Pandemia

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Cuando todo empezó nadie le prestó atención. "No nos va a pasar nada, somos magos." "Esas cosas nunca nos afectan." "Hay pociones para eso." Pero cuando el primer caso apareció, los sanadores y medimagos no supieron qué hacer. Y como en la comunidad muggle, se empezó a esparcir. Lo subestimaron, y no se dieron cuenta hasta que sus abuelos empezaron a enfermarse. Harry sabía algo por la televisión muggle que había traído a casa. "Coronavirus" le decían. El Ministerio de la Magia mandó un mensaje por el Profeta, lechuzas, patronus, todo canal que tuviera a su disposición. "Rogamos a la comunidad mágica que se quede en su hogar, los expertos en pociones están averiguando para crear una que sirva tanto a magos, brujas y muggles. Debemos ser fuertes, y cuidar a nuestros mayores. No prohibiremos la circulación de gente, pero si vemos que los casos suben desmedidamente no tardaremos en hacerlo. Cuídense ustedes y su familia. Cualquier inconveniente, comuníquese con el ministro e intentaremos resolverlo. Muchas gracias."
Harry se sintió de nuevo en aquella carpa de campaña. Pero esta vez era diferente, porque tenía una casa cómoda y acogedora... Pero vacía. Ni siquiera ella estaba. Y claro, ahora ella vivía con Ron. Después de todo, eran novios. Pero no podía decir que no la extrañaba. Extrañaba su charla y su silencio también. Un silencio familiar, que lo hacía sentir en casa. Extrañaba verla dormir, con su pecho subiendo y bajando al compás de su respiración. Pensó en visitarla o pedirle que lo visite varias veces, pero no podía, debían evitar las interacciones con gente que  no viviera en el mismo lugar. Por su salud. Qué irónico, pensó, sobrevivieron a tantas cosas y algo tan invisible y letal como un virus los obligaba a algo que nunca imaginaron ni en la peor de las situaciones, estar lejos.
Harry como Jefe de Aurores trabajaba desde casa, aunque a veces salía a asistir a alguna persona con todos los hechizos de protección que se sabía encima. Porque se sentía un poco culpable, todos los aurores a su cargo estaban agotados, de un lado para el otro brindando protección, comida y ropa, y él muy tranquilo en su casa. Con pandemia y todo, los pocos mortifagos que quedaban habían visto la oportunidad de hacer de las suyas. Nada grave, sólo asustar a los muggles y herir a quien se pusiera en el camino, pero ellos estaban atentos.
Por eso, cuando escuchó el timbre de la puerta a las 12 de la noche, se extrañó. Hacía tanto que no oía ese sonido que tardó en reaccionar. ¿Quién venía a esta hora? Lo primero que pensó fue que le había pasado algo grave a alguien. Corrió a la puerta y más se extrañó cuando vio a una Hermione ojerosa, llorosa, y con una maleta en su mano.
-¿Mione? ¿Qué...?- no término de hablar que ella se abalanzó sobre él sollozando. Él la abrazó, tomó su valija y la entró. La llevó hasta el sillón.
- ¿Qué pasó? ¿Están todos bien? - preguntó preocupado.
- Si, gracias a Merlín... Pero la que está mal soy yo. -dijo en medio de lágrimas y mocos. - Él, Ron...
- ¿Ron qué? ¿Qué pasó?
- Nosotros discutimos... No lo soporté más Harry, ya era demasiado... - volvió a aferrarse a él llorando. Y se quedó así media hora hasta que pudo calmarla.
- Me contarás todo bien, pero espera que te haré un té. - Hermione lo miró avergonzada.
- ¿No tienes algo más fuerte? - preguntó
- ¿Fuerte como qué? ¿Café?
- No... - señaló el estante en el que reposaba un whisky de fuego.
- Pero Herms, nunca tomas... ¿Estás segura?- ella asintió enérgicamente, y él trajo dos copitas. Ella se tomó todo de un trago, respiró profundamente y comenzó a relatar:
- Sabía que no iba a durar mucho más cuando comenzó la cuarentena... Él estaba de mal humor todo el tiempo, se sentía enjaulado... Intenté calmarlo, pero se empezó a quejar de todo lo que yo hacía... Que si la comida se enfriaba, o estaba muy salada, o era tarde... Terminábamos discutiendo todos los días. La monotonía me mataba... Ya no recuerdo cuando fue la última vez que nos acostamos juntos. Me dormía en el escritorio, intentando trabajar... Me levantaba escuchando sus rezongos porque ya no había mantequilla. Me cansé Harry, ya no quiero eso, no lo merezco...
- Por supuesto que no, Herms. ¿Quieres quedarte aquí conmigo? - lo miró abochornada.
- Sé que debí preguntar antes, no venir de repente así... Pero no aguantaba más. Si no te molesta, podría usar el cuarto de invitados...
- Quedate todo lo que quieras. De hecho, te extrañaba mucho. - Y no mentía. Un pequeño tirón en el estómago le recordó a los viejos tiempos. Se sintió culpable. "¿Harry, ella está mal y tú contento porque se queda contigo? Eres un egoísta" le dijo una voz en su cabeza.
- Ay si, yo también Harry... ¿Hace cuánto que no te veía?
- Sin contar la cabeza en la chimenea - rió Harry- unos cuatro meses.
- ¡Nunca había pasado tanto tiempo sin vernos!
- Es verdad. Aunque siento mucho todo esto, estoy feliz de que vinieras. - le tomó la mano, y ella le sonrió sinceramente. Su corazón se calentó como hace tiempo no lo hacía.
- ¿Qué dices si hago algo de comer?
- Me encantaría. Hace mucho que nadie me hace de comer. Y sabes que no soy muy buena en ello, así que no como bien desde vete tú a saber cuándo.
- Lo he notado, estás muy flaca Mione. Desde ahora comerás bien. Todos esos años sirviendo a los Dursley finalmente sirven para algo ¿No? - se alejó hacia la cocina.
- Harry...
- ¿Si?
- ¿Te molesta si me termino el whisky?
- No pero... ¿No te pondrás mal? Nunca has tomado tanto. - de repente reparó en ella. Sus pupilas estaban levemente dilatadas y sus movimientos eran torpes. Si, ya estaba ebria.
- Bah, no seas ortiva amigo. - Harry alzó una ceja.
- ¿Ortiva? ¿De dónde salió eso?
- Ortiva, aburrido, aguafiestas... Deberías ampliar tu vocabulario Harry- se rió y alcanzó la botella. Finalmente fue a hacerle algo que comer.  Pero cuando volvió ella estaba riendo en medio de la sala, despatarrada y con la botella vacía.
- Oh, ahí estás - dijo
- Ten, come un poco Herms... Te va a hacer mal ese alcohol en el organismo.
- Seh, seh. Qué calor hace aquí - se empezó a sacar el suéter, y se quedó con una blusa suelta. Harry pudo ver que no llevaba sostén, y aunque no era la primera vez, "en la carpa no siempre lo llevaba" se dijo a sí mismo, aún así estaba incómodo. Evidentemente no era la misma chica que en aquel momento. Había crecido mucho. Ahora se vestía más elegante, y a decir verdad le sentaba muy bien. Se ruborizó al estar pensando en ella como la mujer que era más que su mejor amiga, casi hermana.
- Qué ves, ¿Eh? - lo regañó- nunca uso de esos en casa, y claramente no pensaba salir, tampoco llegué a ponermelo, estaba apurada. ¿Pero qué te molesta? Ni que hubiera mucho que ver. - sus ojos se apagaron. Y volvió a sollozar
- Hey, no llores. ¿Dije algo malo? Lo siento mucho, no quise verte así.
- No, no eres tú, Harry. Pasa que sé que no soy tan bonita como otras chicas, como Lavender... Tal vez por eso Ron no me quiere.
- ¿Pero qué estupideces dices? Si es por eso, Ron es un tonto superficial, y no quieres  a alguien asi como novio. Aunque estoy seguro que no piensa eso. Eres hermosa, Herms.
- Lo dices porque eres mi mejor amigo.
- No, lo digo porque soy un chico, y me doy cuenta de esas cosas. Si no confías en mi palabra pregúntale a Viktor, o a Cormac... Hasta Malfoy no podía negarlo.
- Espera. ¿Malfoy?- preguntó divertida.
- ¿Recuerdas en sexto año cuando lo seguía con la capa? Bueno, me enteré de cosas. Aunque fueras hija de muggles, no negaba que eras... Eres - se corrigió- preciosa.
- Vaya, quién lo diría.
- ¿Entonces crees más en Malfoy que en mí?- Harry hizo puchero.
- Bueno, tú eres mi mejor amigo, es como tu obligación hacerme sentir mejor, aunque digas mentiras. - a Harry se le hizo un nudo en el estómago al oír sus palabras. ¿Qué tenía que hacer para que le creyera?
- No es ninguna mentira. Eres la chica más hermosa de nuestra generación de Hogwarts.- ella suspiró.
-¿Más que Cho? No creo.- Harry tembló al escuchar su nombre después de tantos años. No sabía qué había sido esa relación, pero miró a Hermione: definitivamente era más linda que Cho.
- Por supuesto. - Hermione se resignó:
- Si tú lo dices... - y se llevó la botella a la boca, pero ya estaba vacía. Se rió - ¿no tienes otra?
- Ya tomaste suficiente. No quieres una resaca horrible mañana. Come un poco - empujó el plato en su dirección, pero ella lo empujó de nuevo.
- No tengo hambre. - se cruzó de brazos, molesta. A los cinco minutos empezó a llorar de nuevo. "Otra vez, aquí vamos" pensó Harry.
- Voy a morir sola...
- No, Herms. Ya verás que encontrarás a alguien que te merezca, que te ame y te trate como una princesa. - "Yo lo haría" se dijo a sí mismo.

Harmione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora