Confesión de Arrojo

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Antes de acostarme me quite los aretes frente al espejo, y los deje en el mueble. Hoy la dama entro con pan y queso, que comí mientras ella me peinó, igual recogió todo mi cabello en una trenza completa como Cora. Por fin tuve que usar los aretes color dorado, que combinaron con el vestido del mismo tono que ella me ofreció desde ayer.
Voy en camino a encontrarme con Arrojo.
Espero no haber tardado demasiado...
Todos están listos, solo intento no caerme.
Él sonríe de oreja a oreja.
Hizo un romántico anuncio:
-Mi futura princesa cada día luce más hermosa.
También mis nervios han crecido.
Devolviéndole la sonrisa, correspondí:
-Le agradezco príncipe del sur.
En verdad me alegra que le guste como luzco.
Un carruaje está esperando junto con su cochero.
No lo había visto antes... Supongo que es propiedad del Oeste, y nos fue prestado para regresar con mayor comodidad al Sur.
¿De manera que viajaremos en carruaje?
-¿Su excelencia?
Pregunte a Arrojo señalando el carro.
Arrojo sonrió.
-¿Qué tal? ¿Le agrada?
Pensé que él prefería ir a caballo, así que le preguntaré:
-Disculpe Excelencia, pero ¿no nos retrasará en el camino?
Él está despreocupado:
-No su majestad, y si acaso, nos hará mucho más ameno el regreso. Indico sonriendo.
Ahora solo es necesario sostener la mano de Arrojo para subir.
Él va a sentarse frente a mí. Cada que nos vemos sonríe.
En lo que nos alejamos de las tierras del Oeste, veo unos sembradíos. No son muy abundantes, pero supongo que bastan para un pueblo tan pequeño.
El sol resplandeciente nos acompaña.
Conforme avanzamos los prados cada vez están más verdes.

El sol está cayendo mientras nos dirigimos hacia un valle...
Arrojo de pronto se puso muy incómodo.
No entiendo porque, ¿Hice algo que lo inquieta?
Lo veré fijamente, esperando que me diga que paso.
Parece que algo va a decirme:
-Amor... nuestro compromiso fue un poco apresurado, porque resultamos ser mates, y nos fuimos muy pronto. No hemos hablado casi de quién eres y como terminaste en el Norte. Venias del Este, es lo que sé...
Lo interrumpí.
-No quieres saber cuál es mi pasado.
Dije con determinación.
Él no se sorprendió, pero si quiere indagar:
-Lamento decir que el pasado de mi mujer me incumbe, ¿mencionaste ser encontrada hace 9 años?
Dudo poder hablar de esto sin llorar.
Cruzaré hasta su lado...
Estando en movimiento, es posible que caiga.
Me lance y él me atrapo adivinando mi idea.
Ya en sus brazos, tengo que decir la verdad.
-Me encontraron a los 10 años a las afueras del reino del Este, yo...
Ni siquiera con él puedo conseguir la calma.
Mientras alejo mi cara de su pecho, tengo el terrible impulso de querer saltar fuera del carro.
Él supone mis planes por lo que ya rodeo mi cintura impidiéndome ir.
-No me cuentes más.
Sentencio.
Yo solía ser una sirvienta. Hasta él...
Intento soltarme de sus brazos, pero ya me apretó.
No quiero estar frente a él. Siento un par de lágrimas rodar por mi mejilla...
-Hablo en serio, no necesitas decirme más...
Me aclaro.
Si tengo que hablar:
-¡Yo era una sirvienta! Sin familia, sin hogar...
Grité, no para él, para mí misma. No podía seguir fingiendo.
No soy una noble, ni si quiera una plebeya común como campesina o esposa. Siempre he sido muy inferior.
El argumento de Arrojo me asombro:
-¿Quién dice que no eres una princesa perdida? Te hable de la desaparecida Idara, pero tampoco descartamos que no seas Anuk del Norte.

Si yo hubiera sido Idara la hija de los reyes, ¿Por qué termine como su criada? ¡No lo entiendo! Y siendo Anuk, la princesa del Norte, ¿Por qué no me regresaron a mi hogar?
El príncipe continuo su interrogatorio:
-¿Recuerdas como terminaste en el Este?
Trato de recordar ese día...
Un guardia beta me encontró, no sabían de donde venia, y nadie fue a reclamar una hija extraviada.
Hablo con formalidad fingida:
-Un guardia me encontró, nunca supieron de donde venia ni como llegue.
Arrojo me abrazo fuerte para que volviera a recargarme en él. Me hace cariños, y beso mi frente.
-No puedo asegurarte o descartar nada, pero el Norte perdió una princesa hace 9 años. El Este también, pero me cuesta pensar que con tal de proteger a su hija la trataran como a una moza más.
No me trataban como a una moza más.
Citando a Kyra, Velkan me llamaba por mi nombre.
Arrojo siguió:
-En el sur hay un reporte de lo que ocurrió en el incendio del Norte, del cual creo estas enterada, y prometo que cuando lleguemos podrás revisarlo a detalle.
Nada ni nadie va a alejarme de ti...
Estoy recargada y ahora lo abrazo con todas mis fuerzas.
Acción que correspondió.

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