrumpiéndola.

—¿En serio? —preguntó dudosa.

—¡Lo haré!

El rostro de Nina se iluminó.

—Prometo no demorarme mucho, juro que haré que esta reunión sea lo más breve que pueda. Mil gracias, de verdad.

Nina se apresuró al set de filmación, mientras Alex la veía perderse entre las columnas de aquel edificio. Se sentó en una banca cercana a terminar su café, lo más probable es que debiese esperar al menos una media hora, así que se acomodó en ella y cerró sus ojos. Realmente estaba cansado, había sido un día duro, pero a pesar de todo quería pasar tiempo con ella, con esta chica de cabello extraño, con esta chica que había llegado para revolucionar su solitario mundo interior.

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Siento que nadie me conoce realmente porque nunca permito que entren en mi mundo, pero es lo mejor, de esta manera no podrán lastimarme. Hace un tiempo que comencé a pensar en la soledad, hay tantos hombres que le temen, pero yo la anhelo, en la soledad me siento seguro, siento que todo está bajo control. Me permito ser libre, reflexionar y crear. Tal vez mi único propósito en la vida fue este, ser artista. La música es lo que le da sentido a mi existencia, con ella soy capaz de alegrar a otros, a pesar de que aún estoy descubriendo cómo alegrarme a mí mismo.

Las personas no imaginan lo difícil que es vivir constantemente con una máscara. Todos piensan que soy frío, pero la verdad es que se equivocan. Mi corazón arde, y arde porque todo me importa. Lucho con mis sentimientos para acallarlos, para que nadie pueda escucharlos, ya que si los dejara salir tal vez no sabría cómo controlarlos. Aprendí a ocultar mis emociones desde pequeño, y lo aprendí tan bien, que ahora que he crecido desarrollé tal habilidad que incluso olvidé cómo se siente ser libre. La música ha sido mi catalizador, a través de ella puedo darles forma a estos sentimientos de una manera más constructiva, liberarlos a través de una melodía, de una letra, sin que ello signifique hacerme daño. Por eso la gente se identifica con mis canciones, porque todas ellas hablan de la verdad, todo lo que escribo no es otra cosa que la realidad vestida de metáforas y analogías.