Arrebatos de príncipe

11 0 0
                                    

Ya estoy despierta, este no es el cuarto del Este, ¡Sigo en el Norte!
con el vestido verde... ¿Esto si es real?
Tomaré aire...
Estoy sobre la cama con cobijas blancas. Abajo hay un par de zapatos, espero que me queden...
Me estire por uno y luego por el otro. Aquí voy...
¡Si, entro!
Quiero verme en el espejo ¿Soy igual? ¿Soy diferente?
Al levantarme de la cama se me cayó el trozo de tela, dejándome el cabello suelto y desordenado.
Lo tomaré para volverme a hacer una trenza.
Listo...
Me apresure por costumbre, pero al parecer fue lo mejor, porque alguien acaba de tocar a la puerta.
En el Este nadie se tomó esa molestia conmigo nunca, ¿Por qué tocar para entrar al cuarto de una sirvienta?
Yo tampoco entraba a los aposentos de los alfa.
Tocan de nuevo...
Siguiendo el instinto más claro que tengo, acate a responder:
-Pase, adelante.
De nuevo es Cora, trae consigo unas finas telas que deben ser más vestidos. Ella me hablo con su habitual dulzura:
-Buenos días su alteza, ¿Desea que le ayude a prepararse?
Según yo no necesito nada. Luzco un bello vestido y ya recogí mi cabello.
-Gracias, pero estoy bien. Conteste.
Ella pareció inconforme y me explico:
-Majestad, resulta que el príncipe la espera para que desayunen juntos, y cualesquiera de estos vestidos que usted elija para usar hoy es un regalo por parte del rey Fenrir, no puede rechazarlo...
Me da tristeza que apenas he usado este vestido desde ayer.
Igual como dijo, no puedo decir que no....
Asentí, para que ella me mostrara 3 magníficos vestidos, uno rosa clarito, otro azul y el ultimo es guinda.
Ella me pregunto cual me gusta más.
Si se trata de elegir algo que sientas que se parezca a ti, elegiré el guinda. Lo señale.
La criada me sonrió y se ofreció a ayudarme para probármelo.
-Te lo agradezco Cora, pero voy a probarlo sola si no te molesta. Le informe. Ella consintió sonriendo y va camino a salir del cuarto.
Hay una silla cerca del gran espejo. Al tomar el vestido, siento la tela tan suave y delicada. No va conmigo...
Aguante el aire, y estuve cerca de pasarlo por mis piernas, pero ya recordé que no lo debo ensuciar.
Tratándolo con el mayor cuidado lo pase por mi cabeza para luego dejarlo caer sobre mi cuerpo.
Un sentimiento nuevo me está recorriendo...
El miedo está abriéndole la puerta a la confianza.
Cora toco otra vez, pero volvió a entrar casi de inmediato.
Se acercó corriendo y tomo lo que según veo es un corse.
No me ha preguntado nada y ya viene hacia mí.
Se acomodo atrás y coloco el corse en mi cintura. Esta apretando el corse, para poder anudar los cordones, mientras yo trato de mantener el aire. No está demasiado ajustado, pero no es como usar un mandil que no aprieta para nada. Ella continuo:
-Señorita, ¿puedo peinarla?
Claramente mi trenza de lado mal hecha no tiene nada que ver con el glamuroso vestido. Me pide que me siente en la silla. Intento adaptarme al ritmo de respiración que me permite el ajustado atuendo en lo que me siento.
La joven vino y soltó mi cabello.
Soy lacia, pero la trenza me ondulo el cabello.
Me siento rara, pero al mismo tiempo crece un gran poder dentro de mí. Quisiera tomar el mando cosa que en mi vida he hecho, pero quiero ordenarle a Cora que vuelva a recoger mi cabello.
No sé de dónde conseguí que mi voz suene tan fuerte:
-Cora escucha, toma todo mi cabello y atalo con un trozo de tela como la de mi vestido para que combine.
Pocas veces atendí a la reina Asha, pero es suficiente el saber que ella siempre usa toda su ropa y accesorios del mismo tono y color, y solo a sus damas más cercanas les pide su opinión, al resto nada más nos exige lo que quiere.
Exigencias que trato de imitar...
De cierta manera siempre he sido parte del mundo de la realeza. La joven me hizo caso. Va camino afuera para buscar un trozo de tela que se parezca al guinda del vestido.
Ha regresado con uno. Me está viendo muy seria, y ya me habló:
-Solo le comento que su cabello suelto es muy bello.
Rara vez en mi vida he dejado mi cabello suelto, así que lo pensaré un poco más...
Ella se adelantó:
-Si lo desea puedo trenzar un poco del pelo de enfrente para que no estorbe su vista, y puedo atarlo atrás. Me propuso.
Tomando una fuerza que desconocía, junte mis labios, y haciendo un gesto solemne asentí a su proposición.
Ella empezó tomando mechones de cabello para alisarlos poco a poco. No puedo creer lo que veo en mi reflejo. Una mujer que no había visto hasta ahora. Una mujer que será una princesa...
No recuerdo la última vez que otra persona me hubiese peinado. Conociendo a Amaris, eso nunca pasó.
Contrario a seguirme incomoda, me he relajado.
Ella termino de trenzar el cabello que más me cae en la cara y lo ató con la tela que le pedí.
Veo como orgullo en su rostro. Si que se esmeró.
Ahora sonríe como siempre y va camino a los vestidos.
Tomo también la bata rosa y se dirige a la puerta.
De pronto se detuvo y grito con terror:
-Lo olvide... ¡Su alteza, el príncipe la espera en el comedor!
¿Cómo voy a causarle problemas si lo único que ha hecho es ayudarme de buena voluntad? Ya me levante, me dirijo a ella:
-Tranquila, llevame al comedor.

Decidir que peinado y vestido usar puede ser más difícil de lo que muchos creen. En especial para una princesa o reina que siempre debe verse divina. Tu elección fue muy buena, luces hermosa con tu cabello suelto, aunque tengas ese par de trenzas, y el vestido guinda fue lo mejor de todo.
Los colores que has elegido portar son muy lindos.
Tienes buen gusto al igual que la Reina Raksha del Norte, ella solía usar también colores fuertes como el verde, el guinda, incluso el negro. Cierto que a ella no le gustaban los vestidos blancos con otros colores claros como rosa o azul.
Aunque sí que traía su cabello suelto todo el tiempo.
Qué triste es hablar en pasado a veces... 

Su altezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora