Comienzo

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Sin embargo, Seonghwa sabía que el mundo no iba así, que una vez te cargan con la culpa lo único que puedes hacer es resignarte a eso, porque hagas lo que hagas, mancharás más tu nombre.

Seonghwa, por imposible que fuese, buscaba desesperadamente el día donde todo volvería a ser como antes.

Quería que el mundo volviera a ser ese lugar tranquilo y feliz donde pasear alegremente un día de verano.

Quería volver a ver a su madre que, supuestamente por su culpa, había sido ahorcada delante de todo el pueblo tal como si fuera un animal de feria, como si ver a alguien perder lo más valioso fuese un divertido espectáculo, como si fuese algo jodidamente entretenido.

El joven de oscuros ojos no quería aceptar que, a partir de ahora, su vida sería un oscuro bucle sin retorno para él.

Y, por mucho que Seonghwa lo fantaseara, nada sucedería.

Sin embargo ¿Quién podría culparle? Él sólo estaba llevando las cosas como buenamente podía, aunque desde luego, no fuera la mejor forma.

Cuando el de tez clara volvió al mundo real–pues había pasado al parecer algunos minutos mirando a la esquina de su habitación– decidió que ya era hora de recuperar la compostura y empezar bien el día.

Como todas las mañanas, fue al mercado a comprar algo de fruta entre otras cosas y, al regresar a su humilde morada, pasó directamente a la parte de atrás; encontrándose con su huerto que tanto sustento ha proporcionado al muchacho a lo largo de los años.

Ahora era el mejor momento para cosechar los cultivos, ya que actualmente se acercaba el otoño y con ello, habría escasez en invierno.

Y eso hizo.

Una vez dentro de la casa con todos sus alimentos dentro, comió una manzana para desayunar y, finalmente – después de ordenar, cambiarse de ropas y meditar de nuevo su plan A,B y C; claro está – fue a hacer lo que más odiaba, pero que estaba obligado a hacer.

[...]

Caminando por las calles más discretas de Corea, llegó finalmente al lugar que andaba buscando.

Un lugar alejado de la mano de Dios, cabe destacar.

Pero, si hay algo que Seonghwa se enorgullece de decir, eso es "no juzgues a un libro por su portada".

Golpeó la puerta de una forma peculiar, que, a pesar de que no parece sospechoso en absoluto, era el código clave necesario para irrumpir en la chabola.

Y ahí comenzó su rutina diaria.

—Buenos días, Yoongi.— Dijo Seonghwa nada más entrar en la estancia, sin embargo, no recibió ningún comentario de vuelta, como siempre.

— ¿Tiene listo mi pedido habitual?— Dijo Seonghwa, mirando hacia la posición donde se encontraba el otro joven hombre, que, asintió sin más como respuesta a su pregunta.

—Ya lo traigo, espere aquí— Dijo Yoongi moviéndose a algún lugar de la casa, obviamente lugar desconocido para todos. "Todos" incluían también a Seonghwa y, obviamente a cualquier persona partícipe de hacer cumplir las leyes.

Yoongi no tardó en demasía, alegrando a Seonghwa al tiempo que recibía su pedido.

—Muchas gracias Yoongi, aquí tiene, a cambio de su buen trabajo. Espero que lo acepte— Dijo Seonghwa sacando el dinero necesario de su alforja para pagar las botellas de alcohol que recibió por parte del mayor y, sacando también, algunas verduras de su huerto como agradecimiento, ya que en estos 2 años no le había fallado ni una sola vez.

Yoongi sonrió ligeramente aceptando también el pago adicional y haciendo una reverencia en forma de agradecimiento.

Después de un rato más, Seonghwa salió sin ser visto de la propiedad ajena, esta vez escabulléndose entre las escasas sombras del alba con rumbo al sur, junto a su próxima parada.

No hay destino que valga || [Seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora