Norte a Sur

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Es tarde. La luna está por salir, necesito de su luz.
Desconozco qué esperar de esta noche.
Golpearon la puerta. Responderé con la mayor naturalidad que pueda fingir:
-"Pase"
No estoy viendo a quien entra...
Escucho pasos suaves, tiene que ser la joven criada:
-Majestad, el príncipe Arrojo desea verla, pero es su decisión si acepta que él entre, no está obligada. En efecto es Cora.
¿Quién soy yo para negarme a recibirlo?
No sé qué haré si me quedo, pero menos si me corren.
Cora, no aparentemos más...
-Hazlo pasar.
Dije con firmeza.
Ella inclino la cara y va para afuera supongo que para indicarle a él que es bienvenido.
Eventualmente la veo entrar otra vez. Lo presento:
-Su excelencia, ante usted el príncipe Arrojo...
Él la reprimió:
-Su prometido, puedes retirarte Cora.
¿Se me permite discutirle? Ella no tiene por qué irse...
La jovencita se limitó a hacer reverencia, pero yo lo contuve:
-Su excelencia, a mí no me molesta la presencia de Cora, ¿ha usted si?
Él me mira reservado, pero por fin olvido su petición y le preguntó.
-Cora, ¿Ya está lista la princesa para el viaje?
Ella se alegró y afirmo:
-Si su alteza, la preparé para llegar perfecta al Oeste.
¿Oeste? ¿No es el príncipe del Sur? O ¿tan largo es el viaje?
Tendré que interrumpir la conversación:
-Su majestad, ¿Oeste?
Pregunté.
Arrojo sonrió y me dijo:
-El sur es el reino más lejano al Norte ¿Estamos de acuerdo?
Asentí.
-No podemos solo irnos y al medio día llegar al sur. Habrá que descansar en el Oeste.
Todo él es una noticia fuerte...
No quiero ser imprudente, pero en el Este, si existe un tema que no se menciona, es la existencia del reino del Oeste. Jamás ni en la más simple o delicada platica.
Esa prohibición la hicieron los reyes, y los primeros en acatarla, fueron ellos mismos. Siempre me he imaginado al Oeste como un lugar oscuro y peligroso. ¿Cómo iremos ahí?
Arrojo parece confundido porque no hice ningún comentario acerca de su anuncio, por lo que volvió a tomar la palabra:
-Su alteza, ¿Dije algo malo? Me disculpo si fue así.
Trataré de ser sincera con él.
-Dijo que nos detendremos en el reino del Oeste, no...
Me quede sin voz. ¿Como decirle que es un lugar que me da miedo? Él de todas maneras luce inquieto, va a preguntarme algo:
-¿Tiene algún inconveniente su alteza?
Miré hacia abajo tratando de ocultar mi cara, mis gestos, pero debo hablar:
-Excelencia, no me gusta la idea.
Él camino hacia mí y se sentó en la cama. Con delicadeza está acercando su mano a la mía. Ahora la tomó, y apretó con fuerza.
-¿Por qué si puede decirme?
Quisiera aguantar, pero ya no puedo.
Siguiendo un imprudente impulso voy a recargarme en él.
Salgo de debajo de las cobijas para cubrir mi rostro con su pecho. Él termino de subirme sobre sus piernas y me abrazo.
Acaba de quitarme el cabello de la cara. Creí que era algo incorrecto, pero estando aquí en sus brazos, estoy sintiéndome tan en paz, tan cómoda. Él me sostiene literalmente como princesa. Su respiración y la mía no van al mismo ritmo, pero no importa, me siento a gusto. Creo que me voy a quedar dormida. Mis ojos se quieren cerrar, debo levantarme...
Estoy alejando un poco mi cara, lo que de pronto lo tomo por sorpresa. Me miro angustiado y hablo:
-¿Hice algo?
Yo le sonreí y conteste:
-Me estoy quedando dormida.
Él me abrazo fuerte y volvió a recargarme en él.
¡Me voy a dormir! Aun así no va a soltarme.
Voy a interrogar:
-¿Si me duermo?
El calorcito de estar tan juntos es como una cobija que no había tenido nunca. ¿Qué invierno podría sufrir en sus brazos?
Él me contesto más tranquilo:
-Duérmete... ¿me das permiso de quedarme aquí contigo?
Me reí. Qué más quisiera, pero no podemos aun:
-No.
Dije rotundamente. Él acerco su cara a mí y me dio un beso en la frente. Yo voltee para buscar a Cora, pero no está. No supe en qué momento se fue...
Arrojo me preguntó:
-¿No quieres ir al Oeste entonces?
Vuelvo a esconderme en su pecho. Él me abraza fuerte.
-Amor, solo dime ¿Por qué? ¿Has ido antes?
No, a duras penas tenía idea de que existía.
Necesito tomar una decisión.
-¿No es peligroso?
Pregunté yo esta vez.
Él se mantiene sereno:
-No... está bajo el mando de Fenrir.
¿Tanto el Norte como el Oeste?
Esta vez usándolo un poco de silla deje de encubrirme y decidí hablarle de frente:
-¿Cómo?
Él me sonrió:
-El Norte y el Oeste están bajo las órdenes de Fenrir, por eso es el peor momento para jugarle bromas pesadas.
Sonreí. Él recargo su cara en mí, pensé que intentaría robarme un beso, pero no. Nomás choco un poco de juego su nariz con la mía. Después me advirtió:
-Lo siento amor, pero quiero llevarte al Sur conmigo ya, no puedo esperar más... aparte el Oeste es seguro, y ¡Pobre de aquel que si quiera imagine acercarse a ti!
¿El oeste es seguro?
No puedo creer que el rey Brio no fuera informado de ello.
A menos que tuviera otra razón para despreciar dicho reino.
Si mal no recuerdo, Kyra fue secuestrada hace días...
¿Si a ella le paso lo que a mí? Si los lobos guardias solo siguieron el protocolo de traerla ante el rey para ver si se parecía a su hija.
¿Por qué inventar que fue secuestrada? Si no hay un secuestrador en el Norte, tampoco en el Oeste, ni en el Sur, ¿Quién trato de hacerle daño?
Arrojo volvió a besar mi frente, y se despidió:
-Su alteza, me disculpo de nuevo, pero tengo que irme, mañana haremos nuestro primer viaje juntos al Oeste y necesito prepararme.
Quiero que se quede así que le preguntaré:
-¿Por qué tan pronto?
Él pensó que me refería a la jornada de mañana:
-Mis padres nos están esperando...
Me sostiene para dejarme de vuelta en la cama.
Mientras yo me quedo sentada él va camino afuera.
Ya no estoy triste.
Si la fuerza que descubrí hoy temprano se me fue agotando, digamos que ya la volví a llenar. Él la volvió a llenar...

Me alegra que te sientas mejor mi querida. Mañana será un día pesado. Los viajes suelen ser muy cansados, más yendo de un reino hacia el otro. Si que puedes llegar en un día, pero aunque viajes en carruaje o en caballo terminas agotado.
Tu Maya tendrás una buena compañía. Yo he tenido que viajar sola tantas veces. Claro que disfruto siempre del paisaje, pero prefiero tener alguien con quien compartir.
Recuerdo los días en que los reinos no estaban peleados entre sí. Las bellas flores cubrían los prados de cada reino. Un olor tan dulce. Por supuesto hablo de la época de primavera, ya que en invierno es necesario llevar una capa o abrigo. La nieve solía cubrir los jardines. Lástima que ahora esas visitas son tan poco frecuentes. Tienes más suerte de la que crees Maya.

Su altezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora