Capitulo 6

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Después de entrenar, fui al cuarto que me dieron y me puse la ropa que encontré en los cajones del cuarto. Me puse un vestido negro holgado de tirantes que me llegaba un poco arriba de la rodilla. Camino lentamente por los enormes pasillos de la mansión, las paredes estaban cubiertas con cuadros de paisajes pintados a mano. Siempre he querido aprender a pintar. Me quedo parada frente a un cuadro en especial, parecía ser Italia. Los colores eran hermosos, razón por la cual había soñado varias veces con ir a ese país.

-Es hermoso ¿no es así? – escucho una ronca voz a mi lado. – ¿Has ido?

Miro a mi lado, de donde provino la voz y observo al hombre que observa el cuadro con atención. Era el mismo que llego hace unas horas. Al ver que no le contesto, voltea a verme.

-Nunca te había visto por aquí. – agrega.

-Me estoy quedando por unos días. – contesto.

- ¿Eres amiga de Clara?

-Algo así. – hago una mueca. – ¿Y tú eres...?

-Paul. – me tiende su mano. La acepto y deposita un beso en ella. – ¿Y tú...?

-Madison. – respondo.

-Un gusto. – contesta.

-Paul. – el nombrado mira sobre su hombro a Clara, quien lo llamó y alza una ceja. – Ya empezaremos con la reunión.

Dicho eso, regresa al interior del cuarto sin antes echarme una mirada. Paul regresa su mirada a mí y sonríe como disculpa. Se aleja de mí para ingresar al cuarto junto con Clara y cuando paso a lado del cuarto antes de que cierren la puerta, logro ver que había más hombres ahí adentro.

-Ni se te ocurra asomar tu nariz por aquí. – masculla Clara y cierra la puerta en mi cara.




***




Habían pasado un par de horas y Clara seguía en esa habitación con los hombres, lo sabía porque escuchaba voces cada vez que pasaba por ese pasillo.

Me encuentro en la cocina haciéndome un sándwich cuando varios hombres vestidos formalmente pasan conversando entre ellos dirigiéndose a la familia, uno de ellos volteo hacia donde estaba y me sostuvo la mirada unos segundos. Desvío la mirada hacia Paul, que se despide de mí con la mano. Le sonrío y continuo con la tarea de hacer mi sándwich.

Clara iba al final, detrás de todos e ingresa a la cocina. Saca una copa y toma una botella de vino de su estante. Los deja encima de la isla junto a los ingredientes de mi sándwich y suspira mientras llena su copa.

- ¿Todo bien? – pregunto al verla algo cabreada y cansada.

-Los hombres son estúpidos. – dice y lleva la copa a sus labios.

- ¿Pasó algo en esa reunión?

Clara se encoge de hombros y pasa el líquido por su garganta.

-Nada que te parezca interesante. – contesta con cansancio. – Simplemente que...

Clara deja de hablar cuando el hombre con el que mantuve contacto visual hace unos minutos entra a la cocina. Clara deja la copa en la mesa y frunce el ceño.

-Francis. – lo llama fingiendo amabilidad. – ¿Se te olvido algo?

-Creo que deje mi billetera por aquí. – responde.

Clara asiente, pero no se mueve de su lugar.

-Adelante. – le señala el pasillo. – Estas en tu casa.

Francis asiente no muy convencido y me voltea a ver.

-Me pareces conocida. – me dice y veo como Clara se tensa. – ¿Nos conocemos de algún lado?

Niego con la cabeza.

-No lo creo.

-Estoy casi seguro que sí. – comienza a acercarse.

-Creo que me estas confundiendo con alguien más.

De un momento a otro, Francis saca de su abrigo un arma y hace el intento de apuntarme, pero Clara fue más rápida y toma su muñeca dejándolo desarmado con un hábil movimiento. Le da un codazo en la nariz y lo empuja haciéndolo caer en el suelo de espaldas. Le quita el seguro al arma y le apunta.

- ¿Cómo sabes quién es ella? – pregunta con autoridad. Yo me limito a quedarme detrás de ella. El hombre no responde y Clara posiciona su tacón en su garganta, Francis suelta su quejido. – Te hice una pregunta y no la repetiré.

-Le pusieron precio a su cabeza. – contesta con dificultad, ya que el tacón en su garganta le cortaba la respiración. – Viva o muerta.

Abro la boca tratando de recuperar el aliento. Ahora no importaba de que manera me llevaran, ya fuera un cadáver.

- ¿Quién dijo eso? – pregunto Clara.

Francis esta vez no contesta y en su mirada se veía que esa información no la quería decir. Clara aprieta el tacón contra su garganta y doy un brinco del susto cuando disparo a un lado de la cabeza de Francis.

-Escucha pedazo de mierda. – masculla Clara. – No te hagas el de rogar o te meto una bala en la boca. Puedo conseguir en otro lado lo que quiero saber, así que habla ahora o calla para siempre.

Francis tose tratando de buscar aire. Abre la boca para hablar, pero toma el tobillo de Clara y la hace caer. Francis intenta ponerse encima de ella, pero ella enreda sus piernas alrededor de su cuello y lo vuelve a someter torciendo su brazo.

-Así no es como me imaginaba estar entre tus piernas.

Clara aplica más fuerza en sus muslos y Francis se pone rojo y la vena de frente se marca con intensidad.

-Kozlov. – pronuncia con dificultad. Clara lo sigue apresando hasta que pierde la conciencia.

- ¿Esta muerto? – pregunto.

Clara me ignora y llama a uno de sus hombres de seguridad.

-Llévalo al sótano. – ordena. El hombre asiente y se lo lleva arrastrándolo por los pies.

- ¿Tienes un cuarto de tortura o algo así ahí abajo? – pregunto horrorizada.

- ¿Por quién me tomas? – pregunta algo ofendida y deja la pistola en la mesa. – No se puede torturar a un cadáver.

Ahogo un grito y Clara pone los ojos en blanco.

-Estoy jugando, esta vivo. – dice y me mira. – Y no, no lo voy a torturar... aun.

- ¿Quién es Kozlov? – pregunto recordando el nombre que dijo Francis antes de desmayarse.

Clara suspira con cansancio.

-Alguien de quien nos tenemos que cuidar.

Volteo a la entrada de la cocina y Fred nos mira interrogante mientras se lleva una papa a su boca.

- ¿Qué? 

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