Otro día de brillante, pero cándido sol en Londres, en esos días que se podía salir a ¨broncearse¨ un rato sin daño alguno. La señora Hudson indagaba en el departamento de Sherlock —y recordemos, ahora de Johanne también—; encontrándose con algo de tiradero y un galón de leche sobre la chimenea, al lado de la taza del rizado. Cuando la pobre anciana abrió la nevera para guardar el líquido lácteo, un olor pútrido le vino de repente, haciéndola retroceder un poco.
—Ugh... —intentó lo más que pudo mantener el control de su nariz y hurgar que era lo que tanto apestaba, encontrando algo de fruta podrida que tiró en el basurero de inmediato. Pero no fue nada comparado con el hedor horripilante en el cajón donde se suponía debían ir las verduras y que al alzar la bolsa rellena de líquido espeso y oscuro, donde parecía provenir aquel nefasto olor, descubrió que no era ni más ni menos que...— ¡Dios! ¡Pulgares! —regresó la bolsa a su lugar, asqueada.
Y hasta ahí llegó su exploración en la nevera de Sherlock, pues un hombre moreno de complexión robusta irrumpió en el departamento de repente, luciendo algo en shock y asustando a la casera.
—La puerta estaba... la puerta... estaba...
—... —aterrada, le observó Hudson.El cuerpo del hombre azotó con violencia en el suelo de madera al desmayarse, con la pobre señora Hudson sin saber qué hacer.
— ¡Chicos, tienen otro caso! —gritó lo más fuerte que pudo, mirando contrariada al otro.
Cada uno estaba en su sitio una vez que se arreglaron, Johanne en esta ocasión, sentada en medio del gran sillón guinda, el extraño en la silla de clientes y Sherlock en su sillón, frente a él.
—Cuéntanos desde el principio. No seas aburrido —ordenó al final prácticamente el detective consultor.
El cliente empezó su narración tan claramente como pudo, atragantándose de pronto con algunas palabras por la impresión aun contenida: Su auto detenido, un campista en los verdes parajes bajo el cielo nublado, mirando algo al firmamento. Un estallido como de arma, la distracción del hombre robusto y al volver la calma, el campista yacía muerto en el frio césped.
La policía se encontraba recopilando los indicios del posible ataque en aquella mañana, aun con el cielo cubierto en nubes grises. El detective en turno, recibió una llamada directa de Lestrade, para un posible... consejo.
—Carter.
— ¿Has escuchado de Sherlock Holmes?
— ¿Quién? —con desinterés, preguntó el más viejo.
—Este es tu caso, depende de ti y esto solo es un consejo: dale cinco minutos a Sherlock en la escena del crimen y escucha todo lo que tenga que decir —mientras comentaba aquello, un auto estacionó en el lugar—, y en lo posible... intenta no golpearlo —la súplica al mencionar lo último se notó sin dificultad, así como cierta pesadez.
—... —el detective miró con curiosidad el teléfono, colgando después.
—Señor, la persona que acaba de arribar dice que debe... —se acercó al detective un subordinado muy joven para introducirlo.
—Sí, lo sé. Sherlock Holmes —saludó no con muchas ganas, pero se contrarió al mirar quien bajaba del auto.
—No, Johanne Watson —saludó tomándole la mano de inmediato mientras bajaba del auto, con una sonrisa un tanto apenada pero respetuosa—. ¿Desde aquí tienen conexión a internet?
—...El detective pensó que le habrían jugado una broma, pues en primera, le prometieron a un hombre, y segunda, aquella muchacha rubia, aparentemente mucho más joven y armada con unos leggins deportivos negros con rayas blancas a los costados, sudadera amarillo mostaza, tenis deportivos del mismo color que la sudadera y una coleta de caballo no parecía lo suficientemente profesional para encontrarse ahí, resolviendo un caso.
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SHERLOCK ed II
FanfictionAnteriormente... Samuel es Sebastian Moran, y no es un doctor sino un mercenario... Sherlock y Johanne han llegado a la piscina donde murió el pequeño Carl... Moriarty no es más que Jim de T.I en el Bart's... Un pasado sacado del infierno... Explosi...