13.- Una Cena Inesperada

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Nina miraba su celular inquieta, el tiempo corría y parecía que su acompañante no tenía la menor intención de despedirse. No quería que Alex se fuera y quedar nuevamente con la duda, pero ya habían pasado cincuenta minutos y era poco probable que siguiera ahí. "¿Qué debería hacer? ¿Me quedo o me voy?", se preguntaba. Aquellas dudas invadían su cabeza y le impedían concentrarse, entonces casi por inercia y sin pensarlo, repentinamente se puso de pie ante la confusa mirada del director.

—Lo siento, tengo que irme. Volveré otro día—diciendo esto, estrechó su mano y salió rápidamente del lugar con la esperanza de que el músico aún la esperara.

Caminó por los pasillos hasta llegar al jardín interior junto a la terraza donde habían estado antes, pero para su desilusión, no pudo verlo. Entonces, cuando ya había perdido la esperanza, una silueta entre la hilera de plantas llamó su atención, se acercó curiosa y corroboró que se trataba de él, suspiró aliviada. Estaba acostado en una de las bancas de la orilla, por eso no podía verlo. "Debe estar agotado", pensó Nina viéndolo dormir. Sintió un poco de culpa de haberlo hecho esperar sabiendo lo ocupada que estaba su agenda.

Se agachó al nivel de su rostro y lo observó descansar por unos momentos, esa expresión fría e imponente que solía lucir, ahora parecía haberse desvanecido completamente al cerrar los ojos, se veía tranquilo y despreocupado. Miró con atención su rostro anguloso, le llamaban la atención sus facciones "Realmente Alex es muy atractivo", pensó. Le era fácil entender por qué las fans se enamoraban de él, tenía una belleza nostálgica que le recordaba al pasado, como si perteneciese a otra época, no pudo evitar sentirse cautivada por aquel talentoso joven. La herida de su ceja ya estaba sanando y Nina creyó, que probablemente, sólo le serviría para sumar más atractivo a su ya inusual encanto.

De pronto, una pequeña hoja cayó en la mejilla del músico, Nina se acercó para quitarla con sus dedos...

—Ya llegaste —dijo Alex repentinamente abriendo los ojos y mirando fijamente a Nina, ante la sorpresa de esta.

Sus miradas se encontraron súbitamente a tan solo unos cuantos centímetros, estaba demasiado cerca, tan cerca que el rostro de Nina se ruborizó por completo, desestabilizándola y haciéndola caer.

Alex se incorporó rápidamente.

—¿Estás bien? No quise asustarte —dijo preocupado, al tiempo que la ayudaba a levantarse.

—Tenías una hoja... en la mejilla... Llegué recién, te iba a besar... ¡No! digo a despertar, a despertar.

"Ay qué acabo de decir, contrólate Nina", se decía a sí misma evitando la mirada del músico.

—¿Así que me ibas a besar? —preguntó Alex, mientras disfrutaba ver a Nina completamente descolocada.

—¡No te burles! —dijo apenada. Me equivoqué, por favor podemos sólo olvidar ese desafortunado comentario.

—Está bien, fingiré que no sé que trataste de besarme —dijo con indiferencia.

—¡Yo no traté de besarte! —exclamó avergonzada—. Además, no mezclo el trabajo con mi vida personal y no eres de mi tipo.

Alex sonrió.

—Lo digo en serio —agregó—. Y no cambies el tema, quiero que me hables de por qué le dijiste Anastasia a mi gatita, y no me digas que fui yo quién te lo dijo, porque estoy segura de no haberlo hecho.

Alex volvió a sentarse en la banca un tanto desilusionado. Nina lo miro confundida.

—Antes de responder quiero hacerte otra una pregunta ¿Cuándo fue la primera vez que me viste Nina?

Tal vez yo, tal vez tú©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora