Río de Janeiro

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No me dí cuenta cuando comencé a mirarla de otra forma.
Lo negué, lo escondí. Mi futuro estaba en Ginny. Y seríamos felices sólo así.
Sólo así, pero algo faltaba. Y era ella. Su cariño, comprensión e inteligencia hacía mucha falta en el ambiente, pero yo sólo parecía darme cuenta.
¿Es que nadie lo notaba?
Luego de incontables peleas, noches sin dormir, y terribles ojeras, Ron y Hermione decidieron poner fin a su relación. ¿Voy a estar contento por ello? Obvio que no, mi mejor amigo estuvo destrozado, y mi mejor amiga... Ella se fué sin avisar y sin mirar atrás.
Sin dejarme decirle que desde algún día la amo.
Se fue a recorrer el mundo como alguna vez habíamos planeado hacerlo juntos, y hubiera deseado acompañarla, de no ser por James.
No tengo idea cuando pasó, o sí, pero mi relación con la pelirroja Weasley iba tan bien que cuando ella quedó embarazada no nos preocupamos, sino que nos alegramos.
Menos ella, no es que se haya molestado ni nada, sino que nunca lo supo. Los Weasley decidieron olvidarla, y aunque no quería hacerlo tuve qué.
14 años después...
James tiene actualmente 13 años. Creí que su edad era suficiente para que no fuera a afectarle mi decisión. No amaba a su madre, por lo que no tenía sentido seguir con una relación que no existía.
Cuando ella me planteó tener otro hijo, me negué diciendo que teníamos mucho trabajo, y que con él estábamos completos y felices. En el fondo, sabía que cada paso que dábamos me ataba más a ella, y no es que no la quisiera, en serio. Simplemente dejé de amarla.
Por eso, hice una carta donde expliqué todo, la dejé en nuestra (su) cama, y me fuí. Fuí a Grimmauld Place, e hice algo que nunca admitiría. Me largué a llorar como un niño.
Por Ginny, por Hermione, por James. Por Hermione. Por no haberla seguido, no haberla obligado a quedarse y decirle todo lo que quería decir hacía tantos años.
Al día siguiente renuncié a mi trabajo. No quería ser el jefe de seguridad mágica, encontrarme con los Weasley todos los días, y en la casa de mi padrino y mi herencia junto con los ahorros que había conseguido juntar, podría vivir tranquilo mínimo un par de años. Lo que quería realmente era hacer ese viaje. El que había planeado cuando era adolescente, luego de la guerra y nunca llegué a realizar. Como era tradición al finalizar Hogwarts, tal como hubiera querido hacer Dumbledore con Elphias Doge.
Nadie me apuraba, por lo que empecé a trazar el camino que haría mi travesía.
Empezaría por Francia y bajaría por Grecia, para luego ir a España. En África haría tres paradas:  Túnez, Senegal, y luego al sur hasta llegar a Sudáfrica.
En Asia no me quedaría mucho tiempo, sólo en Emiratos Árabes Unidos y Japón.
Donde quería realmente llegar es a América. Al tan nombrado Estados Unidos, recorrer las islas del Caribe y luego ir al sur hacia Brasil y Argentina.
Y así fué. Conocí muchas culturas diferentes y animales que nunca había visto, que Hagrid no nos había mostrado. Y al fin llegué a mi ante última parada: Río de Janeiro.
Me dirigí a conocer el Ministerio de la Magia de aquella ciudad, como se me hizo costumbre cada vez que llegaba a un país diferente. Saludé a la ministra y luego volví al hotel, pero antes quise comer algo, y un pequeño bar me llamó la atención. "Gryffindor" era el nombre.
Me atendió una muchacha de unos 25 años, con un largo pelo castaño oscuro. Me reconoció al instante.
- ¿Eres Harry? ¿Harry Potter?
- Si... ¿Te conozco?
- Claro que no, cómo me vas a conocer.  Pero yo a tí sí. ¡La dueña se va a poner muy contenta de saber que estás aquí!
- ¿Alguien me llamaba? - una voz un tanto conocida se asomó por la cocina.
- ¡Señora Granger! Creo que hay alguien aquí a quien debería saludar. - se llevó mi pedido a la cocina mientras yo me quedaba boquiabierto. ¿Granger? ¿Hermione? ¿Tenía que encontrarla en la otra punta del mundo?
- Harry... - La vi. Y casi no la reconocí. No quedaba una pizca de la niña flacucha y pálida que había conocido. Enfrente mío había una mujer con todas las letras, morena por el sol y con su cabello antes siempre  alborotado ahora liso y más rubio. Pero sus ojos, en ellos la reconocí. Sus ojos café no me engañan.
Inmediatamente vino hacia mi y nos dimos un gran abrazo. Olía igual que la última vez que la vi.
- Te extrañé tanto... - comencé. Ella se largó a llorar sin más, y debo decir que yo también derramé alguna que otra lágrima.
- Te prometo que no me quería ir así, sin verte antes, pero no soportaba quedarme un segundo más. ¿Ginny te dió la carta que le dejé?
- ¿Una carta? No, nunca me dijo que te había visto antes de que te fueras.
- Qué raro... Tenemos mucho de qué hablar pero ahora estoy trabajando, así que luego ve a mi casa - dijo mientras anotaba una dirección en un papel - a las 20 hs ¿Dale?
- Bueno. ¡Nos vemos!
Unas horas más tarde, nervioso, me encontraba tocando el timbre de un departamento a decir verdad bastante bonito. Hermione abrió la puerta, estaba toda mojada con una toalla en su cuerpo.
- Estaba terminando de bañarme. Pasa, hay comida en el fuego. Ya vuelvo.
- Yo traje una tarta de frutillas. ¿Qué huele tan bien?
- ¡Pastas! - se escuchó desde la otra habitación.
Me dispuse a observar el departamento. No podía dudar que ahí viviera Hermione, había una biblioteca que ocupaba la pared más larga y estaba repleta, el escudo de Hogwarts en un cuadro y varios artilugios mágicos. Una foto nuestra reposaba en un estante, junto a otro de la familia Granger. En ese momento Hermione apareció llevando un vestido muy sencillo que le sentaba muy bien, se estrechaba en la parte de la cintura. No recordaba que ella tuviera esas caderas. Yo llevaba unas bermudas con una camiseta muy simple. Comimos como en los viejos tiempos, charlando amigablemente.
- ¿Y Ginny? ¿Cómo siguió su relación? Y más importante ¿Por qué ella no está aquí?
- Bueno, ella está bien, supongo. Lo que no te conté es que, bueno, tenemos un hijo. James. - el rostro de Hermione se ensombreció débilmente. - Tiene 13 años recién cumplidos. Nos enteramos que Ginevra estaba embarazada apenas te fuiste. Y no está aquí porque... Pues, porque ya no estamos juntos. Ya no la amaba, y entendí que no podía seguir en una relación sin amor. Por eso me fuí a Grimmauld Place, y planeé este viaje para distraerme.
- Harry, lo siento tanto...
- Pero bueno, cuéntame de tí. ¿Algún novio, esposo? - Hermione rió.
- Nada de nada. Debo admitir que sigo enamorada del mismo chico que hace 15 años.
- ¿Sigues enamorada de Ron?
- No exactamente...
- Entonces no entiendo.
- Bueno, creo que sería hora de admitirlo. La razón por la que Ron y yo nos peleábamos tanto era porque él, bueno, él pensaba que yo estaba enamorada de alguien más. Y lo peor es que era cierto. Nunca te dije nada porque te veía tan feliz con Ginny, que no quise arruinar su felicidad.
- Pero sabes que siempre puedes confiar en mi. ¿Por qué no podías contarme quién te gustaba? Eso no tenía nada que ver en mi relación con Ginevra.
- Porque el que me gustaba eras tú, Harry. Siempre fuiste tú. Estaba y estoy muy avergonzada de ello, por eso me fuí, y perdón por decírtelo en este contexto. Tú te irás y yo me quedaré aquí, tengo un trabajo estable y un hogar. Me gustaría haber podido decirlo antes. Mucho antes. -
Estaba sorprendido. Gratamente sorprendido. No pude creer que lo que ella le estuviera diciendo fuera verdad.
¡Cuánto podríamos habernos ahorrado diciéndolo antes! Ahora podríamos estar juntos, casados, tal vez hasta tendríamos hijos.
- Harry... perdón.
- ¿Por qué me pides perdón?
- Bueno, se ve que no te lo esperabas, y tal vez ahora estés arrepentido de haber venido...
- Todo lo contrario, Hermione. No sabes los años que estuve esperando que se diera esta situación. No me la imaginaba así de verdad, pero bueno. Mione, yo también siempre te he querido. Pero pensé que tu cariño era sólo de hermanos. No puedo creer que vivimos todo este tiempo enamorados del otro sin saberlo. Es inverosímil ¿Verdad?
- Lo es. ¿Cuando aprendiste esa palabra? - dijo Hermione riendo.
- Resulta que viajé mucho antes de llegar aquí, y conocí muchas cosas. Se podría decir que ahora soy un hombre más sabio.
- Bueno, hombre sabio. ¿Tú o yo?
- No entiendo.
- Los hombres son todos iguales.
Dicho esto Hermione se me acercó y me plantó un débil beso. Cuando se iba a separar, la atraje de nuevo y comencé otro, esta vez más profundo. Siempre me había preguntado a qué sabían sus labios. Por fin lo sabía.¿ Qué pasaría? No. Pero qué buena decisión había sido hacer ese viaje.

Harmione One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora